Luego de unas cuantas semanas de relativa tranquilidad en las cuales el gobierno dispuso el fin de la cuarentena, técnicamente conocida como ASPO, y el consecuente pasaje a la etapa de DISPO, la pandemia del coronavirus vuelve a sacudir la agenda nacional. El crecimiento sostenido de la curva de contagios prendió la alarma del potencial, y ya confirmado rebrote, al igual que sucede en muchas partes del mundo.

La baja en la cantidad de casos producida durante noviembre y diciembre sumado a la expectativa por la llegada de la vacuna Sputnik-V hacían pensar al gobierno que el rebrote estaba allá lejos; pero el relajamiento social de las medidas preventivas, potenciadas por la llegada del receso de verano y de las fiestas, combinadas con las aperturas desmesuradas de ciertas actividades dejan en evidencia que la pandemia no está para nada superada. La pregunta que sigue es: para frenar el rebrote, ¿qué medidas deben implementarse? Es fundamental que ante la posible necesidad de vuelta a fases de cuarentena no se vacile en anteponer el cuidado de la salud por los intereses económicos, pese a quien le pese.

La caída en la cantidad de casos de la COVID determinaron el inicio de una fase de Distanciamiento Social, es decir: la apertura de determinadas actividades sociales permitidas en un marco de continuidad de las medidas preventivas como el uso de tapaboca y evitar la aglomeración. Esta disposición fue reclamada fuertemente por lo sectores empresariales que desde hacía muchos meses venían exigiendo al gobierno que se finalice la cuarentena. Pero al cabo de un mes y medio después esta situación controlada parcialmente se revierte fuertemente: el 2020 finaliza y el 2021 comienza con una suba desenfrenada en la cantidad de contagios y de fallecimientos. Para tener una idea, en los últimos siete días se contabilizaron un promedio de 8000 casos por día (tocando picos de más de 13 mil casos, como el día 5 de enero), alcanzando los 1000 casos por día en CABA, y en los últimos 14 días se registraron 1380 muertes. En otras palabras, los datos alcanzan para confirmar que estamos ante un rebrote de la enfermedad, repitiendo un escenario que parece darse a nivel mundial. La llegada del invierno en el hemisferio norte produjo una fuerte 3er ola que ha obligado a las autoridades de los países europeos a volver a fases de aislamiento. Esta situación se agrava con la detección de diversas mutaciones del SARS 2 (coronavirus) con mayor capacidad de contagio. Éstas nuevas cepas prendieron la alarma tanto en países del norte, como el Reino Unido y anteriormente en Dinamarca con el virus aparecido en los visones, como en Sudáfrica y Brasil. En nuestro país esta situación particular obligó a la cancelación de vuelos con el Reino Unido para evitar la llegada (o mayor difusión) de la cepa británica; y recientemente se ha identificado la presencia de la cepa brasilera.

Si bien Ginés González García reconoció que una 2da ola de la COVID en la Argentina llegaría en algún momento del verano, todo parece indicar que el rebrote se ha adelantado. Esto se debe principalmente a dos factores: por un lado un claro relajamiento social en las medidas de cuidados sanitarios; y por otro, un insuficiente control tanto en las re-aperturas comerciales como en la implementación de operativos de prevención en  las playas atlánticas. Esto se verifica claramente al observar cómo ha crecido el virus tanto en CABA como en Mar del Plata, donde se registran más de 500 casos en los últimos 3 días.

