Había sido acusada por un crimen que no cometió, estuvo presa injustamente y gracias a la campaña de visibilización que reclamó fuerte por su absolución se conquistó la misma, lo que significa un paso más en la lucha contra la criminalización de nuestras identidades. Estas líneas celebran este triunfo e invitan a pensar qué nos deja la lucha de Luz.

Ayer se conocieron los alegatos de las partes y la resolución de lxs juecxs del juicio llevado adelante contra Luz Aimé Díaz, acusada por un crimen que no cometió, estuvo ocho meses presa en el Penal de Ezeiza en el 2018, cumplía prisión domiciliaria en una habitación del Hotel Gondolín (CABA) y afrontaba este juicio desde ese momento.

Ella, una chica trans, migrante, estudiante del Bachillerato Popular travesti/ trans Mocha Celis y trabajadora sexual y, por lo tanto, expuesta a diversas situaciones de vulneración extrema en sus derechos. A tal punto que como consecuencia de ataques de odio y violencia contra ella, perdió la visión en uno de sus ojos.

En este marco, distintas organizaciones y espacios de la comunidad LGBTIQ+ se sumaron a impulsar la Campaña por la Absolución de Luz, la cual se encargó de visibilizar el caso y sumar voces a favor de su absolución, pieza clave en la disputa abierta y permanente con el Poder Judicial que significó este juicio. Sin embargo, no es el único caso. Otros, como el de Higui, Marian Gómez y Joe Lemonge demuestran que no son situaciones aisladas sino parte de una modalidad de “justicia” que por su caracter de clase y patriarcal, se encarga de descargar todos los prejuicios y violencias contra las personas LGBTIQ+ e imprimir en nuestros cuerpos que solo por el hecho de ser lo que somos (es decir personas expulsadas del régimen cis heterosexual) somos objeto de sospechas criminales. Así se construyen estos discursos de odio legitimados desde posiciones de poder y por prácticas como estas.

Concretamente, la acusaban de haber participado del robo e intento de asesinato de un hombre gay en un departamento del barrio de Palermo, donde había ido como trabajadora sexual y en el que había estado en una habitación contigua sin saber nada de lo ocurrido. Ella asistió a este lugar contratada por otros dos hombres, que serían los verdaderos responsables de la agresión, una vez más, contra una personas de la comunidad LGBTIQ+. Seguimos esperando que el Poder Judicial avance sobre los verdaderos responsables de este brutal ataque de odio, aún sin resolución ni expectativas en este sentido.

Abogades y organizaciones de derechos humanos que se sumaron a la campaña por su absolución dieron cuenta de que por el hecho de ser trans y trabajadora sexual inmediatamente la justicia la encasilló como una persona vinculada a una “banda criminal”. Es decir este caso desnuda el grado de criminalización, persecución y hostigamiento que viven las personas trans travestis.

Todo esto da cuenta del carácter estructural de todas estas violencias que sufrimos las disidencias sexuales: tanto las que se expresan socialmente en ataques y crímenes de odio como las que reproducen constantemente el Poder Judicial, las fuerzas de seguridad, etc.

Absolución, ¿y ahora qué?

Si afirmamos que el caso de Luz es el reflejo de una condición estructural entonces no alcanza con su absolución para garantizar los derechos de Luz y de todas las travestis y personas trans. Porque Luz, aunque absuelta, sigue siendo pobre y viviendo una vida, como la de la gran mayoría de las personas travestis y trans, atravesada por la exclusión, la falta de acceso a derechos fundamentales (como el trabajo, la salud, la educación, la vivienda, etc.), el odio y la violencia institucional.

En ese sentido fortalecer nuestras luchas para no solo defendernos de la justicia patriarcal sino para conquistar nuevos derechos se vuelve fundamental, encarando una disputa por políticas públicas que den respuestas integrales a las distintas problemáticas que atravesamos.

Como punto de partida, se vuelve irrefutable la necesidad de avanzar en una ley de inclusión laboral para la comunidad travesti y trans ya que el trabajo y en particular el empleo formal es la base sobre la cual el pueblo puede acceder a otros derechos. Hoy las compañeras travestis y trans siguen quedando afuera. Como planteamos entonces 1 , el establecimiento por decreto del cupo laboral travesti y trans en el Estado Nacional es un avance importante en este sentido, pero se debe seguir avanzando hacia una medida de mayor alcance que contemple, por ejemplo, al sector privado.

Estamos convencides que la conquista de la absolución de Luz hubiera sido imposible sin la organización popular que desplegó una importante campaña para lograr ese objetivo. Esa organización, ese movimiento es nuestra única garantía para dar vuelta este sistema capitalista cis heteropatriarcal, y conquistar una vida digna para todes.

1 https://abriendo-caminos.org/inclusion-laboral-trans-una-conquista-que-nos-empuja-a-ir-por-mas/

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