Una mayoría de 19 gobernadores presentaron un proyecto para derogar las primarias el año próximo, pero no tendrían el respaldo del kirchnerismo y Juntos por el Cambio. Un debate más allá de lo electoral.
El diputado Pablo Yedlin, bajo la órbita del gobernador tucumano, Juan Manzur, es el autor del proyecto que suspende las PASO para el año que viene con el argumento de que no cumplen ninguna función, ahorraría miles de millones de pesos y que sería lo más prudente mientras siga la pandemia. Además brindaría más tiempo a los oficialismos para que los frutos de la proyectada recuperación económica lleguen al electorado.
La iniciativa ya contaba con el visto bueno de Alberto Fernández y dos gobernadores radicales. Sin embargo, Juntos por el Cambio rechazó derogar las primarias (con mayorías legislativas en Provincia y CABA), al igual que el kirchnerismo, y el proyecto ahora quedó en el limbo.
Los motivos del rechazo cruzado entre bloques politicos no debería sorprender: expresa las diviones y tensiones que existen en cada coalición que tendrán un episodio relevante en los comicios legislativos. Los gobernadores e intendentes del peronismo (que también buscan derogar el limite de mandatos) se quieren asegurar que no tendrán competencia. Hay que recordar que listas ligadas al Evita y a La Cámpora se impusieron en las intendencias de Moreno y Quilmes.
Esta disputa también se traduce en la pulseada conducción del PJ bonaerense, actualmente bajo el mando de Grey y Menendez, pero que tendría un recambio con Máximo como nuevo presidente del partido en el principal distrito electoral.
En tanto, en Juntos por el Cambio se procesa una interna en varios niveles entre los debates de halcones y palomas en el PRO, sumado a las aspiraciones del radicalismo con Lousteau y la Coalición Civica, donde Carrió ya anticipó que será candidata a diputada por la Provincia de Buenos Aires.
El debate se presenta como ajeno y hasta irrelevante para la población que, en estos momentos de crisis, tiene otras preocupaciones y prioridades. Sin embargo, el tema no deja de afectar la vida de los partidos políticos en el país y, por lo tanto, resulta importante, al tiempo que el desenlace de las discusiones en cada bloque político serán determinantes en el desarrollo de la coyuntura.
Las PASO fueron aprobadas como parte de una reforma política impulsada por el kirchnerismo. El mayor problema no es que no cumplieron un papel en ordenar las listas -que, de hecho, en distintos casos sí ocurrió- o el gasto electoral excesivo. Las PASO tuvieron como mayor elemento negativo una injerencia estatal en la vida de los partidos que no corresponde y el establecimiento de un piso proscriptivo. La realización o no de internas y en qué condiciones es un aspecto que debe definir cada agrupación o frente.
Por otra parte, efectivamente el régimen electoral en las condiciones actuales favorece a los partidos mayoritarios tanto en financiamiento como en espacios de difusión, lo cual no debería sorprender claro. Una reforma que simplifique en una boleta única de papel y una distribución más equitativa entre las fuerzas políticas con personería sería un paso adelante para favorecer una representación de la voluntad popular más justa (siempre condicionda, igual, por numerosos factores).