Los distintos anuncios sobre el casi inminente advenimiento de múltiples vacunas contra el coronavirus han sido una forma de dar vuelta la página para el gobierno Nacional. Se ha instalado mediáticamente “la llegada” de la tan ansiada vacuna y esto ha servido de puntapié para una suerte de re lanzamiento de la gestión Fernández. Luego de meses donde las distintas facetas de la crisis han ido desgastando al gobierno, el tema de la vacuna y el pasaje del ASPO al DISPO, producto de un marcado descenso en el número de casos en el AMBA, son una inyección de aire fresco. Sin embargo existen muchas dudas sobre los plazos y los planes de aplicabilidad dado que hasta la fecha solo hay acuerdos previos (casi de palabra) entre la cartera de Salud y los agentes productores de las vacunas; y aún faltarían algunas aprobaciones de calidad para que se pueda lanzar. Mientras tanto el gobierno gana tiempo e intenta aprovechar el cambio de clima social, en torno a la expectativa por la vacuna, y a la vez deja vislumbrar un plan económico que estaría muy lejos de solucionar la grave situación de millones de argentinxs afectadxs por la crisis.
Las últimas semanas uno de los temas centrales de la agenda pública ha sido la posible llegada de distintas vacunas que permitan controlar la pandemia. El viaje de Carla Vissotti (mujer fuerte en el área de Salud) a Moscú hace unas tres semanas trajo como primicia un acuerdo bilateral con el gobierno de Putin para que lleguen al país 25 millones de dosis de la llamada Sputnik-V entre diciembre y febrero de 2021. Y recientemente se anunciaron acuerdos con la multinacional Pfizer por la llegada de unas 750 mil dosis también en diciembre y otros contratos con AstraZeneca, que distribuirá la vacuna de Oxford y que ya se había anunciado su fabricación en el país, y la Sinopharm china que ya realiza ensayos en Argentina, pero que se desconoce cuando podría llegar masivamente. Un detalle para nada menor es que todas estas vacunas se encuentran en la llamada fase 3, es decir una etapa experimental reducida a un número de personas (del orden de entre los 30 mil y 50 mil, según la vacuna) previa a la aprobación definitiva para su posterior aplicación masiva.
Esta cuestión ha generado dudas y cuestionamientos sobre la viabilidad de lograr vacunar a millones de habitantes en los próximos meses, como se anunció. El objetivo del gobierno es de lograr desde diciembre hasta marzo de 2021 que cerca de 12 millones de personas reciban la vacuna priorizando al personal de Salud y a lxs pacientes que conforman los grupos de riesgo. En cierta forma se trata de una batalla contrarreloj viendo la dureza con que golpea el rebrote en Europa y EEUU. Si bien al día de hoy estamos ante una baja sostenida en el número de casos en el AMBA, la posibilidad de una “2da ola” es casi inminente y la vacunación masiva sería una fuerte medida para frenarla. Algunas fuentes hablan de un plan de vacunación para 2 tercios de la población nacional a entre diciembre y durante todo el 2021. Lo que implicaría un verdadero desafío para el sistema de salud: no solo por la posibilidad de contar con las dosis suficientes sino también por la logística que implica; y teniendo en cuenta el estado crítico en que se encuentra con la crisis de la pandemia y el deterioro de los últimos años, parece algo realmente complejo.
La nueva “carrera espacial” por la vacuna contra el COVID encierra nada más y nada menos que la competencia comercial que implica, a escala planetaria, la colocación de las millones y millones de dosis. Actualmente existen al menos 10 proyectos de vacunas que van desde la vacuna investigada y desarrollada en Cuba, en China o en Rusia hasta las propuestas por las grandes multinacionales farmacéuticas, como Pfizer, AstraZeneca o J&J. Es que el capitalismo ve en la carrera por la vacuna un nuevo negocio que lejos está de tener por objetivo garantizar la llegada planificada a toda las poblaciones, sino en ver quién logra el mejor negocio. Según un relevamiento, el mercado anual de la vacuna será de u$s10 mil millones. A su vez, un informe de la Organización Mundial de la Salud advierte que “los modelos corrientes prevén que no habrá vacunas suficientes para cubrir al conjunto de la población mundial hasta 2024” y agrega que “3.8 miles de millones de dosis ya se encuentran comprometidas, otras 5 mil millones en negociación”. Las posibilidades reales de los grandes laboratorios de cumplir con los compromisos comerciales parecen, mínimo, complejas.
Esta disputa viene aparejada, por supuesto, con fuertes operaciones mediáticas de publicidad y también de desprestigio. Tal como sucedió en nuestro país al anunciarse la posible llegada de la Sputnik, no faltaron los medios de derecha que arremetieron contra la vacuna rusa en pos de realzar a aquellas en las que los empresarios locales tienen intereses. Con un discurso reaccionario, vinculando al gobierno con el falso comunismo ruso, demonizando esas ideas, y contribuyendo a un sentido creciente de malestar que sea acumulable por todo el resurgir derechista.
Lo cierto es que todos estos elementos mediáticos les vinieron muy bien al gobierno para cambiar un poco de agenda y retomar cierta iniciativa. Es que la llegada de la vacuna, si bien nadie sabe bien ni cuando ni como, implicaría un cierto alivio para la crisis sanitaria en tránsito y para un potencial segundo rebrote que requiera vueltas abruptas a fases de cuarentena más rigurosos. De todas formas, el factor económico incide y determina ésta cuestión: el anuncio del pasaje a la etapa de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) es el sello final a una flexibilización de hecho durante los últimos 3 meses. Si bien, como se dijo, la curva de contagios está a la baja, la decisión de salir de la cuarentena la tomaron los empresarios antes de que esta mejoría suceda y que implicaron inevitablemente un mayor costo en vidas y contagios. Son los sectores patronales quienes ejercieron la presión suficiente para que la actividad económica se reactive más allá del aumento de defunciones que provoca a diario el virus.
En síntesis, el anuncio de la llegada de alguna de las vacunas en danza tiene una centralidad importantísima considerando los efectos del coronavirus este año. Sea cual sea la primera vacuna en llegar se trataría de una excelente noticia pero esto debe ser un aspecto claro para la población: cuáles son las negociaciones en curso con los laboratorios, su capacidad real de producción y las proyecciones concretas para una campaña de vacunación masiva, . En eso se vuelve fundamental que, en primer lugar, en la implementación de la logística requerida por el sistema de salud para una campaña de vacunación masiva planteará un mayor presupuesto y personal, aspecto que ha quedado una y otra vez relegado ¡en una pandemia!
Pero por sobre todas las cosas, es necesario que el avance significativo que implicaría la llegada de la vacuna sea el puntapié para que los sectores populares avancemos con nuestra iniciativa.