El domingo 7 de febrero, se llevará a cabo el proceso electoral que elegirá al Presidente y Vicepresidente, 137 asambleístas y cinco parlamentarios andinos. Andrés Arauz, referente del correismo y candidato del frente Unión de la Esperanza (UNES) buscará ganar en primera vuelta para dar un rumbo opuesto al país gobernado por Lenin Moreno. Repasamos aquí los principales desafíos de una disputa electoral significativa para la región.

La rebelión contra el paquetazo como antecedente de quiebre

El gobierno de Lenin Moreno ha significado una verdadera traición a las expectativas del electorado progresista y popular que veía en él un sucesor del proyecto correista. Optó por un rumbo opuesto, alineándose con EE.UU, persiguiendo a referentes de su propio partido, atacando a Venezuela y acordando un programa económico con el FMI basado en un ajuste al pueblo trabajador. La gota que rebalsó el vaso fue el “paquetazo” programado por “el fondo” anunciado en octubre de 2019 que desató una verdadera rebelión popular, indígena, campesina, juvenil, trabajadora y de masas que prendió una mecha de agitación social que estalló a la semana en Chile y recorrió meses después a Colombia y Perú.

Durante los días que trascurrieron entre el 1 y el 12 de octubre vimos lucha de calles con una nutrida primera línea, huelga política de masas, y movilizaciones que quebraron el toque de queda y el Estado de excepción. Lenin Moreno dio marcha atrás con el paquetazo pero siguió por la senda del FMI y la persecución política a les referentes de la rebelión de octubre, y la proscripción política al correismo. El panorama se agravó cuando la pandemia del COVID-19 hizo estragos en un país gobernado por un negacionista como Moreno, lo que en consecuencia aparejó escenas de gran impacto como la aparición de cuerpos sobre las calles de Quito producto del colapso del sistema sanitario.

Los candidatos hacia el domingo

La derecha vuelve a presentar a Guillermo Lasso (integrante del Partido Social Cristiano) quien perdió contra Correa en 2013 obteniendo un 22,68 % de los votos, y se volvió a medir contra Moreno en el ballotage de 2017 aumentando su caudal electoral a 48,84 % quedando a pasos de la presidencia. Esta candidatura representa sin ningún tipo de mediaciones al capital financiero más concentrado. Lasso es el banquero que propone profundizar el rumbo optado por Lenin Moreno, subordinándose más al FMI, bajando impuestos a los ricos, “llevando a Ecuador al mundo y trayendo al mundo al Ecuador” es decir abriendo la economía sin ningún tipo de control. Con una intención de votos cercana al 25%, su objetivo es repetir un balotage para polarizar al máximo la contienda y obtener la presidencia con el apoyo de toda la derecha continental que este año viene de perder en Bolivia, y retrocede en Chile. 

En relación a lo que podemos llamar como campo de oposición al morenismo, vale mencionar que si bien la rebelión mostró una confluencia social heterogénea con tinte antineoliberal y antiFMI, dicho proceso no decantó en una unidad política que ofrezca una opción única en los comicios próximos.

Parte de las comunidades indígenas levantan la candidatura de Yaku Perez (que reúne una intención de votos cercana al 15%), referente del instrumento electoral Pachakutik, que sostiene una agenda basada en la defensa de los bienes comunes, en oposición a la megaminería, al tiempo que hace gran hincapié en el aspecto de la corrupción donde equipara a Arauz con Lasso (el candidato derechista). A su vez se plantea equidistante de la UNASUR y la Alianza por el Pacífico, relativizando todo tipo de idea de “integración latinoamericana”. Si bien es alentador que parte de los movimientos sociales que enfrentaron en las calles al morenísimo den saltos en la disputa convirtiéndose en opción político-electoral, lo cierto es que se encuentran lejos de ser una opción para derroten a la derecha en las urnas, más aun cuando se presentan como un polo de oposición total al frente Unión de la Esperanza (UNES) que agrupa la mayor parte de la expectativa popular.

Andrés Arauz se acerca al porcentaje que le permita ganar en primera vuelta. Necesita superar la barrera del 40% o superar por 10 puntos a Lasso. Asediado mediáticamente y políticamente por ser el “delfín de Correa”, Arauz ha planteado como eje de campaña en primer término superar la crisis sanitaria con la provisión gratuita de la vacuna; en el plano económico menciona rechazar el acuerdo firmado con el FMI, repatriando los dólares fugados y aplicando un impuesto a las grandes fortunas; en el plano político recostarse sobre la Constitución del Buen Vivir y promover una reactivación de la UNASUR. Su figura se muestra como una continuidad del proyecto correista, pero también una renovación representando a sectores sociales y políticos jóvenes que se opusieron al morenísimo.

El significado de un posible triunfo Arauz

La contienda electoral en Ecuador se inscribe en un escenario regional marcado por las revueltas populares que en 2019-2020 reactivaron la impugnación al neoliberalismo como receta de gobernabilidad, al tiempo que la derecha continental busca consolidarse o no perder casilleros en países como Brasil, Colombia, Perú, y Uruguay entre otros. Un triunfo en primera vuelta de Arauz con una impronta antineoliberal se vuelve de vital importancia para debilitar al eje de la OEA y el Grupo de Lima que acaba de perder en Trump a su principal referente. Evitar el balotage se vuelve imperioso, ya que implicaría un redoble de ataques contra su candidatura y la polarización que da aliento al candidato derechista Lasso.

Es evidente que el escenario marcado por el colapso sanitario, los compromisos con el FMI y la crisis económica a nivel mundial que golpea a los países dependientes, no son buenos pronósticos para Arauz, ni para quienes consideran que estamos a las puertas de “un nuevo ciclo progresista”. Por ello un triunfo electoral debe ser un punto de partida para recobrar fuerzas populares que marquen el rumbo de radicalización de los movimientos y experiencias progresistas y antiimperialistas, con vistas a desarrollar procesos de ruptura con el régimen social actual.

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