En lo que va de junio ya se contabilizan tres nuevas muertes producto de la falta de condiciones de seguridad e higiene en los lugares de trabajo. Lxs trabajadorxs en la primera línea arriesgan su vida, mientras las patronales evitan cumplir con los protocolos para aumentar sus ganancias y el Estado incumple con los controles necesarios.

Por la madrugada del viernes 5 de junio murió el trabajador eventual Mariano Nicolás Sosa, con tan sólo 21 años, luego de quedar atrapado en una de las maquinarias de la empresa AGD en Alejandro Roca, Provincia de Córdoba. La Federación de Trabajadores Aceiteros y Desmotadores denunció la insuficiente capacitación por parte de la empresa para este obrero, así como también el cierre de puertas evitando que los delegados ingresen al establecimiento inmediatamente luego de lo acontecido, señalando tanto la responsabilidad de AGD en este hecho por la falta de medidas de precaución y seguridad para el cuidado sanitario de los trabajadores, sin omitir el rol del Estado en el necesario control en el marco de una emergencia sanitaria.

Por otra parte, el jueves pasado falleció María Ester Ledesma, enfermera del Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora, quien solicitó en seis oportunidades licencia –por encontrarse en grupo de riesgo- y las seis veces fue rechazada. Las consecuencias fueron mortales para María pero también para su familia, ya que su madre falleció por contagio y su hijo sigue internado por presentar diagnóstico COVID positivo. Víctor Rodríguez, trabajador de Cristalerías Rigolleau (Berazategui), con 38 años falleció en el depósito de la empresa producto del aplastamiento por una bolsa de cuarzo de 1500 kg, en un espacio en el que antes trabajaba con otro operario más que por recortes patronales fue despedido.

Es preciso señalar que hablamos de elementos en común en estas recurrentes situaciones: la necesidad de cuestionar el concepto de “accidente”. Si no se garantizan las condiciones de seguridad y sanidad por parte de las patronales, si no hay un Estado que controle como corresponde, ni un sindicato que defienda los derechos de los trabajadores, entonces no estamos hablando de un accidente, sino de algo que se puede evitar. Por lo tanto, son muertes que tienen responsables directos.

En el marco de la pandemia del coronavirus, son múltiples las denuncias por parte de trabajadores de la salud y otros sectores de los denominados esenciales que no pueden desarrollar su actividad sin correr grandes riesgos de contagio y hasta de mortalidad por las condiciones que enfrentan día a día. Desde el espacio Basta de Asesinatos Laborales, desde el inicio de la pandemia, vienen realizando un seguimiento de las situaciones que vienen atravesando distintos sectores de trabajadores en el contexto de la pandemia y visibilizando los distintos casos. Lo que se releva es que las muertes de Mariano y María Ester son expresión de la peor cara que atravesamos los trabajadores en este contexto de pandemia.

Mientras, las grandes empresas se lanzan a profundizar la precarización de las condiciones de trabajo, a especular aún más con los subsidios estatales e inclusive a desconocer todo tipo de intervención gremial en función de continuar con su negocio.

La pandemia del coronavirus, profundiza día a día una crisis social en el país, que golpea cada vez más fuerte al pueblo. Hoy en día es necesaria más que nunca la unidad de las organizaciones populares y sus sindicatos para defender las condiciones de seguridad e higiene en cada uno de los puestos de trabajo. Que se garanticen las licencias para los trabajadores que son población de riesgo o no esenciales y el cumplimiento de la ley anti despidos.

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