El fin de semana largo de octubre implica para decenas de miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersexuales y no binaries un momento de encuentro, alegría, organización y lucha que sintetiza una experiencia inédita del movimiento de mujeres y disidencias en Argentina. Como en todo, la pandemia mundial vino a trastocar nuestro tan ansiado 35 Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersexuales y no binaries, pero pese a ello, las redes feministas se sostienen y refuerzan y marcan el camino para construir una agenda feminista por más conquistas y una vida libre de violencia y opresión.

Una historia que continua

Los encuentros de mujeres nacieron en el año 1986, impulsado por un grupo de compañeras de distintos partidos, organizaciones y activistas independientes que se dispusieron a construir un espacio que, de forma anual, trabajaran sobre las distintas problemáticas que las atravesaban.

En esa primera edición realizado en la Ciudad de Buenos Aires participaron alrededor de 1000 mujeres, lo que con el correr del tiempo y los distintos encuentros realizados a lo largo y ancho del país se ampliaría a decenas de miles.

El crecimiento y la continuidad de los encuentros no son un camino lineal, sino que es parte de las tensiones, avances y retrocesos de la historia de los feminismos de nuestro país y de toda Nuestra América, síntesis de diversas luchas y transformaciones en el propio movimiento de mujeres y disidencias, pero con un eje central: la unidad en la diversidad.

En este proceso inclusive hemos logrado transformar su nombre, que simboliza la ampliación en las identidades que convoca y el reconocimiento de los distintos territorios y culturales que nos atraviesan, disputando con tendencias conservadoras, se va instalado que el encuentro es Plurinacional y de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersexuales y no binaries.

Este año, con una pandemia mundial que implica como medida sanitaria el evitar la concentración de personas, el encuentro como tal no podrá desarrollarse, ya que el carácter de masas del mismo, que dio un salto en el 2015 con el primer Ni una Menos, no puede ser modificado ni reemplazado. Sin embargo, hay diversas formas de expresarnos, encontrarnos y sostener las redes feministas que son imprescindibles en los tiempos que corren.

Una mirada feminista de la coyuntura

En este contexto de pandemia, cuarentena y crisis se han puesto aún más de manifiesto las diversas problemáticas que desde el feminismo se vienen señalando como estructurales y nodales en la opresión a las mujeres y disidencias.

En este sentido, podemos afirmar la visibilidad de las tareas de cuidado y como las mismas recaen en mujeres y disidencias, que a la par sostienen trabajos formales e informales, y lidian en esta situación con la modalidad del teletrabajo. A su vez las importantes actividades esenciales de cuidado y trabajo comunitario desarrolladas por las compañeras de los movimientos sociales se han logrado instalar en la agenda política y social. Por su parte en la primera línea de la pandemia se encuentran les trabajadores de la salud que son tareas mayoritariamente racializadas y feminizadas, por solo dar un ejemplo, según un informe de 2019 de la OMS y la OIT, las mujeres son el 67% de la totalidad de la fuerza de trabajo del sector salud y 86% del personal de enfermería y parteras en las Américas.

Por otro lado, el grado de exposición y vulnerabilidad del colectivo trans- travesti se ha recrudecido en este contexto, en donde no tienen acceso al trabajo, a la vivienda y a la educación, y el promedio de vida de las personas trans en Argentina continúa siendo de entre 35 a 41 años.

La necesidad de recluirse en los hogares para muchas mujeres y disidencias también implicó como contracara una mayor exposición a la violencia machista que se vive en las casas, lo que se expresó también en las dolorosas cifras de aumento de femicidios: uno cada 27 horas, 15% más que el año pasado.

Para les y las jóvenes también se han sumado dificultades en este contexto, con una lucha que lleva años respecto a la implementación en todos los niveles de la ESI, se ha dificultado aún más con una educación en modalidad virtual y la falta de conectividad para muches estudiantes. Y sin lugar a duda, con un sistema sanitario a punto de colapsar y la falta de adhesión al protocolo nacional por parte de muchas provincias o su adhesión con restricciones, el acceso a la ILE en nuestro país se ha dificultado.

