El 2 de agosto de 2018 una explosión en la escuela 49 de Moreno se llevó la vida de la maestra y vicedirectora Sandra Calamano y del auxiliar Rubén Rodriguez. Lejos de cualquier casualidad, este hecho expresó de forma dramática la desidia y desinversión del Estado sobre la escuela pública, al punto de no contar con las condiciones mínimas de seguridad e infraestructura.
Desde esta misma escuela se habían realizado ya numerosas denuncias sobre la situación edilicia y la conexión de gas, sin haber obtenido ningún tipo de respuesta por parte de los estados nacional y provincial, entonces bajo el mando de Macri y Vidal.
La grave situación de las escuelas, en particular en este caso en la Provincia de Buenos Aires y en el Municipio de Moreno, tomó más notoriedad a partir de este hecho, y el relevamiento realizado en el distrito mostró que la mayoría de las escuelas están en riesgo, y con ello la vida de trabajadores/as y estudiantes, tal como vienen denunciando históricamente los gremios y el movimiento educativo en general.
Sandra y Rubén estaban esa mañana en la escuela antes del horario de clases para poder garantizar un desayuno digno para estudiantes que, como en gran parte del país, tienen en la escuela –también- un sostén material frente a la gravedad de la pobreza.
Su compromiso con las y los pibes es ejemplo de cómo, a contramano de las políticas de vaciamiento, los y las trabajadoras de la educación son quienes hacen funcionar y defienden día a día la escuela pública.
Ese 2 de agosto, la muerte de Sandra y Rubén por responsabilidad estatal, abrió un proceso de movilización y solidaridad de enorme magnitud alrededor de la escuela pública y en particular en Moreno. Miles y miles de docentes, auxiliares y estudiantes se movilizaron de forma persistente desde entonces, dando forma a un importante movimiento de lucha. El acampe frente al concejo deliberante y las multitudinarias movilizaciones, fueron acompañadas de infinidad de muestras de organización popular en cada escuela, en cada barrio, para ser parte activa de un reclamo que no podía quedar sin respuesta.
La demanda de escuelas seguras para nuestrxs pibxs, docentes y auxiliares, empalmó así con una lucha más general contra las políticas de vaciamiento del gobierno macrista y contra una política de largo plazo que desde hace muchos años viene denigrando a la Escuela Pública bajo la influencia de una perspectiva neoliberal y de mercado.
Hoy honrar la memoria de Sandra y Rubén supone recuperar su compromiso y solidaridad, y sostener en alto las banderas de lucha por una educación pública de calidad y para todo nuestro pueblo. Una pelea que está atada indefectiblemente al crecimiento de la inversión educativa y por tanto, a un redireccionamiento de las políticas públicas; a avanzar sobre los sectores más concentrados de la economía y asignar recursos para salud, educación y el conjunto de las necesidades populares.