Las entidades de las patronales agrarias mantuvieron la medida de fuerza por 72 horas, a pesar de que el Ejecutivo reabrió parcialmente las exportaciones de maíz, y amenazan con profundizar las protestas. El campo popular no debe ser indiferente a la avanzada de los que tienen todo.
Finalmente, el lunes comenzó el lockout de 72 horas resuelto por la llamada Mesa de Enlace que reúne a la SRA, la FAA, la CRA y Coninagro aunque esta última no adhirió a la protesta. En las últimas horas, los voceros de estas entidades amenazaron con profundizar el “paro”.
La medida tiene lugar incluso luego de una concesión del Gobierno que reabrió las exportaciones de maíz, lo cual sorprendió a las filas del oficialismo durante las primeras horas del lunes. La “marcada de cancha” permite también una lectura secundaria, donde los terratenientes quieren mostrar su poder de fuego frente al Consejo Agroindustrial, que reúne a las cámaras exportadoras y mantiene buen diálogo con el gobierno.
Vale señalar que la decisión del gobierno implicaba simplemente la suspensión de la exportación del maíz por 60 días para abastecer el mercado interno y evitar una espiral inflacionaria sobre los alimentos, que vienen registrando una suba promedio superior al resto del aumento del costo de vida.
A su vez, los “productores rurales”, en realidad, la minoría propietaria de las tierras (a contramano de miles y miles de pequeños productores y cooperativistas nucleados en organizaciones campesinas que luchan por el derecho a la tierra) se vio beneficiada por el precio récord que viene registrando la soja a nivel internacional.
En conclusión, como ocurrió con Vicentin, el recule del Gobierno en una medida correcta solo envalentona a avanzar a los sectores más reaccionarios. Si se permite la cita, “la historia se repite la primera vez como tragedia y la segunda como farsa”. El cierre por dos meses de las exportaciones de maíz se encontraba lejos de equipararse a la intervención y expropiación de la cerealera, sin embargo, parece una dinámica que los sectores concentrados han logrado imponerle al presidente.
En ese sentido, el campo popular no debe permanecer indiferente y debe responder con su propia agenda. Desde esa mirada, nos parecen positivos los pronunciamientos de sectores del Frente de Todos que reclaman profundizar un sendero de radicalización y de organizaciones como la UTT que buscan un cuestionamiento de fondo al modelo agroalimentario en el país.
En ese rumbo, apostamos a construir la unidad popular necesaria para que se discuta e imponga la agenda de los sectores populares del campo y de la ciudad.