“…Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprenderque no estás hecha sólo de palabras…”
El 14 de mayo de 1935 nacía Roque Antonio Dalton García en la capital de El Salvador, dando inicio a una vida marcada por un compromiso político y estético que harían inmortal a ese “hombre grande de un país pequeño”.
Hijo de una enfermera con quien un terrateniente yanqui tuvo una aventura (y quien no reconoció su paternidad hasta que tuvo 17 años), Roque cursó sus estudios iniciales en escuelas jesuitas, donde dio muestras de una gran predilección por la escritura. Al terminar la secundaria viajó a Chile en 1953 para cursar sus estudios universitarios, y en Santiago fue donde comenzó a tomar contacto con círculos de comunistas. Fue determinante una entrevista que pudo realizarle al gran muralista mexicano Diego Rivera para una revista universitaria, donde el pintor le preguntó a Roque si había leído sobre el marxismo, Dalton contestó que había cumplido 18 años y aún no lo había leído, por lo que Rivera le contestó “Entonces tienes 18 años de ser un imbécil”. En lugar de sentirse ofendido, Roque asistió a todas las conferencias que realizó Rivera en esa gira, y se adentró fuertemente en el estudio del marxismo.
Luego de poco más de un año en Chile, regresó a El Salvador donde mientras desarrollaba su activismo estudiantil daba inicio a la construcción de una voz poética que sería única para el continente. En 1957 viajó a la URSS para participar en el Festival Mundial de la Juventud, donde pudo intercambiar con gigantes de la poesía como Nazim Hikmet y entablar amistad con Carlos Fonseca futuro líder de los revolucionarios nicaragüenses. Obviamente este viaje terminó de afianzar radicalmente el compromiso político de Roque.
Con solo 21 años en 1956 ganó su primer Premio Centroamericano de Poesía, algo que repetiría en 1958 y 1959. En 1961 es expulsado de su país por el gobierno militar, por lo que luego de pasar un año en México termina en 1963 llegando a Cuba, la que se transformaría en su segunda patria.
El carácter irreverente de Roque Dalton se vería reflejado no solo en su afilada prosa, sino también en su espíritu herético en lo político, escapando a todas las formas de dogmatismo y conservadurismo cuando de práctica revolucionaria se trataba.
Eduardo Galeano lo recuerda de la siguiente forma: “Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana”.
En Cuba Roque será testigo de los fervorosos años posteriores a la derrota yanqui en Playa Girón y la declaración del carácter socialista de la revolución. Allí se sumó al trabajo cultural de la revolución, participando en numerosos medios y en particular siendo parte de Casa de las Américas. En 1966 viajó a Checoslovaquia donde vivirá por dos años. Allí fue golpeado por la cruda realidad de la deformación burocrática que allí se vivía, que contrastaba por el vértice con su experiencia en la construcción del socialismo cubano que él había vivenciado desde adentro. En Praga vivió la efervescencia del ambiente previo a la Primavera de Praga, cuyo aplastamiento a sangre y fuego por los tanques soviéticos criticó posteriormente.
De regreso en Cuba, en 1970 ante el centenario del nacimiento de Lenin, la Casa de las Ámericas realizó un concurso literario en su honor. Allí Roque Dalton ganó con su genial libro “Un Libro Rojo para Lenin”. Esta obra (que fue ampliada hasta su edición definitiva en 1973) se trata de un clásico indiscutible de la literatura revolucionaria del continente, donde de forma herética Roque realizó un “poema-collage” que mezclaba poemas de su autoría con citas de los más grandes ideólogos del marxismo-leninismo, transformándose en una guía política para los revolucionarios del tercer mundo. Allí con el arma de la ironía atacaba duramente a las burocracias de los PCs estalinistas y las tibiezas del reformismo, rescatando al Lenin orientado en la toma del poder y la revolución. En este libro Dalton no se privó de citar varios párrafos de la “Historia de la revolución Rusa” de Trotsky, pese a las dificultades que había en esa época en publicar textos del creador del ejército rojo en Cuba.
