El ataque de un policía de siete tiros por la espalda a quemarropa contra Jacob Blake en Wisconsin desató una nueva oleada de movilizaciones populares, que ya vienen en ascenso desde el asesinato de George Floyd a fines de mayo. Los republicanos quieren profundizar la represión en medio de una crisis sanitaria y económica que se agrava.

La convención republicana que se realiza esta semana para formalizar la candidatura de Donald Trump para la reelección como presidente norteamericano se ha visto sacudida por el resurgimiento de la rebelión que cruza al país contra la violencia policial y el racismo.

Otra vez un policía que dispara contra un afrodescendiente. Esa imagen repetida, agravada por ser un ataque por la espalda a un hombre desarmado, ocurrió este fin de semana en Wisconsin.

Pero desde el surgimiento del movimiento Black Lives Matters algo cambió. Y eso, en particular, tuvo un salto tras el asesinato de Floyd en Carolina del Norte. “I can´t breath” (“No puedo respirar”) fue un catalizador que unificó el malestar contra la represión estatal y el gatillo fácil al impacto de la crisis sanitaria y económica, que golpea especialmente en la población afrodescendiente y latina con las cifras más altas de muertes y desempleo.

Tras la muerte de Floyd se venían repitiendo movilizaciones y protestas en Seattle, Portland y Chicago, entre otras ciudades. Ahora, la llama se encendió en Wisconsin y se extiende con fuerza. La simpatía popular del reclamo se tradujo en un boicot inédito de lxs jugadorxs de la NBA a los Playoffs de la Liga.

Los republicanos, sin embargo, no apuestan ni siquiera a la demagogia. Sus principales referentes junto con Trump equiparan al BLM y a las movilizaciones casi con organizaciones terroristas y desarrollan una política de represión abierta con el envío de tropas y agentes federales a las ciudades sublevadas. Alientan la polarización política y social para movilizar a su base electoral en un sentido reaccionario con resultados inimaginables: las imágenes de racistas y fascistas que salen armados a disparar contra las movilizaciones son sólo un anticipo de hacia dónde puede derivar esta coyuntura.

Los demócratas, en tanto, se quieren colocar como la alternativa electoral contra Trump para capitalizar el movimiento. Se trata de una farsa a la vista cuando su candidato Biden ya aclaró que no avanzaría incluso en reformas limitadas y extremadamente parciales de la policía. El exvicepresidente de Obama no alcanza siquiera la categoría de mal menor para muchxs de lxs jóvenes precarizadxs que salen a las calles en un marco de una crisis extraordinaria.

Incluso, algunos delegados demócratas a la Convención reclamaron y movilizaron para que el senador Bernie Sanders presentara su propia candidatura, con respuesta negativa, pero en una tendencia incipiente a plantear la necesidad de una alternativa anticapitalista de masas.

Viva la rebelión popular en el corazón del imperialismo contra el fascismo, la reacción y la represión estatal

Fuera Trump

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