Se cumplen 200 años de la muerte de Manuel Belgrano, quien fue reducido por la historigrafia liberal al mero inventor de la bandera patria, pero quien en realidad realizó mucho más que eso por la independencia de nuestro continente. Recordemos que en 1812 la creación de la bandera por parte de Belgrano tuvo como objetivo utilizarla en el campo de batalla contra quienes pretendían continuar con la sumisión de nuestra tierra al colonialismo europeo. Importante diferencia con el sujeto que teniendo esos colores en su banda presidencial osó hace unos años pedir perdón al rey de España por esa independencia, o contra quienes actualmente flamean la bandera en movilizaciones patronales en defensa de la “propiedad privada” de empresas saqueadoras y explotadoras de nuestra patria y sus habitantes. Ante tal tergiversación histórica, recuperar su legado transformador para romper con las cadenas que nos someten hoy, es una tarea esencial.
Su trayectoria
Manuel Belgrano nació en 1770 en el seno de una familia de la elite comercial porteña. Debido a esto pudo cursar sus estudios de abogacía en España, en los momentos de la convulsión generada por la vecina revolución francesa. Allí fue muy influido por el pensamiento de Rousseou, Motentesquieu y pensadores de la escuela de los fisiócratas. Regresó a Buenos Aires en 1794 como funcionario del consulado de comercio virreinal, destacando por sus ideales de desarrollo económico e ideas de avanzada en cuanto a la educación del pueblo y en particular de las mujeres.
Participó en la defensa de Buenos Aires en el rechazo a las invasiones inglesas de 1806 y 1807, adquiriendo rango de Sargento Mayor en el prestigioso Regimiento de Patricios pese a su desconocimiento y desinteres por la carrera militar. Fue un actor clave de la Revolución de Mayo de 1810, siendo parte de la primera junta y participando del ala radical de dicho proceso junto a Mariano Moreno y Juan José Castelli.
Pese a que no tenia experiencia militar la junta lo envió al mando de una expedición al Paraguay, donde sufrió importantes derrotas en el campo de batalla pero logró parte del objetivo político: pese a que el Paraguay no se unió a las provincias unidas, la campaña de Belgrano influyó fuertemente para que Paraguay declarara su independencia de España en 1811.
Cuando el sector conservador ligado a Saavedra se hizo con el poder de la junta de gobierno, puso en la mira a Belgrano al ser parte del ala morenista, por lo que fue destituido del mando del ejercito y obligado a regresar a Buenos Aires. Posteriormente fue nombrado jefe del Regimiento de Patricios, y estando a su mando fue que en 1812 en Rosario creó primero la escarapela y luego enarboló por primera vez la bandera argentina. Esta nueva distinción era parte de ir dando los pasos para profundizar la lucha independentista, donde por ejemplo al nombrar las baterías del rio Paraná llamó a una “independencia”. Esto demuestra que más allá de haber tomado los colores celeste y blanco del trono de los Borbones, Belgrano no estaba luchando solo para una restauración del trono español.
En 1812 fue enviado nuevamente al Alto Perú como comandante del ejercito del Norte, con la tarea de asegurar la zona contra el avance de las tropas realistas que venían desde Lima. Allí realizo importantes proezas como el éxodo Jujeño de 1812 o los triunfos de Tucumán y Salta. Importante recordar que previo a la batalla de las afueras de Tucumán, desde Buenos Aires se le había ordenado a Belgrano que se retirase a Córdoba, pese a lo cual el ejercito patriota se mantuvo y obtuvo uno de los triunfos más importantes de la guerra de independencia.
En 1814 San Martín viajó al norte para reemplazarlo al frente del ejercito, pero también con la orden secreta de detener a Belgrano y enviarlo a Buenos Aires. Pero sabiendo que detrás de esta orden estaba una maniobra política de la elite porteña, San Martín optó por obviar dicha orden y quedarse un mes y medio junto a Belgrano, donde sentaron las bases de la creación de un nuevo ejército. Luego de una misión diplomática en Europa regresó para participar en 1816 del congreso que declaró la independencia nacional, donde Belgrano fue parte de los que propusieron la instauración de una monarquía incaica, donde el apuntado para ocupar el trono era nada mas y nada menos que el hermano de Tupac Amaru II. Esta iniciativa buscaba asegurar la consolidación del proyecto de la Patria Grande, acercando a los pueblos de los actuales Bolivia y Perú, pero la propuesta fue ridiculizada y recibida como una herejía por parte de la elite porteña.
Luego de esto, Belgrano participó fugazmente de las guerras civiles que comenzaban a surgir en diferentes territorios, a diferencia de San Martín que prefirió no prestarse a esto. Murió en la pobreza el 20 de Junio de 1820, tal era su situación que pagó a su doctor con su reloj de mano y su lapida fue abonada vendiendo parte de los muebles de su casa. Hizo honor Belgrano a su frase: “yo no quiero ser un padre de la patria, me conformo con ser un buen hijo de ella”.
La figura de Belgrano así como la bandera nacional será fruto de una disputa histórica por su apropiación y significado, desde la derecha y las clases dominantes que lo utilizaron a su antojo para consolidar un relato de la “historia oficial” conforme a sus intereses hasta organizaciones revolucionarias que buscaron recuperar la lucha por la independencia en un sentido de transformación.
Su legado hoy
A más de 200 años de que por primera vez la bandera patria ondeara frente a nuestros enemigos coloniales, nuestro país atraviesa un contexto donde nuevamente los grandes sectores populares sufren la ofensiva de las patronales y la derecha que buscan descargar la crisis sobre nuestras espaldas. Asistimos a una distorsión histórica donde aquellos sectores que promueven una mayor entrega y sometimiento del país, y que ha sido su comportamiento histórico, intentan arrogarse la bandera nacional para preservar sus multimillonarias fortunas mientras las grandes mayorias viven en la pobreza.
Hoy, en cambio, recuperar la figura de Belgrano y el significado de la bandera es necesario hacerlo en un sentido de transformación. La lucha por la soberanía y por la independencia serán una creación nuevamente del protagonismo popular contra aquellos que nos quieren someter. Allí están nuestras banderas flameando, con la convicción de que continuaremos Abriendo Caminos por otro futuro junto al pueblo..