#16DeSeptiembre

El 16 de septiembre de 1976 fueron secuestrados diez estudiantes secundaries de la ciudad de La Plata, como parte del plan de represión y exterminio desarrollado por la última dictadura militar. Elles como tantos jóvenes de su generación, luchaban por cambiar las cosas tanto dentro como fuera de sus escuelas, luchaban por un mundo más justo.

Hoy se cumplen 44 años de la Noche de los Lápices, en la que 10 estudiantes secundaries de la ciudad de La Plata fueron secuestrados por el Ejército y por la policía de la provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps.

Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler fueron llevado a distintos centros de tortura como el Pozo de Arana (La Plata), el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y distintas comisarías de La Plata. Miguel Etchecolatz coordinaba las tareas de tortura en los centros clandestinos donde les estudiantes secundaries estuvieron detenidos. De ellos, Moller, Díaz, Calotti y Miranda fueron luego liberados, el resto continúa desaparecido.

Tenían 16, 17 y 18 años, eran militantes en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) organización estudiantil ligada al peronismo y construían desde hacía ya años en sus centros de estudiantes.

La noche del 16 de septiembre quedó marcada en nuestra historia reciente por ser el día en que este grupo de estudiantes fue secuestrado por continuar organizades, luchando por reivindicaciones estudiantiles como el boleto estudiantil, pero sobre todo por seguir manteniendo intacto su objetivo de transformar la realidad inclusive en ese contexto signado por el terror.

Ser joven, ser revolucionario

Los años 60 y 70 a nivel mundial fueron sin lugar a dudas los años de la juventud, más aún, cuando sectores importantes de esa juventud comenzaron a asumir un compromiso político y social cada vez mayor. Estas décadas fueron de revoluciones y revueltas. Sin ir más lejos, la Revolución cubana inicia ese proceso de radicalización de la juventud. Los mismos revolucionaries cubanes eran jóvenes que de pronto eran observadxs por todo el mundo debido a que habían concretado un proceso revolucionario a pocos kilómetros del mismísimo Estados Unidos. Durante toda esa década les jóvenes se movilizaron, organizades en centros de estudiantes, federaciones, sindicatos, movimientos artísticos y culturales.

Hacia finales de los 60, entre el 68 y el 69 las grandes rebeliones populares en distintas latitudes del mundo tuvieron “rostro joven”. El mayo francés del 68 que comenzó con tomas de universidades y finalizó con la huelga obrera más masiva en la historia dentro del hemisferio occidental. También en ese año 68 las movilizaciones de México encabezados por el Consejo Nacional de Huelga conformado por estudiantes universitaries y secundaries que impulsaban un pliego de reformas sociales y termino siendo salvajemente reprimido en lo que ha pasado a la historia como la Masacre de Tlatelolco. En nuestro país, el ciclo de movilizaciones conocida como los “azos”, cuyo más conocido fue el Cordobazo, estuvo protagonizado por obreros y estudiantes de distintos puntos del país, secundaries y universitaries, que pusieron en jaque a la dictadura de Onganía. Dentro de esos “azos” miles de estudiantes participaron e incluso algunos de ellos, como Norberto Blanco un obrero y estudiante secundario de Rosario, murieron a causa de la represión.

Ese proceso de radicalización ascendente, de una juventud protagonista y convencida de la necesidad de cambiar la realidad infundió el temor de perder el poder en las clases dominantes quienes no dudaron en dar una respuesta represiva y sanguinaria de la mano de las fuerzas armadas.  Dentro de sus “doctrinas de seguridad nacional” ser joven implicaba ser subversivo y por lo tanto ser foco de la represión. El golpe de estado de 1976 en Argentina fue parte del “Plan Cóndor” que contó con el fomento y apoyo de EEUU mediante el cual se coordinaron las dictaduras cívico-militares en toda Latinoamérica con un objetivo muy claro: erradicar cualquier idea que atente contra sus sistemas de opresión mediante la desaparición, la tortura y la muerte de miles y miles de jóvenes obrerxs y estudiantes.

Pero hace falta más que la muerte para deshacerse de una idea y el movimiento estudiantil hoy es ejemplo de eso.

