A 51 años de la revuelta de Stonewall, pero también del surgimiento de los primeros grupos organizados LGBTIQ+ en nuestro país, realizamos un breve recorrido histórico por una tradición de lucha que es necesario reivindicar para entenderla como parte de nuestra identidad revolucionaria y para avanzar en la conquista concreta de nuevos derechos para las personas LGBTIQ+.
Construir memoria para construir futuro
Hace 51 años, en el barrio neoyorkino de Stonewall, se vivió un hecho histórico por lo novedoso y por las consecuencias políticas que tendría: la primera revuelta de personas LGBTIQ+ contra la represión y el comienzo del movimiento LGBTIQ+ en Estados Unidos y a nivel internacional.
Era de madrugada, la gente se divertía y bailaba, se besaba y bebía en uno de los pocos lugares de encuentro que existían para la comunidad en esa Nueva York de finales de los años ‘60. Nada parecido a lo que sucede hoy, todos los espacios que había para encontrarse eran clandestinos y no había formas de nombrarse en plural ni respuestas a la clandestinidad de sus vidas no heterosexuales. Esa noche del 28 de junio del ‘69, de la que hoy se cumplen 51 años, no sería una noche más, no sería una razzia más la que la policía neoyorkina descargaría contra los reprobados cuerpos y sus poco sutiles maneras de sobrevivir.
Esa noche los cuerpos se sublevaron, aceptando con precaria conciencia que si no merecían la violencia de la policía, del Estado y de la sociedad civil deberían dar pelea. Enfrentando a la policía, exigiendo la liberación de lxs presxs de esa noche y ocupando las calles durante días, nuestro movimiento nacía y daba un salto en la conciencia y en la capacidad de disputar política, de decir “acá estamos” y mostrar públicamente el nuevo cuerpo colectivo. De repente eran visibles, palpables, reconocibles bajo la claridad del día, bajo la lente de las cámaras y los ojos de los uniformados de armas y trajes, y de toda la clase política que lxs rechazaba.
Stonewall Inn, un bar situado en los números 51 y 53 de la calle Christopher, sería el lugar de los hechos, que no fueron ni enfrentamientos ni disturbios, sino una rebelión y el comienzo del movimiento LGTBIQ+ como un actor político que comenzó a expresarse en muchos países del mundo.

Con la raíz en el sur
En Argentina este hecho fue la mecha que encendió los fuegos de una historia de lucha propia. Corrían los años ‘70 y en la Argentina como en toda América Latina la clase obrera alcanzaba un grado alto de organización y de disputa contra el imperialismo y sus gobiernos. Influenciadxs por este clima de época, el Mayo Francés y la rebelión de Stonewall, el incipiente movimiento LGBTIQ+ de la Argentina comienza a construir sus propias organizaciones. Así fue como en 1971 se crea el Frente de Liberación Homosexual (FLH) conformado por varias agrupaciones feministas, de gays, lesbianas e incluso heterosexuales que apoyaban la lucha en esa época (Nuestro Mundo, Bandera Negra, Safo, Eros, Emanuelle y distintos intelectuales de la época), muchas de ellas surgidas también en ese encendido 1969. Este frente tuvo una corta pero muy intensa vida política. Publicaron y difundieron sus ideas, se trenzaron en fuertes y novedosas discusiones acerca de qué aporte constituía el FLH al calor de las luchas revolucionarias de la época e intentaron interpelar (sin éxito) a los sectores revolucionarios para que escucharan sus reivindicaciones y sus planteos políticos para ese nuevo mundo que parecía posible y cercano.
A poco de la llegada de la dictadura, en 1976, el FLH se disuelve y muchxs de sus integrantes pasan a la clandestinidad o el exilio. Recordar con amor revolucionario esta experiencia es importante para abrir los caminos de lucha que necesitamos hoy las personas LGBTIQ+ para conquistar todos esos derechos que este sistema aún nos niega.
28 de junio de 2020
Este 28 de junio no es como otros. A las desigualdades estructurales que el capitalismo y el patriarcado nos imponen, la norma heterosexual como vara que genera odio, discriminación y exclusión se refuerza y agudiza en estas épocas de crisis pandémica. La cuarentena, si bien es necesaria como medida de salud colectiva, es también un problema para los sectores sociales más vulnerables.
#Quedarseencasa significa para muchxs estar encerradxs 24hs con sus agresores y que se haya dificultado el acceso a las redes de contención. Esto es muy grave, porque para muchxs revelarse ante la heteronorma y asumirse como gays, lesbianas o personas trans implica enfrentarse a la negación de la propia familia y la violencia que esto implica.
Además, muchas veces los sisemas educativos, de salud y de empleo reproducen las mismas violencias, con lo cual el ámbito público queda vedado para muchas pesonas LGBTIQ+.
En este escenario, las personas trans travestis son quienes peores condiciones de vida tienen. Con decir que la expectativa de vida es de 35 años alcanza para darnos una idea. La principal forma de sustento suele ser la prostitución, en un contexto de cuarentena como el actual, eso significa haberse quedado sin ingresos o estar en constante situación de exposición a la violencia del Estado y las fuerzas policiales. Por otraparte, están sujetxs a los intentos de desalojo de los dueños de las pensiones u hoteles donde viven. Porque el acceso a la vivienda también es una problemática importante.
La violencia que sufre el colectivo trans también es creciente, durante la cuarentena se registran 33 travesticidios y son crecientes las tristes noticias de suicidios de personas trans ante la impotencia de no poder vivir libre y dignamente.
Por todos estos motivos desde hace 5 años se impulsa para esta fecha en nuestro país la Marcha Plurinacional contra los Travesticidios y Transfemicidios. Visibilizando la violencia sistemática que sufre el colectivo y buscando voluntades en todo el campo popular, la comunidad travesti y trans continúa en pie de lucha.
La inclusión laboral trans es ahora
Hace algunas semanas comenzamos a observar cómo crece en medios y redes la discusión sobre la inclusión laboral de personas travestis y trans. Desde el Gobierno Nacional se vienen realizando actividades virtuales que dan cuenta, al menos aún sin grandes anuncios, de una intención de impulsar la discusión en el Congreso promoviendo el tratamiento en comisiones de alguno de los proyectos que se han presentado. Si bien durante el 2020 a las personas trans se las ha incluido en el plan social Potenciar Trabajo, entendemos que es un paso adelante pero que no es suficiente para que dichas personas salgan de la marginalidad en la que viven. Por eso creemos que es fundamental que se sancione la Ley de Inclusión laboral Trans/Travesti en todo el país.
Consideramos que es preciso que desde las organizaciones populares levantemos la bandera de este reclamo para que pueda concretarse. A 5 años del primer Ni Una Menos y de esta nueva explosión de los feminismos en nuestro país y el mundo necesitamos medidas concretas que nos saquen de la clandestinidad moral y jurídica y que permitan, en particular para las personas travestis y trans, gozar de esos derechos humanos que no pueden seguir esperando.
Desde Abriendo Caminos nos sumamos al grito orgulloso que hoy dice:
¡Inclusión laboral tavesti/trans en todo el país ya!
¡Basta de travesticidios y transfemicidios!
¡Bata de odio hacia personas LGBTIQ+!
¡Basta de represión a nuestras existencias!