46 años de la dictadura genocida, 46 años bajo la sombra del FMI y el imperialismo
Este jueves se cumple un nuevo aniversario del comienzo de la última dictadura militar en nuestro país. Una fecha que, luego de dos años de pandemia, encontrará a decenas de miles en las calles. Una jornada en la que la lucha de una generación militante será recuperada para traer al presente la necesidad de un cambio profundo en nuestra sociedad.
La última dictadura con su plan genocida implicó sin lugar a dudas la reconfiguración de nuestra sociedad. El desarrollo del plan sistemático de secuestros, torturas, desapariciones y apropiaciones de menores fracturó todo tipo de lazo social e implantó el terror capilarmente. El carácter de la represión, sus alcances e intensidades pusieron de manifiesto también el peligro latente para las clases dominantes en esos años. Terminar con el ciclo de movilizaciones y radicalización política que tuvo en el Cordobazo su mayor expresión, dar por finalizada la resistencia popular que desde 1955 desplegaron los sectores obreros y populares frente a los anteriores gobiernos militares, era el objetivo primordial.
En este camino, las cúpulas de las tres fuerzas no se vieron en soledad. Encontraron en la dirigencia eclesiástica y en los grandes capitales concentrados a sus aliados predilectos. Si en términos culturales se imponía restituir los valores “occidentales y cristianos”, en el plano económico apremiaba generar una transferencia de recursos extraordinarios desde la clase trabajadora hacia los empresarios. Una verdadera “revancha de clase” que estableciera nuevas pautas duraderas luego del ascenso revolucionario del Cordobazo. Cómo subraya el economista Martín Schorr el carácter de esta revancha se vio desde las primeras medidas tomadas por Martínez de Hoz: congelamiento de salarios por tres meses, supresión del control de precios que desembocó en una inflación del 87, 5% en el segundo semestre de 1976 y repercutió una pérdida de los salarios reales cercana al 30% y devaluación cambiaria. Sumado a los efectos represivos sobre el activismo sindical que tuvieron en industrias como Ford, el Ingenio Ledesma, Acindar, entre otras, su expresión más cabal con centros clandestinos de detención propios, esta revancha se dio sobre el conjunto de la clase trabajadora. Entre 1976 y 1983 el número de obreros ocupados en la industria se redujo en más de una tercera parte, los niveles de explotación/productividad tuvieron un aumento del 37, 6% y globalmente en el período los salarios industriales cayeron alrededor un 20%. Al terminar la dictadura, la clase obrera argentina aparecía con niveles de fragmentación inéditos que sentaron las bases para una profundización indeclinable desde entonces.
Golpes de estado y FMI
Ahora bien, la historia reciente de nuestro país y más concretamente, la historia desde el golpe de 1955 en adelante involucra a otro actor de peso en el desarrollo de estas políticas económicas: el Fondo Monetario Internacional. Justamente, con la autodenominada “Revolución Libertadora” (la fusiladora en la jerga popular), Argentina se incorporó al Fondo. Los tres años de mandato de Pedro Eugenio Aramburu, inauguraron el endeudamiento con el organismo con una cifra de 1051 millones de dólares. Otro tanto tomaron Frondizi y Guido, llevando el monto a cerca de 3 mil millones.
La década del 60 a nivel global comenzó a dar señales del agotamiento en el ciclo ascendente de la economía capitalista de pos-guerra. Para comienzos de los 70, este ya era un hecho. EE.UU devaluó el dólar para frenar la expansión europea y japonesa. La crisis del petróleo agravó aún más la situación. A mediados de la década, las promesas de estabilidad con las que el organismo había surgido parecían naufragar, era un organismo a la deriva. Justamente fue la dictadura argentina el gran salvavidas para sus arcas. Conjuntamente, las políticas de ajuste ortodoxas de Martínez de Hoz sirvieron para ejemplificar un programa a seguir. De 1976 a 1982 la deuda escaló de 7.000 millones de dólares a 42.000 millones. Durante 29 meses seguidos (entre el 76 y el 78) la economía estuvo bajo la órbita del organismo. El crecimiento del PBI fue del 1 %, la inflación acumulada del 265 %. De allí en más, el devenir de la economía argentina llevó el sello del FMI con su impronta de “reformas estructurales” contra los derechos y conquistas de la clase obrera y el pueblo.
El FMI es la dictadura
Este 46° aniversario no puede escindirse de la coyuntura actual signada por el nuevo acuerdo con el FMI producto de la deuda más grande de la historia tomada por el gobierno de Mauricio Macri. El acuerdo votado por las dos cámaras del poder legislativo, con el apoyo decisivo de JxC, legitima la estafa del gobierno de Cambiemos, los herederos de Martínez de Hoz, que benefició a un puñado de especuladores y bancos, que tuvo el explícito apoyo del gobierno del imperialismo con la conducción de Trump y de las autoridades del propio Fondo violando sus estatutos.
Las próximas décadas de nuestro país no pueden estar subordinadas al principal brazo financiero del imperialismo. La deuda es con el pueblo, es necesario recuperar las banderas de nuestrxs 30 mil. Memoria, Verdad y Justicia también es Nunca Más FMI.