Hoy, 9 de mayo, se cumplen ocho años de la sanción de la ley de Identidad de género, una enorme conquista resultado de la lucha incansable de las organizaciones travesti-trans. Al cumplirse un nuevo aniversario, es una buena oportunidad para analizar cuál es hoy la situación de la comunidad. El contexto de pandemia y crisis social y económica nos encuentra ante necesidades y escenarios críticos. Que existían, claro. Pero que hoy se profundizan.

¿Dónde estamos parades hoy?

En el caso de la comunidad travesti-trans la situación es crítica en extremo: a la falta de acceso a trabajos formales se le suma la imposibilidad de contar con el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, sustento esencial para la mayoría de las travestis, pero que hoy, a raíz de la pandemia y de la cuarentena no están pudiendo contar con él. Esto se suma a los obstáculos inamovibles en el acceso al sistema de salud, educativo y a condiciones dignas de vivienda.

Otra grave situación es que son constantes víctimas de ataques de odio, por un lado, por parte de las fuerzas policiales y de seguridad en todo el país y, por otro lado, por los sectores reaccionarios de nuestra socidad que se ve en la gran cantidad de amenazas, ataques y crímenes perpetrados en la vía pública y desoídos por la justicia. Cuando hablamos de que la violencia se recrudece, esto también impacta en las compañeras trans. Se conoce poco esta realidad porque se habla poco de esta realidad.

Es urgente la necesidad de construir una unidad que pueda visibilizar la denuncia de toda esta violencia y la lucha por lograr avances más profundos.

¿Cuáles son las exigencias hoy?

Aquel 9 de mayo de 2012, después de una importante lucha de la comunidad trans se logró conquistar la ley de identidad de género en nuestro país, lo que marcó un precedente histórico para la región, e inclusivo a nivel internacional en donde los parámetros para el cambio de identidad se encontraban fuertemente vinculados a parámetros médicos, presentación de pruebas, etc. En nuestro país gracias a esta conquista hoy toda persona puede adecuar su DNI a su identidad de género autopercibida, lo que funciona como un reconocimiento institucional a partir del cual desplegar esa vivencia del género por fuera de la clandestinidad jurídica en la que estaba sumergida esta posibilidad para muchas personas antes del tratamiento y sanción de esta ley.

Por, eso nos paramos desde la conquista de esta ley, para proyectar las demandas necesarias para la actualidad, ya que evidentemente pasados 9 años, su sanción e implementación no ha sido suficiente para garantizar el acceso a estos derechos en todas las situaciones concretas que, en el transcurso de la vida de una personas trans, se vuelven necesarias para materializar este reconocimiento del que hablamos.

Hoy muchas personas trans se enfrentan a permanentes obstáculos en el reconocimiento de su identidad de género por parte de muchos actores sociales garantes o vulneradores de derechos: fuerzas de seguridad, profesionales de la salud, instituciones educativas, oficinas públicas, etc. En muchísimos casos, los derechos que establece la ley son vulnerados sin que existan consecuencias jurídicas ni sociales para quienes ejercen esta violencia.

Entonces, ¿cuáles son las medidas más urgentes para dar respuesta a esta situación de desigualdad tan evidente? Una primera iniciativa impostergable a nuestro entender es avanzar en el cupo laboral travesti trans.

¿Por qué es urgente luchar por el cupo laboral travesti-trans en este momento?

En primer lugar, porque se debe garantizar el derecho al trabajo tanto en el Estado como en sectores privados. En el mismo sentido significaría un avance concreto en las condiciones de vida de lxs travestis y trans y pasar así de un reconocimiento jurídico a una mayor igualdad social. En el último tiempo se ha avanzando en la incorporación de personas travestis trans a programas sociales y cooperativas. Es el resultado de la pelea incasable de les compas pero que aún no establece el acceso formal al trabajo estable con todos los derechos.

¿Alcanza con el cupo laboral travesti-trans?

Por supuesto, en un sistema social basado en la injustica y la explotación, sumado a décadas de abandono estatal, esto solo no basta. Es necesario pensar el cupo laboral en el marco de una política más integral: de una ley integral trans Este es el gran desafío.

¿Qué debería contemplar ese proyecto de ley integral trans?

Son varias las cuestiones que son necesarias y urgentes plasmar en una política de este tipo:

La reparación histórica, que implicaría un subsidio vitalicio para las personas travestis y trans como modo de reparación simbólica y material por tantas décadas de abandono y violencia.

La elaboración e implementación de protocolos de acción sanitaria específicos para esta comunidad que incluyan la garantía firme de atención, provisión estatal de medicaciones y otros elementos sanitarios para dar respuestas a las problemáticas de salud específicas y no específicas de esta comunidad; pero también la exigencia de trato humanitario y acorde a la ley de identidad de género y capacitación para lxs trabajadorxs de los servicios sanitarios en estos temas.

La implementación de políticas de cuidado ante el recrudecimiento de la violencia machista que sufren cotidianamente (en el marco de la ley de emergencia en violencia de género que reclamamos, por ejemplo), pero también un cambio de paradigma judicial concreto en la manera de abordar causas relacionadas con personas trans.

Todas estas necesidades y exigencias son también necesidades y exigencias de toda nuestra población, de todo nuestro pueblo. La salud, la educación, la vivienda deben ser para todes. Porque son derechos humanos, al igual que el vivir una vida libre de violencia. En este sentido nos impone el desafío a todas las organizaciones del campo popular de construir una plataforma de lucha unitaria por todos estos derechos y proyectar una lucha concreta y específica por esta ley y las políticas que necesitamos para todas las personas trans de nuestro país.

Entendemos que esto nos implica como organizaciones en muchas casos hacer una autocrítica y ampliar nuestras definiciones de cuáles son lxs sujetxs políticxs que conforman nuestro pueblo, esa trinchera diversa y múltiple que desde abajo lucha contra este capitalismo, contra este patriarcado.

En las organizaciones de izquierda no escapamos a la hetero-norma que atraviesa a toda la sociedad. Si bien en los últimos años se vienen dando avances considerables desde la izquierda, seguimos teniendo una cierta idea esquemática del sujeto emancipatorio. Frente a un pensamiento posmoderno que contribuye a fragmentar las ya de por si fragmentadas identidades del capitalismo pos-fordista, desde las izquierdas, debemos superar viejas ideas economicistas de clase a las que agregamos “la cuestión de la mujer”, “de las disidencias” y otras identidades. El problema no pasa por “agregar” reivindicaciones de nuevos actores sociales, sino por pensar de conjunto el sujeto de un proyecto emancipatorio anticapitalista y antipatriarcal.

El capitalismo patriarcal funciona como una totalidad y el sujeto que oprime está atravesado por múltiples determinaciones de clase, generó y raza. El cupo laboral travesti trans pone en escena que esas disidencias son parte de los múltiples sectores oprimidxs que son imprescindibles para el proyecto de transformación de la clase trabajadora que nos proponemos.

¿Cómo se hace eso?¿Cómo se pinta de colores la paleta que nos nombra a todes les que luchamos contra el hambre, la injusticia y la violencia? Bueno, quizás este sea un momento histórico para, una vez más, inventar alternativas, es decir, hacer revolución.

En definitiva, contra lo que luchamos es contra este sistema que con diferentes armas atenta contra nuestra dignidad, contra el orgullo indestructible que levantamos día a día y contra la esperanza que tenemos bien firme de que vivir en plenitud y justicia es inevitablemente ese lugar hacia el que caminamos.

Hoy, en este nuevo aniversario, plantamos bandera para seguir luchando por todo lo que nos falta.

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