¿Qué decir hoy, una década después, sobre Mariano? Militante del Partido Obrero, revolucionario, hijo de la rebelión popular de 2001, fue la expresión de toda una generación de lucha que levantó sus banderas, de una generación que también se forjó al calor de la pelea por el juicio y castigo a sus asesinos y que hoy retoma su ejemplo para transformarlo todo en contexto de un mundo en crisis.
A Mariano lo mató una patota de la Unión Ferroviaria cuando acompañaba la lucha de lxs trabajadorxs tercerizadxs del Roca. En el ataque cobarde -respaldado por la Policía Federal y la Bonaerense-, fueron heridos Elsa Rodríguez y Nelson Aguirre.
La patota que disparó contra Mariano no lo hizo en forma accidental y tampoco por iniciativa propia. Por el contrario, el accionar de los barras y mercenarios de la Lista Verde de la UF estaba digitado directamente desde la conducción del sindicato, en ese momento bajo el control de José Pedraza, y con la colaboración activa de la patronal y los funcionarios de Transporte. A su vez, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, avaló y fue cómplice del régimen fraudulento de las tercerizaciones como los registraron sus conversaciones con Pedraza.
Como se ve, el crimen de Mariano expuso una radiografía más profunda de los vínculos entre el Estado, las patronales y la burocracia sindical en el sostenimiento de la precarización de las condiciones de trabajo y que se extiende hasta la actualidad, afectando a prácticamente la mitad de la fuerza de trabajo. Por eso, su asesinato en el marco de la lucha de lxs tercerizadxs despertó una inmediata respuesta popular.
Lxs hijxs del Argentinazo
Mariano comenzó a militar en el Partido Obrero desde muy joven, en 2002 en Avellaneda, impactado por las grandes luchas populares y piqueteras como la ocupación de Sasetru. Fue, en ese sentido, parte de los miles y miles de jóvenes que conmovidos por los sucesos de diciembre de 2001 se volcaron a la militancia revolucionaria en el seno de los más profundo de nuestro pueblo.
Mariano también representó a una generación que, posteriormente, no se integró a la experiencia del kirchnerismo y, por el contrario, apostó a desarrollar una oposición por izquierda. En un contexto regional de auge de los gobiernos progresistas que venían a cuestionar los modelos neoliberales pero fueron profundamente limitados en cuestionar sus pilares en muchos casos y con una derecha que transitaba todavía una situación de fragmentación, la izquierda anticapitalista jugó un rol central en empujar las luchas por nuevas conquistas de derechos o exponer los límites de determinadas iniciativas. El auge posterior que desarrolló el FIT como consolidación de una referencia de la izquierda fue, indudablemente, una proyección de este proceso más general (hoy tal vez agotado y con una necesidad de replantearse las coordenadas en las que se desarrolla).
El asesinato de Mariano fue un punto de inflexión en la vida política nacional que impactó sobre amplias franjas de la población. No es ésta una suposición especulativa. Cristina lo dijo: “La bala que mató a Mariano rozó el corazón de Néstor” (el expresidente falleció una semana después que Mariano). El asesinato de Mariano despertó un enorme movimiento de lucha que colocó la consigna de juicio y castigo a todos los responsables bien en alto.
Con una campaña que duró un año y medio, que incluyó quizás miles de actividades literalmente de todo tipo en todo el país -y que obtuvo una solidaridad popular inmensa sin exagerar-, se logró una condena -aunque no a perpetua- de los responsables intelectuales y materiales del crimen, así como los responsables políticos no fueron sentados al banquillo de los acusados. Tampoco prosperó la causa que investigaba los sobornos para liberar a Pedraza. Desde CORREPI, nuestrxs compañerxs María del Carmen Verdú e Ismael Jalil, fueron parte de la querella en el juicio, en donde se demostró como se orquestó un plan criminal contra lxs tercerizadxs en forma premetidada, y fue implacable en la denuncia de la responsabilidad estatal en este crimen contra la clase trabajadora.
También se logró el pase a planta permanente de miles de precarizados del ferrocarril, una enorme conquista. Sin embargo, las maniobras del Estado, las patronales y la burocracia sindical, buscaron sembrar divisiones en forma constante y mantuvieron así muchos de los aspectos que denunciaban lxs trabajadorxs.
La generación que parió Mariano, hoy
La lucha por el juicio y castigo a los asesinos de Mariano parió a una generación militante, la misma que se estaba gestando post 2001 con el regreso a los puestos de trabajador al calor de la pelea contra las patronales, la burocracia sindical y la precarización laboral sostenida por el Estado.
La huelga del subte, la lucha de lxs tercerizadxs de Atento, Casino, etc, fueron el anticipo de ese periodo. No casualmente, hace 10 años, poco antes del asesinato de Mariano, un estudiantazo recorría la Universidad de Buenos Aires con una masiva ocupación de facultades y la toma del Ministerio de Educación.
Una marca de la época y que dejó asentado los pisos de lucha sobre los que hoy nos volvemos a enfrentar contra los intentos de reforma laboral o de la extensión de nuevas formas de tercerización laboral como las apps de delivery.
En una década, por supuesto, mucho cambió. En el medio hubo un fortalecimiento de la derecha que, incluso, tuvo un pasaje -lamentable- por el gobierno y que hoy se mantiene al acecho para regresar al poder. El contexto latinoamericano, en esta sintonía, tampoco es el los gobiernos post-neoliberales sino, por el contrario, un regreso de las experiencias más reaccionarias y antipopulares de la región. El gobierno, a su vez, representa una coalición de elementos sumamente contradictorios que, en la lucha que aquí se detalla, tuvo sectores en veredas opuestas. La convivencia entre uno y otro son, a la larga, incompatibles. Terminar con la precarización laboral exige avanzar en una agenda directamente contraria a las conducciones sindicales colaboracionistas de las patronales como la CGT. Por último, en estos 10 años, las propias organizaciones que nos reivindicamos parte de la izquierda revolucionaria hemos atravesamos un proceso de divisiones y retrocesos que limitó la posibilidad de una proyección con mayor alcance a los pisos conquistados..
Sin embargo, las tendencias a la rebelión contra la ofensiva derechista como ocurre en primer lugar en Chile y en Bolivia, pero también en Estados Unidos, en Ecuador, en Colombia y en tantos otros países, son una expresión de esas generaciones militantes que siguen naciendo y siguen luchando. Mariano se convirtió en un ejemplo fundamental para quienes quieren transformarlo todo y vive en las enormes reservas de lucha de nuestro pueblo, que fueron parte de la resistencia que derrotó a Macri y que hoy sigue peleando contra los que intentan que la crisis la paguemos lxs de abajo. Esa enseñanza, 10 años después, lo saben, antes que nadie, miles y miles que lucharon con Mariano y por Mariano. Aún sin haberlo conocido.