Las masivas protestas que sacuden al país norteamericano expresan un profundo malestar acumulado por el desempleo masivo, el impacto de las muertes por el Covid-19 en los sectores más vulnerables y la sistemática violencia policíal con un claro contenido racista.
En plena pandemia, la situación de la mayor potencia imperialista es alarmante. El exponencial avance de los contagios y las muertes por coronavirus, se conjuga con una crisis económica y social comparable con la Gran Depresión de los años 30. La principal evidencia está en las 40 millones de personas que pidieron el seguro de desempleo en lo que va del inicio de la pandemia (entendiendo que son muchos más los actuales despedidxs en medio de la crisis) mientras que el avance del virus está afectando especialmente a los sectores populares, en su mayoría afro descendientes, latinos y migrantes.
Esta situación dramática es acompañada por el agravamiento de la violencia policial y el racismo que ha actuado como un disparador de la ira popular: la filmación que muestra como George Floyd fue asesinado esta semana por un policía blanco de una forma indignante encendió la llama. Van ya 4 días de protestas callejeras en más de 10 ciudades de Estados Unidos reviviendo la consigna “Black Lives Matter” (las vidas de lxs negrxs importan) e incluyendo la quema de comisarías cuyas fotos están dando vueltas el mundo.
Mientras tanto, el gobierno de Trump no sólo no da respuestas ante la pandemia sino que alienta la represión y el racismo. El presidente multimillonario envió 500 soldados de la Guardia Nacional a reprimir las manifestaciones de Minneapolis mientras echaba nafta al fuego con sus declaraciones al respecto: “Cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo”, dijo citando una frase característica de la reacción al movimiento de derechos civiles en los años 60. A esto se le suma la reciente declaración del toque de queda en Minneapolis, donde se espera, al igual que en el resto del país que las protestas continúen el día de hoy.
Hoy más que nunca queda en evidencia la importancia de luchar contra toda forma de opresión y explotación. La solidaridad internacional es fundamental ante este contexto de agudización de la crisis y la barbarie que el capitalismo genera.