El plan de vacunación en la Ciudad es un aspecto que ha puesto de manifiesto las inconsistencias de un gobierno que suele apelar al marketing y la pauta publicitaria para blindarse. Un punto débil que puede costarle caro a Larreta en un año electoral.

Las imágenes de jubilados, algunos en sillas de ruedas, otros inclusive descompensándose haciendo colas interminables al rayo del sol, tendrán sin lugar a dudas sus costos políticos para el gobierno de la Ciudad. Es que en este caso “las imágenes que valen más que mil palabras” evidenciaron el estado general de la salud pública en el distrito más rico del país. Al mismo tiempo, condensaron en una jornada los efectos de la dilatación del plan de vacunación que obedece a una pura especulación política del gobierno de Cambiemos. La mayoría de quiénes estaban en esas condiciones eran personas de 80 años o más, cuando supuestamente la vacunación de este sector etario ya debería haber finalizado. Ni que hablar que se trata de los mismos jubilados que año a año y reforma previsional tras reforma previsional ven sus ingresos saqueados.

Hace ya dos meses, cuando comenzaron a llegar de manera periódica las dosis de las diversas vacunas y el plan de vacunación a nivel nacional tomó mayor volumen, diversas organizaciones populares vienen exigiendo que el gobierno de Larreta haga público su calendario de vacunación. Esto sin embargo se dilato. La Ciudad aplicó sus propios criterios y comenzó a vacunar de acuerdo a las dosis que Nación le bajaba. A diferencia de otros distritos, no hay un empadronamiento general de la ciudadanía para recibir la vacuna y las prioridades no terminan de quedar claras. Es así, que aún en este momento resta vacunar al 30 % de personal de salud, que en la última semana ha tenido que soportar la pérdida de dos médicos más a causa del COVID y obviamente, sin llegar a ser vacunados.

En el medio del escándalo del vacunatorio VIP, pasó desapercibida la noticia de otro de los “criterios extraordinarios” de Larreta: el otorgamiento de dosis a las prepegas. Bajo el argumento poco consistente de la descentralización, una vez más el gobierno porteño arrojó beneficios hacia el sector privado y claro también, hacia los sectores de la ciudad que tienen posibilidades de pagar un servicio de salud. Ni Quirós ni Larreta aún pudieron explicar convincentemente esta situación.

Un tercer criterio propio llegó en medio del comienzo del ciclo lectivo 2021. Pese a que el Ministerio de Salud Nacional disúso priorizar a los y las docentes menores de 60 años con las vacunas Synopharm, el jefe de gobierno salió a despegarse y decir que ese no sería el modo de proceder en su distrito. A la semana tuvo que desdecirse y a regañadientes anunciar un plan para este sector, que comenzaría el miércoles 10. Una decisión que sin dudas obedece a la presión dada por la contracara de la vacunación en otros distritos.

El desborde de los vacunatorios de hoy es entonces la postal indefectible de este manejo de la salud por parte de Cambiemos. En todo el mundo, el modo en que se maneja la pandemia y el acceso o no a las vacunas es el que inclina las encuetas y también el humor social. Basta ver lo que ocurre en Paraguay y Brasil para tener una muestra de esto. Ante una gestión que siempre parece blindada por los medios, hoy no existió posibilidad de ocultar lo que ocurría. A quiénes queremos una Ciudad diferente nos queda entonces aprovechar la contingencia para mostrar que la vida de los más postergados en la ciudad es también un caos semejante al de las imágenes de hoy.

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