La juventud: el target de la maldita policía

Históricamente les jóvenes fuimos y somos el target de la policía, ayer eran nuestras ideas y la “doctrina de seguridad nacional” queriendo borrarlas, aunque eso implicase borrarnos a nosotres también. Hoy nuestro “delito” es la vicera, la cara y nuestros barrios, donde muchas veces lo único que llega del Estado es su brazo represivo ¿Por  qué? No se trata de mera casualidad. Las fuerzas de “seguridad” cumplen un rol en los barrios, crucial para el sistema capitalista, que lejos está de garantizar el bienestar de algún vecinx. La finalidad de esta hostilidad y violencia sistemática hacia les jóvenes tiene como objetivo la desmoralización y desmovilización de sectores populares, instalarnos desde muy pequeñes esa imagen represiva, de consecuencias que te llevan a la muerte. Justamente esta institución si bien busca impunidad (contra la que desde la organizaciones populares y de DDHH luchamos) también busca dejar en claro quiénes son los que están detrás de todo para que la brutalidad y sus atrocidades nos amancen y paralicen. Un claro y atroz ejemplo de esto es el caso de Luciano Arruga; un pibe que decidió no robar para la policía que terminó siendo asesinado por la misma. No nos cansamos de decirlo ¡No es un policía, es toda la institución!

Lamentablemente esta realidad se volvió parte de nuestro cotidiano, no hay semana que no escuchemos o leamos una noticia que hable de otrx pibx de 15, 18 o 20 años asesinado a manos de la represión estatal, pero que se vuelva una cotidianidad el oírlo no se traduce en ese miedo, por el contrario, nos hierve la sangre para seguir luchando contra esta injusticia.

La pandemia no vino a ser ninguna excepción en la cuestión represiva al punto que al día de hoy nos encontramos pidiendo justicia por Facundo Castro y exigiendo la renuncia del Ministro de Seguridad de Buenos Aires Sergio Berni. Con pandemia, sin pandemia, independientemente del gobierno; la policía mantiene su agenda represiva. Así lo demostraron los amotinamientos de comienzos de mes en diversas localidades de la Provincia de Buenos Aires, donde efectivos policiales llegaron incluso a rodear la casa del gobernador Axel Kicillof y la residencia presidencial de Olivos. Con voceros corruptos hasta la médula, exonerados de la policía por vinculaciones con el narcotráfico o grupos neonazis (como en el caso de Mar del Plata) estos hechos tuvieron un trasfondo mayor al de un reclamo salarial y se inscriben en la última ola de sucesos que intentan encaminar una salida reaccionaria y represiva en nuestro país.

El motín de la bonaerense lejos está de ser una protesta de trabajadorxs, por el contrario, es un paso más de la derecha e inclusive un logró de misma en imponerse, dada las dimensiones del costo político que generaron estos motines.

La tradición del movimiento estudiantil secundario: Los lapices siguen escribiendo

Como señalábamos al comienzo de la nota, el movimiento estudiantil en Argentina tiene una importante tradición de lucha y el movimiento de secundaries en particular encuentra en La Noche de los Lápices uno de sus momentos insoslayables. Esa historia continúa y aún hoy se sigue escribiendo.

En los últimos años hemos protagonizado distintas luchas, la rebelión en el 2010 en CABA, en el 2012 la aprobación del boleto secundario en Mar del Plata, la toma en el 2013 de más de 20 escuelas y el Consejo Escolar, la toma del 2016 del Consejo en Mar del Plata, la secundaria del futuro en 2017, la implementación de la NES en CABA, que fue repudiado por les secundaries llevando adelante una coordinación de tomas y la rebelión educativa en el 2018.

La educación en la Argentina viene de sufrir un desfinanciamiento brutal en lo que fueron los últimos 4 años de macrismo, lo que nos llevó a salir a las calles reiteradas veces y tomar escuelas y facultades en defensa de nuestro derecho a la educación y el salario de nuestros docentes y no docentes. Desde el comienzo de la pandemia y con la correcta implementación temprana del ASPO este desaguace en la educación quedó de manifiesto; 15,9% de los alumnos sin acceso a internet, 72,4% estudiando con dispositivos tecnológicos de uso común en sus familias, más del 70% de estudiantes teniendo solo WhatsApp como único medio para sostener su “cursada” y entrega de bolsones en mal estado o incluso la no entrega de los mismos.

Ante este escenario, el gobierno dio como primeras medidas la liberación de datos para páginas .edu y la creación de contenidos digitales con diversos soportes, como fueron insuficientes y ante un exponencial aumento en las tarifas de telefonía e internet, desde el gobierno nacional por decreto de Alberto Fernández se declaró la telefonía celular, internet y cable como servicio esencial y se congelaron las tarifas hasta fin de año.

En ese sentido, como hemos mencionado en notas anteriores, consideramos que es una medida positiva que debe ser respaldada desde la unidad del campo popular, contra el avance de las grandes empresas que en este contexto de pandemia pretenden imponer sus tarifazos.

