Hoy se publicó en el Boletín Oficial el decreto que establece un cupo laboral travesti, trans y transgénero en el Estado nacional, una medida que celebramos y, entendemos, no es producto de una política espontánea ni errática, sino resultado de una conquista del movimiento LGBTIQ+ y feminista que exigió con fuerza este reclamo. Ahora, a profundizar.

El decreto surge en un momento donde se estaban discutiendo en comisión diversos proyectos de ley referidos al tema, en algunos casos con un porcentaje mayor de inclusión al que establece al decreto e incorporando al sector privado. En este sentido, el DNU establece un cupo laboral del 1% en el Sector Público Nacional a ocuparse por personas travestis, trans y transgéneros. Esto, concretamente, consiste en 4.000 puestos de trabajo que se distribuirán a lo largo del territorio nacional. Como se puso de manifiesto a lo largo de la cuarentena, la población trans y travesti en nuestro país se encuentra en emergencia y en una situación de extrema vulnerabilidad, por lo cual el decreto en este marco, y su rápida reglamentación e implementación es fundamental.

A su vez, es un paso importante para seguir la pelea por una inclusión laboral integral para personas travestis y trans. En esta dirección, pensamos que la medida debe extenderse a todo el sector laboral estatal (provinciales y municipales) y al sector privado, espacio clave para concretar una inclusión laboral real para todes les compañeres travestis, trans y transgénero. En lo que respecta a las empresas -que históricamente negaron el acceso al mercado de trabajo a identidades disidentes-, es fundamental que esa inserción laboral sea con todos los derechos y en las tareas adecuadas, incluso con los costos a cargo de las capacitaciones por cuenta de las patronales. Es decir todo lo contrario al pedido de beneficios que pide un sector como si fuera tuvieramos que felicitarlos por cumplir con una inclusión laboral que jamás deberían haber negado.


La inclusión laboral trans no es un detalle. Estamos hablando de una medida que no es simbólica sino profundamente anclada a los horizontes de vida y las condiciones concretas que este sistema le propone a este sector de nuestro pueblo. Entonces, contar o no con este decreto no es menor, como tampoco es menor la importancia de continuar firme la lucha por una inclusión laboral que requiere de una pelea de fondo. Se trata de una lucha de profundas raíces por conquistar una igualdad de largo alcance que necesariamente implica un cuestionamiento a una organización social basada en bases capitalistas patriarcales.

Por otro lado, este reclamo fue transformándose a lo largo del tiempo por la experiencia y las conclusiones de lucha acumuladas. Pasamos de exigir traVajo desde un paradigma de “cupo laboral” para pasar, alegremente, a un paradigma de “inclusión laboral”. Más allá de las cuestiones concretas que amplía esta última perspectiva -a la que apostamos- lo importante es entender que está en nosotres la capacidad de ampliar los horizontes, de correr los límites de lo imaginable y de lo posible de las políticas que vayamos a conseguir. Y que también está en nosotres esa fuerza colectiva transformadora que seguiremos cosechando para que el presente y el futuro signifiquen siempre menos odio, más derechos y más libertad.

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