Se cumple un nuevo aniversario de esa histórica movilización que puso sobre la mesa que estamos hartas en un contexto singular marcado por la pandemia del Covid-19 y el aislamiento social obligatorio. Queremos aprovechar esta oportunidad para pensar todo el recorrido que hicimos como movimiento feminista desde aquel 3 de junio de 2015, cómo enfrentamos el escenario actual y todo lo que aún nos falta por conquistar.
Ahora que estamos juntes, ahora que sí nos ven
Si bien el movimiento de mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries tiene una larga historia, hace cinco años con el estallido del grito de Ni una menos cobró un mayor protagonismo en la escena política. La movilización a Congreso en 2015 nació de la autoconvocatoria frente a un nuevo femicidio atroz y expresó un largo acumulado de malestar frente a la falta de respuestas ante la violencia machista estructural.
En ese aspecto, sin duda un primer triunfo durante este tiempo ha sido hacernos escuchar y visibilizarnos, mostrando como en unidad en las calles podemos construir un movimiento masivo y dinámico en todo el país, con repercusión en todo el mundo. Porque no debemos olvidar que nuestro movimiento feminista ha sabido inspirar a millones de mujeres y disidencias y ha tejido lazos internacionales que nos posibilitaron desarrollar varios paros internacionales mostrando que nosotras movemos el mundo y que vamos a cuestionarlo todo.
A lo largo de estos años, la masividad de nuestro movimiento estuvo en primera línea enfrentando las políticas de ajuste y entrega el FMI del gobierno de Macri. Fuimos las que peleamos en cada barrio, en cada lugar de trabajo y estudio, por la defensa de nuestros derechos.
En unidad, con lucha y organización, conquistamos la histórica media sanción en el Congreso de la Nación para el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. La marea verde inundó el país e hicimos pública la importancia de la soberanía sobre nuestros cuerpos, instalando en la agenda la importancia de nuestros reclamos. A tal punto que las últimas elecciones también estuvieron atravesadas por las reivindicaciones de los feminismos y nuestra voz es alzada en cada medida y ante cada situación para cuestionar la desigualdad de género.
En este sentido, la decisión del Ejecutivo nacional de impulsar la aprobación del aborto legal es el resultado y una conquista de esa enorme lucha. A su vez, la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad es por un lado, un reconocimiento de esa agenda y ese protagonismo que conquistamos en las calles. Mientras que, por otro lado, conlleva las complejidades de la institucionalización que en varias oportunidades hemos señalado desde Abriendo Caminos. Implica desafíos tanto para que se implementen políticas concretas ante las distintas necesidades y que el ministerio no resulte sólo una “lavada de cara” o una “cáscara vacía” sin presupuesto alguno, así como también implica un desafío para quienes desde un feminismo anticapitalista proponemos desarrollar una salida de fondo que implica seguir profundizando la organización y las redes por abajo.
Arriba el feminismo que va a vencer
Como mencionamos, este protagonismo en las calles y estos lazos que fuimos tejiendo, permitieron que en estos cinco años pongamos en agenda nuestros reclamos. Muchas tareas quedan por delante. Seguimos peleando contra la violencia machista en todas sus expresiones, por la implementación de la ESI, por la legalización del aborto, por el reconocimiento pleno de nuestras identidades y derechos, por el cupo laboral trans, por el desmantelamiento de las redes de trata.
En pleno contexto de pandemia y crisis a nivel internacional, nuestras reivindicaciones más inmediatas y concretas se vuelven cada vez más apremiantes. Las desigualdades e injusticias de este sistema capitalista patriarcal salen a la luz: se ve el recrudecimiento de la violencia machista, la importancia de los trabajos de reproducción social que hacemos a diario (y lo mal o nulamente remunerados que están las tareas domésticas, de cuidado de niñes y adultos, la educación, la salud) y la imposibilidad de muches de acceder a los derechos más básicos como una vivienda digna y un plato de comida. En este sentido, vemos cómo en cuarentena muchas violencias se recrudecieron. En el segundo capítulo de Arde Podcast Feminista trabajamos el tema. #Quedateencasa para miles de mujeres y niñeces significa estar 24 horas con sus agresores. Son más de 30 les niñes que perdieron a sus madres durante la cuatentena. Además, de sufrir el alejamiento de las redes de contención, como por ejemplo la escuela que expresa el contacto con compañeres y docentes y que funciona como una red que acompaña e e interviene ante la vulneración de los derechos de les niñes y adolescentes.
Para muchas personas trans la cuarentena extremo sus precarias condiciones de vida. Fueron muchas las denuncias de intentos de desalojo constante que sufrieron. La expectativa de vida de dicha población siguen rondando los 40 años. No podemos seguir permitiéndolo. Creemos que es central que se desarrollen políticas públicas que apunten a una real inclusión de dichas personas en el sistema educativo, laboral y sanitario.
Un plan de políticas públicas en ese sentido solo pueden enmarcarse en una salida de conjunto para nuestro pueblo. Necesitamos que se suspenda el pago de la deuda y que se establezca el impuesto a las grandes fortunas lo cual nos permitirá solventar las necesidades más urgentes ante la crisis sanitaria. Desde la campaña No tienen Coronita se ejemplifica cómo se podría acompañar a los sectores más vulnerables con la redistribución de dicho dinero.
Hoy ante un nuevo 3 de junio y en este contexto tan particular, nos sigue doliendo y llenando de rabia el recrudecimiento de la violencia machista. La cantidad de femicidios perpetuados en lo que va del aislamiento social, preventivo y obligatorio es alarmante, actualmente se ubica en 55 según el observatorio Ahora que si nos ven. Se torna más necesaria que nunca la declaración de la emergencia en violencia de géneros. Necesitamos recursos para asistencia económica, alimentaria y habitacional para mujeres y disidencias. Así como también la intervención en la justicia y comisarias que no cumplan con los protocolos establecidos para casos de violencia machista y que se garantice una perspectiva de géneros en la atención y contención. Es necesario que todxs puedan acceder al sistema de salud, incluyendo los tratamientos hormonales para las personas trans y los antirretrovirales para las personas con VIH así como también la Interrupción Legal del Embarazo.
Es fundamental que desde el Estado se incluya un reconocimiento a las organizaciones populares, sociales y feministas que sostienen día a día las redes de atención, asistencia y contención a mujeres y disidencias en situación de riesgo. Recientemente el Ministerio lanzó el registro de Promotoras de Genero a nivel nacional, para poder tener esas redes tan necesarias y mapear el trabajo existente. Creemos que esto es positivo, pero que el siguiente paso es el reconocimiento económico de dicho trabajo. En este contexto más aún, la mirada de género debe ser trasversal para toda política pública y se ve como la sola existencia del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad no alcanza para poder lograrlo. Para conquistar estos derechos y para terminar con la violencia machista, la unidad en las calles y la masividad del movimiento feminista son nuestras herramientas.
Este 3J no podremos colmar las plazas de todo el país con nuestras reivindicaciones y nuestra lucha con alegría llena de glitter. Sin embargo, nuestra voz sigue presente, nuestros lazos de solidaridad están más vivos que nunca y nuestra pelea continúa porque la deuda es con nosotres.