En la actualidad, pese a la pandemia, la carencia de políticas socieductivas para que les estudiantes sostengamos mínimamente la cursada (caso CABA con Larreta y Acuña) y los diversos desafíos que se presentaron al momento de querer organizarnos, les secundaries nos mantuvimos en pie de lucha para que la educación sea un derecho y no un privilegio. Desde twitazzos hasta mailazos, con asambleas y reuniones virtuales les secundaries nos seguimos encontrando y participando de los espacios de nuestros centros de estudiantes y coordinadoras estudiantiles.  #SeSuspendenLasClasesNoNuestrosDrechos es la consigna que venimos levantando les secundaries de CABA nucleades en la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB) ante los atropellos del GCBA al no garantizar el acceso a clases para todes les estudiantes secundarios. Dentro de esta campaña también se relevó desde la CEB una carta al Ministerio de Educación de la Ciudad reclamando bolsones que cubran las necesidades nutricionales, implementación de la ESI, acceso a internet, elementos de higiene y mayor presupuesto.

La memoria en nuestros colegios secundarios

Así como en nuestros colegios nos organizamos en defensa de nuestra educación, también mediante comisiones, cada 16 de septiembre los centros de estudiantes nucleados en la CEB marchamos con las consignas propias de la juventud. La labor que realizamos durante el año, en materia de DDHH, se destaca en la semana del estudiante, pues es el momento que más interpela para les secundaries, donde con mayor fuerza se posicionan nuestras reivindicaciones.  El #16S es un pilar del folclore militante secundario, en esta fecha que nos recuerda nuestra tradición combativa encontramos los fundamentos históricos para continuar apostando a la organización y seguir dispuestes a darlo todo al igual que aquella generación revolucionaria reprimida por el terrorismo de estado. A pesar de la pandemia, que nos impide llenar las calles como lo hacemos todos los años, les jovenes seguimos organizades en pie de lucha. En el marco del 16s, desde la coordinadora de estudiantes de base estaremos impulsando intervenciones virtuales, porque la falta de la presencialidad no nos exime de reclamar por nuestro derecho a buenas condiciones de cursada, contra la impunidad del caso Facundo Castro y contra la violencia de todos los días hacia las juventudes.

 También desarrollamos a diario, desde la Comisión por la memoria y los DDHH del colegio Lenguas Vivas, una ardua tarea de investigación, repaso histórico y (consecuentemente) de memoria sobre las víctimas del terrorismo de estado. Cada año nos proponemos recoger información sobre les desaparecides que pasaron por nuestro colegio y realizamos un documental a modo de proyecto anual mostrando el trabajo realizado. Gracias a esta tarea pudimos reconstruir el legado de quienes fueron víctimas del terrorismo de estado mientras cursaban en la institución. Realizamos numerosos actos, homenajes y baldosas conmemorativas.

Del mismo modo, como denunciamos la represión a las juventudes que tomó lugar en nuestro país hace cuarenta años, hoy insistimos con que aquella violencia que sufrimos sigue existiendo bajo otras modalidades como el gatillo fácil. Organizades en talleres de Jovenes y Memoria, trabajamos con compañeres de La Poderosa de la Villa 21 sobre problemáticas de genero y represivas en los barrios. Estamos en contacto con organizaciones antirrepresivas, barriales y de DDHH, en 2017 y 2018 pudimos contar con la presencia de compañeres de CORREPI y Nacho Levy de La Poderosa para organizar talleres sobre violencia institucional.

El año pasado, con motivo de los 30 años de la toma del cuartel de La Tablada el 23 de enero de 1989, decidimos empezar a participar en juicios de lesa humanidad mandando nuestras adhesiones. El caso de La Tablada es el de 4 militantes desaparecidos en democracia (Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz y José Diaz). Sin irnos lejos, Arrillaga fue quien comandó el secuestro y desaparición de 11 abogados en julio de 1977, en el episodio inmortalizado como la Noche de las Corbatas. Arrillaga fue llevado a juicio en 2019, juicio al que la comisión adhirió y pudo contactar con la querella para tenerles como invitades y así contarnos como fue el proceso judicial.

Este año, desde la virtualidad, sostendremos nuestra semana del estudiante, impulsando diversas charlas vía streaming con organizaciones de derechos humanos, para recordar la represión de hace 44 años y seguir luchando contra la represión e impunidad del hoy.

Con el peso de nuestra historia elegimos escribir presente, a 44 años de la noche de los lapices exclamamos; ¡Los lapices siguen escribiendo!

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