Dalton se había transformado en un seguidor de la línea política del Che. Por esto en 1967 había roto con el Partido Comunista de El Salvador por las negativas de su conducción para apoyar la lucha armada en el país. Cuando en 1973 en El Salvador se creó el Ejército Revolucionario del Pueblo se sumó a su construcción y no dudó en viajar en 1974 a su país para integrarse a sus filas. Ante la deriva militarista de parte de la dirección de su partido, Roque defendió la línea de ampliar la construcción de masas para que empalme con la lucha guerrillera que estaban llevando a cabo. La degeneración sectaria llegó al extremo de que, en lugar de confrontar políticamente las líneas en disputa, este grupo definiera detener y fusilar a varios de sus críticos internos, entre ellos al inmortal Roque Dalton. Ese 10 de Mayo de 1975 quedará en los anales de la infamia, donde el continente perdió a uno de sus mejores luchadores, no a manos del imperialismo a quien combatió con el fusil y la pluma, sino por unos esbirros que marcharon al basurero de la historia.
Roque Dalton fue artista e intelectual comprometido con su tiempo que puso al servicio de la revolución latinoamericana su pluma y su vida. Su ejemplo de irreverente anti-dogmatismo lo llevó a combatir a los defensores del “Partido-Iglesia”, pero siempre dejando sus criticas de frente y desde adentro, sin situarse nunca por fuera de los procesos revolucionarios.
Sabiéndose parte de una generación que estaba decidida a no abandonar nunca su lucha, Roque dijo: “Desde el punto de vista político lo verdaderamente relevante para mí fue confirmar que cuando uno toma una decisión sobre lo que va a hacer de su vida, ni la muerte es capaz de hacerlo dar marcha atrás. Y hay que ser rápido en las decisiones. ¿Que ahora nos toca morir? Bueno, hay muchísimos otros a nuestras espaldas. Cuando tú tomas esa decisión, nada que haga el enemigo podrá afectarte verdaderamente.”
Hoy, cuando Roque debería estar celebrando sus 85 años (sin dudas con un festejo muy poco protocolar como siempre le gustó), saludamos su obra y su vida de entrega revolucionaria, haciendo carne sus palabras:
“y a fuerza de sumar nuestras debilidades
seremos los más fuertes del mundo,
de la historia y de las luchas de la razón.
Sólo la vacilación puede corroer nuestra gran verdad.
Sólo el temor podría detenemos en medio de la
vergüenza infinita.
Sólo la cobardía sería enfermedad
suficientemente mortal para nuestros órganos.“
“A roque” de Mario Benedetti
Llegaste temprano al buen humor
al amor cantado
al amor decantado
llegaste temprano
al ron fraterno
a las revoluciones
cada vez que te arrancaban del mundo
no había calabozo que te viniera bien
asomabas el alma por entre los barrotes
y no bien los barrotes se afojaban turbados
aprovechabas para librar el cuerpo
usabas la metáfora ganzúa
para abrir los cerrojos y los odios
con la urgencia inconsolable de quien quiere
regresar al asombro de los libres
le tenías ojeriza a lo prohibido
a las desgarraduras para ínfula y orquesta
al dedo admonitorio de algún colega exento
algún apócrito buen samaritano
que desde europa te quería enseñar
a ser un buen latinoamericano
le tenías ojeriza a la pureza
porque sabías cómo somos de impuros
cómo mezclamos sueños y vigilia
cómo nos pesan la razón y el riesgo
por suerte eras impuro
evadido de cárceles y cepos
no de responsabilidades y otros goces
impuro como un poeta
que eso eras
además de tantas otras cosas
ahora recorro tramo a tramo
nuestros muchos acuerdos
y también nuestros pocos desacuerdos
y siento que nos quedan diálogos inconclusos
recícrocas preguntas nunca dichas
malentendidos y bienentendidos
que no podremos barajar de nuevo
pero todo vuelve a adquirir su sentido
si recuerdo tus ojos de muchacho
que eran casi un abrazo casi un dogma
el hecho es que llegaste
temprano al buen humor
al amor cantando
al amor decantado
al ron fraterno
a las revoluciones
pero sobre todo llegaste temprano
demasiado temprano
a una muerte que no era la tuya
y que a esta altura no sabrá que hacer
con
tanta
vida.