Por Lauti Radovich
Convocar a Lohana cada febrero se ha convertido en un juego, una especie de memotest colectivo. Jugamos a armar el rompecabezas de todo lo que significa. Cada 5 de febrero reactualizamos casi sin querer la obra militante de una travesti compañera de todes, compañera del pueblo. Traviarca, también le decimos. Sudaka y comunista. A 5 años de su muerte, recordamos y revivimos a Lohana a la luz de nuestras viejas y nuevas conquistas, y de las que ya se vienen.
Lohana Berkins fue una activista travesti que junto a otras compañeras travestis y trans hicieron nacer un movimiento propio pero que siempre reclamó la dignidad de pertenecer. Un colectivo militante por los derechos humanos fundamentales de las personas trans y travestis, perpetuamente condenadas al abandono de un sistema libre para quien pueda conseguir un trabajo y pagar su absolutamente parcial libertad.
Es algo de otro orden, orgánico pero eterno, imposible de matar porque la muerte la reaviva, como al fuego. Del ADN de lo urgente, de la familia de lo impredecible y lo imposible.
Matemáticamente hablando, no existe probabilidad ni razón lógica; ni siquiera una geometría útil para encastrar sus ideas en el paradigma patriarcal de la muerte y la vergüenza.
Peleó por el matrimonio igualitario y por la identidad de género. Denunció incansablemente los asesinatos y crímenes de odio que sufrieron sus compañeras y ella misma. Escupió sobre los papeles policiales que siempre reprimieron a las travas por el descaro impostergable de existir. Como si no lo merecieran.
Encabezó la Marcha del Orgullo desde sus inicios y pudo poner palabras a los discursos, las consignas y los petitorios de miles personas con vivencias de género que aún no se habían nombrado nunca.
En fin, Lohana nació en este mundo pero murió en el propio universo nuevo que nos invitó a construir. Por eso es imposible olvidarla, porque movió caderas fosilizadas, organizó mil movidas e insultó a tantos malhechores y los hundió en tanta vergüenza que hoy hasta la maldita derecha la levanta.
Pero a no engañarnos, es esa misma derecha que nos niega la educación, el trabajo y la salud. Son esos mismos representantes de la lucha contra nuestros derechos los que van a seguir negando realidades, como el aborto legal, seguro y gratuito.
Tener un trabajo es algo fundamental, de vida o muerte. Poder acceder a la salud pública también. La salud de las travestis y trans (y de todas las vivencias de género disidentes) es una disputa política abierta. Cuando se tiene un trabajo es más fácil ejercer el derecho de acceder a la salud y a muchos otros derechos más.
Y cuando dentro de algún tiempo salgamos a pedir a gritos al Congreso Nacional la aprobación de la ley de Cupo e Inclusón laboral travesti y trans, serán esos mismo representantes, los de adentro y los de afuera del Congreso, los que dirán que no. Eso también lo sabía Lohana, y entonces recordarla se convierte en no olvidar.
Así expliquémoslo, como lo haría Lohana, como si fuera algo obvio que ya debería saberse y que desnuda la profunda crueldad de algunas realidades silenciadas, las de las travestis y trans y de todas las personas LGBTIQ+, por ejemplo.
Lohana es nuestra, y no por apropiación cultural, ni por fetiche ni por moda.
Es nuestra porque ella nos eligió, porque tuvo la picardía lúcida de levantar los muros que separan las dos veredas que ya conocemos pero tiñendo de nuevos colores las piedras que defenderán nuestras vidas cuando llegué el día.
“El momento de la revolución es ahora”, nos dijo, y selló así una verdad que cobra sentido cada vez que se la pronuncia.
¡Lohana Berkins presente!
¡Ley de Cupo e Inclusión laboral travesti y trans ya¡
¡Implementación efectiva del aborto legal, seguro y gratuito en todo el país!