El sábado 15 y domingo 16 de Mayo se desarrolló una mega-jornada electoral en Chile. En simultáneo, el pueblo eligió a lxs convencionales constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales. La movilización popular y el quiebre iniciado en octubre del 2019 marcó el pulso de esta elección que deja una derecha neoliberal derrotada y un resultado preliminar que marca un horizonte distinto a escribir por el protagonismo popular.
En Chile, este fin de semana se desarrollaron cuatro elecciones en simultáneo. La más trascendente en un sentido fue por los 155 representantes encargados de llevar adelante la reforma de la constitución pinochetista, uno de los resultados del estallido del 18 de octubre, y por otro lado las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales. En relación a la Convención Constitucional los resultados del Servicio Electoral (Servel) arrojaron que la listas impulsadas por independientes obtuvieron la primera minoría con 48 escaños, seguidos por 27 de la Lista de Apruebo Dignidad (Partido Comunista, Frente Amplio y otras organizaciones de izquierda), 25 de Lista del Apruebo (ex Concertación) y el oficialismo de derecha que se presentó en la lista denominada Vamos por Chile que alcanzó 38.
A su vez 17 escaños serán para representantes de los pueblos originarios. Estos resultados expresan el dislocamiento y quiebre completo en el sistema representativo a partir de la rebelión popular que cuestionó e impugnó tres décadas completas de régimen “democrático”. El saldo es ampliamente positivo para las fuerzas de izquierda y populares que apostaron a desarrollar el proceso constituyente que queda mayoritariamente a cargo de los sectores por fuera del bipartidismo tradicional y deja a la derecha sin capacidad de imponer límites a dicho proceso, ya que no obtuvo el tercio necesario para vetar modificaciones. Procesos similares se replican también en las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales en las distintas localidades del país, donde hubo un claro avance de las fuerzas de izquierda.
Como señalamos, estos resultados son una consecuencia directa de las jornadas de octubre del 2019 donde la rebelión popular chilena despertó por el aumento del metro, pero que aglutinó y canalizó años de resistencia y descontento popular ante el laboratorio y pilar neoliberal de América Latina. Ante una irrupción popular de masas que chocó directamente con todo el régimen, se planteó y conquistó la convocatoria a una asamblea constituyente. Es así, como se llega al plebiscito donde con una de las participaciones más altas en los últimos años: 80% de los votos por el “apruebo” de la reforma constitucional y la conformación de una convención constitucional 100% elegida por el pueblo. Una primera derrota en las urnas para la derecha. De esta forma los sectores dominantes de la mano del presidente Sebastian Piñera quisieron encauzar y encorsetar el proceso de movilización, pero subestimaron el alcance de la rebelión popular que hoy escribe un nuevo destino para el país con una constituyente dirigida por independientes y la izquierda.
A pesar de las maniobras reiteradas por sabotear el proceso y las candidaturas independientes, lo que expresó cierta merma en la participación electoral, el dato relevante fue la presentación y gran desempeño electoral de las candidaturas independientes, las cuales algunas están constituidas en listas o de forma aislada, pero que a la luz de los resultados evidencian que son el claro protagonista de esta elección. En sintonía con este proceso, es la primera vez que Chile elige por voto directo la gobernación de las regiones. Por otro lado, hay que destacar el rol del movimiento feminista, el cual logra que se llegue a una conformación de listas y distribución de los cargos con paridad de género. Es de esta forma que es el primer proceso constituyente a nivel mundial que se realiza con plena paridad de género. Otro factor de análisis es el rol de los pueblo originarios que ganan un reconocimiento teniendo un cupo de representación de 17 convencionales elegidos por ellos mismos. Por último, es destacable el rol de la juventud que es transversal en todos los procesos y que vislumbra una nueva generación militante que se involucra en la construcción del futuro.
Estas elecciones profundizan el rumbo de la rebelión popular iniciada en 2019. El plebiscito, el proceso electoral y con ello los resultados arrojados denotan un pueblo dispuesto a construir un futuro sin neoliberalismo con protagonismo de todos los sectores populares, y una derecha marginada en el nuevo proceso de reforma constitucional.
Es así que los escenarios del futuro chileno quedan abiertos tanto en la forma que asuma la reforma constitucional, como así también el desarrollo de la movilización popular que sigue presente en distintas luchas y la construcción de alternativa política de cara a la elección presidencial de Noviembre del corriente año. En este sentido, es necesario prestar principal atención al proceso que se logre e incluso posibilidades de unidad entre la “Lista del Pueblo” (una de las principales independientes) y “Apruebo Chile Digno” con participación de sectores del Frente Amplio y Partido Comunista, quienes quedaron en primer y tercer lugar respectivamente. A la vez, como mencionamos con las elecciones de gobernadores, alcaldías y concejalías también se evidencian grandes cambios de las fuerzas políticas y con ello la renovación de representantes populares. Todo esto preconfigura un escenario donde hay una radicalización del proceso con una nueva Constitución que rompe con las privilegios de las elites en favor de las mayorías populares. Una ruptura de ese orden plantearán choques más profundos y por tanto la disputa del poder político y el desarrollo de la movilización popular.
La victoria chilena tiene implicancias en la región. No solo por la derrota del país modelo del proyecto neoliberal sino en la generación de otra correlación de fuerzas a nivel continental. Como venimos desarrollando, América Latina se encuentra signada por una fuerte inestabilidad y volatilidad política con una tendencia a la polarización y una ofensiva imperialista y de la derecha, pero a la vez por procesos de resistencia y movilización popular, por un lado, y por triunfos de coaliciones moderadas o de izquierda en varios paises, por el otro. Las organizaciones populares debemos aportar a esa resistencia y movilización popular y a construir proyectos con una perspectiva de radicalización y transformación.