Finalmente, tras días de suspenso y tensión, con vencimientos de deuda golpeando la puerta, se anunció el acuerdo del gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional. La deuda que tomó el gobierno de Mauricio Macri para beneficiar a un puñado reducido de su círculo rojo, que fue fugada bochornosamente y repudiada en las calles por el pueblo, encuentra en el acuerdo de hoy un refinanciamiento sin que sus responsables paguen costo político alguno. El mismo organismo que violó sus estatutos con el fin de injerir en el desarrollo político nacional para evitar una derrota del macrismo, que endeudo a generaciones venideras enteras, será ahora el auditor permanente de la economía argentina.

Si bien el anuncio del Ministro Guzmán marcó aspectos en principio inéditos para el organismo multilateral como por ejemplo la no alteración de las fórmulas jubilatorias o que queda descartada cualquier reforma laboral, el mismo inicio de esta “historia” (una deuda otorgada ilegalmente contra sus propios estatutos) deja cuánto menos un manto de desconfianza acerca de que esto se cumpla. En términos concretos, el FMI otorgará derechos especiales de giro para que se cubran los vencimientos de la deuda macrista, teniendo que ser devueltos en un plazo de 10 años con incluso dos de gracia. Sin embargo, el desarrollo de este mismo “sistema de deuda”, aparte de llevar a una persistente dependencia, plantea la reducción del déficit fiscal (es decir el gasto público) que en principio sería paulatino pero tendiente a llegar a 0% en 2025. Ahora bien, esa “paulatina reducción” en términos macroeconómicos que aparece como uno de los principales puntos festejados, no va a pasar desapercibida en los bolsillos de las familias trabajadoras que vienen de 4 años de permanente pérdida de poder adquisitivo en los salarios, cuándo no, han caído en los márgenes de la pobreza. Un país con el 40% de pobres no tolera ni siquiera “sintonías finas”. Como contraparte, las principales cámaras empresarias y la UIA a la cabeza ya salieron a dar su aval al acuerdo. También Juntos por el Cambio. Queda por ver qué ocurrirá cuándo se trate en el congreso.

En definitiva el acuerdo arroja una cuestión concreta: así cómo este gobierno no tomó la deuda, termina también pateando la resolución de fondo para el que asuma post-2023. Allí se deberá que renegociar ya que lo anunciado hoy tiene una duración de dos años y medio. Es un quimera quiénes estarán sentados entonces allí. Parte del contrato electoral de este gobierno era dar respuesta a este problema. Algunos sectores que lo apoyan no dudaron en festejar, otros, en cambio, ya venían expresando su rechazo públicamente en los últimos días y planteaban al default como un escenario con tantas asperezas cómo el que comenzaremos a transitar ahora. Eso sí, en caso de un default las decisiones serían tomadas desde la Casa Rosada y no desde el Departamento del Tesoro. La gravedad de no impulsar el primer día y con convicción una discusión de cara a la sociedad sobre cómo salir de una dependencia cíclica al Fondo es lo que termino llevando a que el gobierno termine entre la espada y la pared. No hay noticias buenas cuándo el FMI está de por medio. 

En esta nueva coyuntura en donde la presencia injerencista del FMI actuará como presión para construir una agenda reñida con los intereses de las grandes mayorías, es fundamental que el movimiento popular sostenga y amplíe la movilización por la defensa y ampliación de sus derechos, poniendo en el centro las demandas por salarios, jubilaciones, condiciones laborales, salario universal y cada uno de los reclamos que expresan los intereses del pueblo argentino.

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