Por otro lado, si bien la llegada de 300 mil dosis de Sputnik-V generan una luz de esperanza para empezar a superar esta dura crisis, la campaña de vacunación recién comienza y llevará mucho tiempo evidenciar su efecto. En este punto cabe aclarar que la campaña de vacunación cuenta con varias etapas y en esta 1er  el objetivo es inmunizar al personal de salud más expuesto y luego a lxs adultxs mayores que se encuentran más vulnerables. Esto quiere decir que al menos en los primeros meses el objetivo de la campaña de vacunación se focalizará en disminuir la mortalidad de la enfermedad, lo cual no implica que conllevará una baja en la cantidad de contagios. El efecto de inmunidad social producto de la vacunación se verá a la largo de los meses cuando se incremente el número de personas que la reciban. En ese sentido, el gobierno ha acordado ya la llegada de millones dosis tanto de Sputnik-V como de la vacuna china de Sinopharma. Por otro lado, cuenta con un convenio con la empresa AstraZéneca para producir la vacuna británica de Oxford. Pero, como es de esperarse, la lógica del mercado y de obtención de ganancias se antepone a los objetivos sanitarios y por ahora las vacunas llegan a cuentagotas y la nueva “carrera espacial” dictamina las prioridades. La especulación de las corporaciones que producen las vacunas retraza aun más la ya insuficiente producción para abastecer a los países. Es que la competencia por la venta y entrega de vacunas a nivel global viene de la mano de fuertes campañas de desprestigio y desinformación que solo generan preocupación. En nuestro país los grandes medios hegemónicos, sobre todo televisivos, dedican horas de programación en señalar las preocupaciones, muchas veces falsas, sobre la “vacuna rusa” y las bondades de la norteamericana Pfizer. Tanto es así que no se tiene en cuenta que ésta última es de las vacunas menos convenientes tanto desde un punto de vista técnico-sanitario como económico: en primer lugar, debe conservarse a -70°C y en nuestro país solo 56 de los cerca de 7000 centros de vacunación cuentan con equipamiento para “super frío”. En segundo lugar, la vacuna Pfizer es de una tecnología novedosa pero poco estudiada, por ende es mucho más esperable que genere efectos adversos que las otras que son vacunas más “tradicionales”. Y por último, tienen un valor de más de 20 dólares, por sobre los menos de 10 dólares de la vacuna británica, por ejemplo.

Esta “danza” de vacunas muchas veces invisibiliza a otras experiencias como las Soberanas I y II, desarrolladas por Cuba. Es importante señalar esto para valorar lo que implica que, para un país latinoamericano hermano que sufre un bloqueo económico tan duro por parte del imperialismo, se tenga dos vacunas candidatas propias.

La llegada del rebrote en nuestro país implica una fuerte preocupación. Significa volver a hablar del peligro del stress del sistema sanitario, de la posibilidad del desborde en hospitales y sobre todo de la pérdida de vidas que implica esta pandemia. También impacta directamente sobre las proyecciones de recuperación económica del Gobierno para este año electoral, lo cual explica la dilación de nuevas restricciones sanitarias en plena temporada alta.

Ante la situación de la curva ascendente de contagios, no puede haber lugar para especulaciones. Es fundamental que el gobierno tome las medidas necesarias de forma integral para controlar a tiempo este nuevo estallido de la enfermedad y se llegue a controlar. En caso de que los contagios sigan en aumento no bastará con toques de queda, como se ha barajado en los últimos días. Ni tampoco alcanzará con pedirle más cuidados a la población, si bien son muy importantes y necesarios.

Un recrudecimiento de la pandemia exige que se tomen las medidas que sean necesarias para que a nadie le falte nada. Si eso implicase tener que cerrar actividades, debería ponerse en agenda que el Estado tiene la potestad de distribuir recursos con el fin de cuidar la salud de todxs. Si bien varios funcionarios han expresado que no se dudará en “volver atrás” si fuese necesario, es bien sabido que la presión que sectores económicos ejercen quita del medio la posibilidad de, por ejemplo, vuelta a etapas duras de cuarentena y que, en el Presupuesto 2021, no están previstos instrumentos como el IFE o el ATP.

Por supuesto, la necesidad de tomar medidas de este tipo chocaría no sólo con las grandes patronales, sino que también afectaría directamente las negociaciones con el FMI, donde Guzmán se comprometió a avanzar en una senda de reducción del gasto público. Sin embargo, en esta coyuntura, resulta evidente -otra vez- que hay que afectar los intereses de los sectores más concentrados para preservar el interés mayoritario.

Ante una pandemia que llegó para poner evidencia las limitaciones estructurales que tiene este sistema a nivel mundial, y que en la Argentina tiene su forma particular, en el comienzo de un nuevo año signado por las negociaciones con el FMI que se avecinan, y las elecciones de medio término, el costo de la crisis sanitaria, económica y social lo deben pagar los que se enriquecieron los últimos años del macrismo, y no con el “esfuerzo” de trabajadores y jubiladxs. Es por eso que, lejos de una medida extraordinaria y por única vez, se vuelve apremiante poner en agenda un impuesto permanente a las grandes riquezas para costear el impacto de la crisis priorizando los reclamos populares.

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