El 20 de noviembre, Día de la Soberanía, se recuerda la batalla de Vuelta de Obligado, librada allá en el 1845: una heroica muestra de defensa de nuestra soberanía nacional ante la prepotencia del colonialismo. Es que la historia de nuestro pueblo está fuertemente atravesada por la pelea entre ser una Patria o ser un estado dependiente de las grandes potencias. Hoy, 175 años después de Vuelta de Obligado, la cuestión sigue vigente para la Argentina y para todas las naciones de Latinoamérica. Venimos atravesando experiencias en donde el intervencionismo de Estados Unidos y otras “potencias”, a través de organismos como el FMI y la OEA, actualizan el debate sobre la lucha por la soberanía de los pueblos. En nuestro país esta cuestión se centra en una acción concreta: impedir que el Fondo Monetario imponga una nuevo plan de ajuste hacia la clase trabajadora. Al igual que en aquel épico hecho, será el activo protagonismo popular la única garantía para la defensa de la soberanía y la dignidad.

El 20 de noviembre de 1845, en el Río Paraná a la altura del partido bonaerense de San Pedro se llevó adelante una de las más notables defensas de aquella Confederación. La llamada batalla de Vuelta de Obligado fue un hecho bisagra en la defensa de la soberanía nacional puesta en jaque por una alianza entre el Imperio Británico y Francia. Con la excusa de “mediar” en el conflicto en la Banda Oriental, la alianza anglo-francesa movilizó su flota hacia el Río de la Plata para luego llevar adelante una ocupación de hecho, intentando la navegación de los ríos internos. El objetivo era claro: hacerse de los territorios nacionales navegables para expandir su llegada comercial evitando la aduana porteña. Hacia 1845 Gran Bretaña era de los principales países que comerciaba con la Confederación, gobernada por Juan Manuel de Rosas. Sin embargo esta hegemonía comercial no era suficiente para las ambiciones imperiales y por ese motivo, y aprovechando el conflicto en el Uruguay, ensayan junto a los franceses una invasión de nuestro territorio. Este hecho fue previsto por Rosas que, con el apoyo de múltiples sectores sociales se dispuso a interceptar a la flota europea en el Río Paraná a la altura de Obligado en un sitio donde la defensa militar se viera favorecida geográficamente. Si bien la batalla ocasionó fuertes daños a los barcos invasores, generando muchas muertes en ambos bandos, éstos lograron avanzar y navegar hacia las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Sin embargo, si bien las potencias se arrogaron el triunfo, se trató de una victoria pírrica ya que a pocos kilómetros fueron nuevamente atacados desde las costas por los pueblos de las provincias; provocando fuertes pérdidas a la flota invasora y por ende el reconocimiento, por parte de esta, de la soberanía argentina de los ríos interiores. Es decir que el pueblo argentino resistió y lucho para expulsar una invasión que hubiese significado un retroceso en el proceso independentista y en la conformación de una Estado nacional soberano.

Más allá, y más acá, de Vuelta de Obligado, la lucha por la soberanía adquiere una dimensión integral. El extractivismo, la matriz económica agro-productiva, el endeudamiento externo, la fuga de capitales y la penetración cultural son algunos de los rasgos estructurales que hacen del nuestro un país dependiente. Entonces, para nosotrxs, la lucha por la soberanía nacional implica luchar por la transformación de cada una de esas características; implica soberanía alimentaria, energética, económica, etc. Implica, como lo demuestran otros pueblos de la Patria Grande, resistencia a todas formas de intervencionismo. Resta mirar el bloqueo comercial que sufre Cuba desde hace décadas, las sanciones impuestas al pueblo bolivariano de Venezuela o el caso reciente de Bolivia donde la derecha local  ha efectuado un golpe de estado comandado por el Departamento de Estado y que ha sido resistido y derrotado por el movimiento popular plurinacional.

En nuestro país, y en nuestro días, la Vuelta de Obligado se actualiza en la resistencia y el rechazo a las políticas de ajuste que viene a introducir el FMI como forma de intervencionismo. El organismo financió la fallida reelección de Macri dejando un enorme endeudamiento para el Estado nacional (el más grande de la historia del FMI) que bajo ningún punto de vista debe ser pagado con ajuste al pueblo. El Día de la Soberanía de este fatídico 2020, atravesado por la pandemia, debe tener como postal a un pueblo movilizado exigiendo que sea sobre los ricos, y no sobre los jubilados, sobre quienes pese la deuda fraudulenta que el FMI viene a cobrar no sin exigir ajustar. Ante una derecha que puja porque la prioridad sean los intereses patronales, y ante un gobierno que, con tensiones internas de por medio, acata condescendiente con varias de las medidas económicas que ejecuta, será la movilización y la participación del pueblo lo único que permita construir un escenario donde realmente se supere la crisis. Movilización popular, como por ejemplo del pasado 17 de noviembre, exigiendo la aprobación del impuesto a las grandes fortunas. En ese sentido, estas movilizaciones son muestra de que existe un pueblo que se planta frente al avasallamiento del FMI, y que no permitirá un nuevo saqueo.

En síntesis, una lección histórica que nos deja Vuelta de Obligado es que somos los sectores populares los que, en última instancia, debemos defender y luchar por la soberanía. Movilizando, en unidad, y generando todos los mecanismos posibles para que sean nuestros intereses los que marquen la agenda, y no los de la oligarquía y la derecha cómplices y parásitas del imperialismo.

Soberanía nacional es soberanía popular. No a la derecha, al FMI y a su programa de ajuste.

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