El 18 de octubre se cumple un año del día en que las iniciales protestas que encabezaron los estudiantes secundarios ante el aumento del Metro en Santiago, diera un salto cualitativo en sus formas de enfrentamiento, masividad y respuesta represiva por parte del gobierno de Piñera. A partir de allí comenzó un espiral de lucha que puso en escena sucesivas jornadas de protestas que no se veían desde el inicio de la dictadura pinochetista. A un año de tal evento, repasamos la importancia de la revuelta y las perspectivas hacia el plebiscito del 25 de octubre.
El significado de la revuelta
“Chile despertó” fue la consigna que recorrió el país trasandino y se escuchó en todo el mundo. Rápidamente quedó atrás la idea de que el estallido social se iniciaba solo por el aumento del Metro, y una consigna popular lo sintetizó con gran creatividad: “no son 30 pesos, son 30 años” haciendo alusión al malestar por la precarización y mercantilización de la vida, la extensión de las zonas de sacrificio, la impunidad de los genocidas, la persecución al pueblo mapuche, es decir, la digna rabia contra un Estado neoliberal en su máxima expresión y el legado pinochetista que se sintetiza en una hoy constitución cuestionada por el conjunto del pueblo chileno. Este fue el motor de la furia chilena que sonó en las calles con cacerola en mano, dando cuenta tanto del carácter masivo de la protesta que llegó a reunir millones de personas en las calles, pero también de su faceta de autorganización y construcción de poder popular en los territorios.
Toda esta bronca contenida que hasta el momento era canalizada en diferentes acciones sectoriales como la de estudiantes secundarios o las y los trabajadores portuarios, encontró en el marco de la revuelta un repertorio de acción directa que mostró al mundo la lucha de calles con barricadas y piquetes, la huelga política de masas, la ocupación de plazas y edificios públicos y el enfrentamiento directo contra los planes represivos que aplicaron toque de queda, y estado de excepción.
La respuesta represiva del gobierno de Píñera fue brutal. Diferentes organismos de derechos humanos registran 36 muertos, 465 traumas oculares, más de 2.500 presos y presas políticas y alrededor de 5.500 denuncias de violaciones a los derechos humanos. Toda esta batería represiva que puso en marcha el gobierno derechista de Piñera -con la complicidad de todos los organismos internaciones que ponen el ojo sobre Venezuela- no sirvió para frenar el movimiento de resistencia que obligó al bloque de poder a ensayar diferentes salidas políticas que dieran causa al reclamo de masas: Asamblea Constituyente.
Hacia el plebiscito del 25 de octubre
La crisis de la totalidad del régimen político chileno a partir del cuestionamiento de fondo a la transición pinochetista, puso en escena la consigna de Asamblea Constituyente como norte ordenador en el movimiento, en relación a la necesidad de abrir una nueva etapa política que avance en las aspiraciones y anhelos de las mayorías populares.
Ya decíamos el año pasado durante el cierre del 2019, cuando aun teníamos en frente las imágenes de las revueltas en Ecuador, Haití, Colombia, que el escenario regional muestra que las luchas florecen en el continente y de lo que se trata no es sólo de “resistir en las calles” sino de poder aunar esas resistencias con una alternativa política que se presente como opción para dar una salida popular, anticapitalista, antiimperialista y feminista, a toda la crisis que viene por nuestras vidas y territorios.
La emergencia del COVID-19 que puso un impasse en la revuelta callejera al vernos obligados a dejar momentáneamente las movilizaciones, no significó un aplaque total del hastío general por las condiciones de vida y precarización, sino más bien mostró nuevamente como frente a un pandemia la estructura desigual de los diferentes países que gobierna la derecha neoliberal, privilegió la ganancia por sobre la salud de su población.
Ese descontento que cumple un año de su estallido, tendrá el próximo 25 de octubre en el plebiscito nacional que apruebe o rechace -con convención constitucional o mixta- el camino hacia una nueva constitución, la posibilidad de dar una vuelta de página, de conquistar un salto en consciencia y experiencia de lucha, que cristalice la ruptura con el régimen político y siente un nuevo piso de acumulación desde el cual darle otra proyección a la lucha actual, donde los sectores de izquierda deben apostar a ser protagonistas en este proceso.
Desde Argentina, enviamos un fuerte saludo al conjunto del pueblo del chileno en su primer aniversario de la revuelta, que será recordó en Plaza Dignidad y diferentes puntos del país, al tiempo que nos sumamos a las acciones internacionales que dicen #ApruebloConvenciónConstitucional #ApruebloNuevaConstitución