Pese a este contexto la creatividad y la necesidad de sostener iniciativas y de manifestarnos no ha frenado al movimiento feminista de nuestro país que el 8 y 9 de marzo se lanzo a las calles de todo el país, y que en los meses sucesivos ha realizado ruidazos, pañuelazos, espacios de encuentros virtuales, recurseros, solicitadas en los medios, etc. y sostenido la articulación de las redes feministas en los distintos territorios para profundizar la lucha por nuestros derechos.

Una agenda urgente

Con la fuerza que nos da la experiencia de los encuentros y el impresionante salto a la masividad que ha tenido el movimiento feminista en nuestro país en los últimos años y con la certeza de que hemos logrado instalar nuestros reclamos en la agenda pese a la cuarentena y la pandemia es que debemos profundizar nuestra lucha por una serie de medidas que se vuelven urgentes.

El pasado 28S logramos instalar de forma contundente que la legalización del aborto en Argentina es urgente y esencial, no admite más dilaciones. Las respuestas de un gobierno, que tiene importantes figuras que apoyan este reclamo, aún así terminan siendo esquivas cuando se anteponen “otras prioridades” y el tratamiento del proyecto se posterga. En los meses que quedan del año debe ser un eje central de los feminismos y del movimiento de mujeres y disidencias para que conquistemos de una buena vez: que sea ley.

Por otro lado, la violencia machista sigue arrebatándonos mujeres y disidencias a diario. El Plan Nacional contra la violencia de género para el periodo 2020-2022 expresa un avance importante, pero se hace urgente desarrollar más medidas y herramientas inmediatas para enfrentar la violencia machista, sobre todo para aquellas mujeres y disidencias que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

En el mismo sentido el reconocimiento simbólico y económico a las tareas de cuidado desarrolladas mayormente por las mujeres y disidencias de los movimientos sociales, es esencial en este contexto. Con solo imaginar que hubiera pasado en estos meses sin el trabajo diario en los comedores, sin las ollas populares, sin el trabajo sostenido de las promotoras de salud, sin las redes de contención territoriales que desarrollan las organizaciones, podemos reafirmar la necesidad urgente de su reconocimiento.

La inclusión laboral trans en nuestro país dio un paso importante con el decreto que ordena la misma en el ámbito del estado nacional, sin embargo nuestra lucha continua porque dicha inclusión pueda garantizarse en todo nuestro país, en el sector privado y por políticas integrales para que la comunidad trans travesti pueda acceder a derechos tan básicos como imprescindibles.

Estas luchas que tenemos la responsabilidad de continuar y profundizar no pueden estar aisladas de la necesidad de construir una salida popular a la crisis que atraviesa nuestro país. Ni tampoco puede desconocer la iniciativa de los sectores derechistas, retrógrados y antiderechos, que pretende imponer su agenda. Los feminismos tienen mucho que aportar a estas batallas, con años y años de enfrentamiento y disputa con los sectores más conservadores.

En este sentido es imprescindible sostener la unidad de acción del movimiento en la defensa de nuestros derechos y en la lucha por las conquistas pendientes. Y desarrollar la organización y la mirada feminista en todos los ámbitos de nuestra vida, la marea verde, las luchas contra la violencia machista, son expresiones importantísimas, pero debemos seguir sumando mujeres y disidencias a nuestras luchas, desarrollar un feminismo popular capaz de involucrarse en cada barrio, lugar de trabajo y espacio social de nuestro país.

Sin duda este octubre para quienes estamos acostumbradas y acostumbrades a prepararnos con entusiasmo para un nuevo encuentro, será diferente, pero no por eso menos movilizante. La acumulación histórica de los encuentros es nuestra fuerza para dar impulso a todas las luchas que tenemos por delante, en una crisis que demuestra que tenemos que transformarlo todo y que este movimiento puede y tiene que seguir haciendo historia.

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