El velatorio en Casa Rosada del mejor jugador de fútbol de la historia terminó en caos, desborde y, principalmente, represión. ¿Cómo puede ser que algo que debía ser una enorme despedida popular haya finalizado de esa manera? El desconcierto que arroja sobre la mayoría de la población esta situación expone, al mismo tiempo, en forma cruda como la profunda crisis que deja la pandemia ya se traduce en forma cada vez más concreta en tensiones internas con un gobierno superado que no puede dar respuestas acordes.
El velatorio de Diego Armando Maradona, era sabido, sería multitudinario. Ninguna pandemia iba a impedir que millones de seres humanos que identifican sus mayores alegrías con ese ídolo del fútbol dejaran de ir a darle su último adiós. El Gobierno habló con la familia del Diez y pusieron la Casa Rosada para llevarlo adelante. Sin embargo, desde el comienzo, el acotado tiempo previsto para la ceremonia -de 6 a 16- hacía preveer que la situación podría desbordarse. Desde la noche ya miles se encontraban a la espera en la Plaza de Mayo.
Ni bien comenzó el velorio y las colas que se extendían cuadras y cuadras, se desplegó un fuerte operativo policíal bajo un comando unificado del Gobierno nacional en coordinación con el gobierno porteño. Los conflictos empezaron temprano, pero luego del mediodía, cuando la policía cerró el paso en Avenida de Mayo y desató una brutal represión, el caos se generalizó con la motorizada a los tiros por 9 de julio.
En paralelo, la Casa Rosada se vio copada por miles que tiraron las rejas y llegaron hasta el Patio de las Palmeras. El Gobierno tuvo que retirar el féretro del Salón donde estaba dispuesto mientras intentaba apuntar contra el gobierno de la ciudad por la represión. Sin duda Larreta y Santilli son responsables del accionar de la Policía porteña. Pero resulta ridículo que los ministros de Seguridad e Interior de la Nación, a cargo del operativo conjunto, monten un show en las redes para desligar responsabilidades mientras otro tanto ocurría en la Rosada.
Alberto dijo que “deberíamos haberlo previsto” y que no esperaban la asistencia de barrabravas. Algo ridículo cuando el jefe de la barra de Boca, Rafa Di Zeo, ingresó a la Rosada primero que todos en la madrugada del jueves. También dijo que “podría haber sido peor”. Sin duda luego de cuatro años de Macri que significaron un desastre para el país, este argumento es visto todavía por importantes sectores que apoyan al gobierno como correcto. Pero si este es el piso, si de lo que se trata es de aceptar que no había otra salida que reprimir en la jornada de despedida a Maradona, el único horizonte que allanamos es para que vuelva o ganen poder los Macri y Larreta.
El gobierno, esta vez en tiempo récord, pasó de tomar una iniciativa a verse desbordado por una situación de crisis y desenvolver una salida totalmente reaccionaria como una represión contra miles y miles que buscaban dar su adiós a Maradona.
A casi un año de su asunción como gobierno, las lógicas contrafácticas, la improvisación en un gobierno surcado por las divisiones y las salidas por derecha -con represión o acuerdos con el FMI y empresarios- van mostrando límites respecto de que no abren ningún horizonte nuevo o alentador, más bien todo lo contrario. Como la historia no es lineal, ahora quedó retratado quizás si se quiere de forma inesperada o casual, con una respuesta grotesca ante un hecho “no político” pero que es, finalmente y todes lo sabemos, sumamente político.
La pelota está del lado de las organizaciones populares en no callar ni omitir nada. Pasados estos días de duelo popular y para torcer el rumbo de la situación, debemos articular la mayor unidad para enfrentar las presiones de la derecha (de afuera y de adentro del FDT). Hay que empujar decididamente por otra agenda, que ponga en el centro las necesidades populares.