“El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. Es la voluntad organizada del pueblo, y como tal no se puede clausurar ni intervenir”.
CGT de los Argentinos, 1 de mayo de 1968
Se cumplen 90 años del nacimiento de la CGT, la Confederación General del Trabajo, sin dudas la organización más importante de la historia de la clase obrera argentina. El contexto de su creación fue la crisis mundial a partir de la caída de la bolsa de valores de Nueva York en el ´29 y en nuestro país el Golpe de Uriburu del ´30, el inicio de la década infame con el Pacto Ruca Runciman que implicó múltiples concesiones al imperialismo británico, años en los que la central tuvo un rol conciliador.
Una historia que no es lineal
El 27 de septiembre de 1930 se conforma la CGT a partir de la unificación de la Unión Sindical Argentina, de orientación “sindicalista” (que había absorbido a la FORA del IX Congreso), y la Confederación Obrera Argentina, con fuerte influencia de los llamados socialistas. Surge como una organización que pretendía unificar a una clase trabajadora, signada por distintos tipos de divisiones políticas y sindicales, pero que a pesar de eso tenía una importante trayectoria que preexiste a la CGT, con hitos como la semana roja (1909) o la semana trágica (1919). En 1943 la central tendrá su primera división, pero con Perón en la presidencia se reunificará y potenciará su rol como intermediaria excluyente entre la clase obrera y el Estado. Con Perón, la ley de asociaciones sindicales estructurará el movimiento obrero argentino que desde entonces será uno de los más potentes de América Latina, jugando muchas veces un rol retardatario pero también con una enorme fortaleza que permitirá sostener derechos que en otros países fueron arrebatados.
La historia de la CGT no es lineal. La mayoría de las veces jugó un papel conciliador o incluso colaboracionista, con apoyos a golpes militares como el de Onganía en el año ´66, con el metalúrgico “lobo” Vandor como referente, que entonces promovía un supuesto “peronismo sin Perón”. Por el contrario, en otras oportunidades se puso a la cabeza de la lucha de la clase trabajadora, ya sea la central o algunas de sus regionales, como fue la de Córdoba en los años 70, con referentes como Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, o Atilio Lopez de la UTA (elegido vicegoberandor de la provincia en 1973).
Así como el 17 de octubre del 45, con Perón preso la central convocó al paro general recién para el 18, luego de que el paro se diera de hecho, con el pueblo ya movilizado en las calles y la Plaza de Mayo, a principios de los años 50 confrontó con el propio Perón y la cúpula militar promoviendo la candidatura de Evita a la vicepresidencia y luego con la intención de armar milicias obreras contra el golpismo.
La CGT de los Argentinos
La mejor expresión de historia de la CGT fue sin dudas la CGT de los Argentinos, surgida a partir del Congreso normalizador Amado Olmos en 1968, en el que un conjunto de sindicatos del activismo de base, protagonistas de la resistencia contra la fusiladora, se unen a partir de un programa, retomando los de La Falda en 1957 y Huerta Grande en 1962, que promovían puntos programáticos para la independencia económica, la justicia social con control obrero de la producción, la soberanía política y una política internacional basada en la solidaridad de la clase trabajadora con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos. El programa del primero de mayo de 1968 reafirma aquellos principios, reivindica a las y los obreros desaparecidos y asesinados durante esos años de resistencia, como el metalúrgico Felipe Vallese o Hilda Guerrero de Molina, la tucumana azucarera militante de la FOTIA. Ese programa cuestiona la política del FMI, el Banco Mundial y el BID, que en definitiva era la política del imperialismo yanqui. Además, plantea “que la propiedad solo debe existir en su función social, que los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no sólo en la producción sino en la administración de las empresas y la distribución de bienes”, promueve la reforma agraria y sostiene que la única forma de obtener esos objetivos es movilizándose. La concepción de esa experiencia queda expresada el manifiesto: “La CGT de los Argentinos no ofrece a los trabajadores un camino fácil, un panorama risueño, una mentira más. Ofrece a cada uno un puesto de lucha”.
Golpe y neoliberalismo
No casualmente el golpe cívico militar del 76 atacó principalmente a la clase trabajadora. El nivel de organización y consciencia alcanzado era una amenaza al orden social vigente. Será la CGT Brasil, conducida por Saúl Ubaldini, la que en 1981 protagonizará la primera movilización popular masiva contra la dictadura genocida, cuando se movilizó por Paz, Pan y Trabajo a la iglesia San Cayetano de Buenos Aires. Durante el menemismo, la CGT tendrá un rol abiertamente entreguista que posibilitará la reforma del Estado y la reforma laboral, lo que producirá múltiples divisiones, entre ellas la creación de la CTA, que a su vez tendrá su propia división en 2010.
La vuelta del neolibearlismo en la Argentina, con el gobierno de Macri en 2015, demostró la importancia de contar con un movimiento obrero organizado fuerte y en las calles, a pesar de la cúpula cegestista. Si bien la casi totalidad del movimiento obrero organizado acompañó la candidatura de Alberto Fernández, la concepción y práctica de todos ellos no es asimilable. Así, a pesar de esa conducción entreguista, que acordó las rebajas salariales mientras el propio ministerio de trabajo decretaba que los salarios no podían ser afectados en la cuarentena, existen reagrupamientos al interior de la CGT como el Frente Sindical o la Corriente Federal que cuestionaron la reforma laboral macrista y donde se agrupan sindicatos combativos como Aceiteros, que suelen confluir con sectores de las CTA.
Unidad programática para una agenda pospandemia de la clase trabajadora
Si en nuestro país el neolibearlismo no pudo hacer pie más que durante un solo mandato fue por la lucha en las calles de diversos sectores así como por la fortaleza de ese movimiento obrero organizado. Es necesario que esa unidad que se gestó de manera defensiva contra el macrismo se ponga en pie para imponer la agenda pospandemia de la clase trabajadora, atacando la precarización laboral y la situación de los sectores más humildes, hoy agrupados en los movimientos sociales con una incipiente pero potente experiencia sindical como la UTEP, que defienda el poder adquisitivo de la clase trabajadora, que garantice la vuelta al trabajo con protocolos discutidos por las y los trabajadores y también que plantee propuestas de fondo: el impuesto a las grandes fortunas de manera permanente, la reducción de la jornada laboral para generar empleo de calidad, la defensa del derecho a la vivienda digna, el control de la producción con directivos obreros en las empresas, entre otros.
La unidad debe ser una unidad programática y que promueva la movilización popular, porque esa fue la forma en que se desarrollaron las mejores experiencias del movimiento obrero en la historia de nuestro país.