Desde agosto del año pasado decenas de espacios culturales han comenzado a organizarse en la Ciudad de Buenos Aires para exigir que se declare la Emergencia Cultural tendiente a ejecutar políticas públicas concretas de apoyo financiero al sector ante los efectos de la pandemia. El 2021 vino con un ajustazo en el presupuesto destinado al área. Ante la falta de respuestas del gobierno de Larreta, se multiplican las redes de coordinación e intervención en distintos puntos de la ciudad.
Una de las “vidrieras hacia el mundo” de la Ciudad, uno de los atractivos para que año a año pasen más de 10 millones de turistas, es sin lugar a dudas lo que podemos, ligeramente, definir como la “oferta cultural” que se disemina por todo el territorio porteño. Cientos de teatros, espacios musicales, milongas, galerías de arte, centros culturales y museos configuran ese entramado que le otorga una singularidad total a la Ciudad y que implica el trabajo de miles de artistas y trabajadorxs de la cultura. El 11 % del PBI de la CABA está en vínculo con lo que se produce desde este sector pese a que poco se reconoce su importancia en este plano.
La pandemia hizo que los espacios culturales de diversas dimensiones fueran los primeros en cerrar y por el momento, también de los últimos en volver a abrir. Las condiciones que se impusieron desde el Gobierno de la Ciudad para la reapertura de actividades, como por ejemplo los sistemas de ventilación, son impagables para muchísimas salas de teatro y centros culturales autogestivos, más aún, ante la ausencia de subsidios por parte del Estado. Cuando a comienzos de diciembre los medios hegemónicos propagandizaban, por ejemplo, la “vuelta del teatro”, desde ESCENA, espacios escénicos autónomos, el GETI (Grupo Estables de Teatro Independiente) y APDEA (Asociación de profesionales de la Dirección Escénica Argentina) entre otras organizaciones, salieron a responder que un sector muy minoritario del teatro estaba volviendo ¿quiénes? Los teatros comerciales de la calle Corrientes, es más, ni siquiera los teatros oficiales volvieron al día de hoy a escena. Los días pasan y cada vez más espacios cierran sus puertas.
También en el plano de la cultura…la Ciudad es para pocos
El pliego de reivindicaciones que se levanta desde la campaña de #EmergenciaCulturalBA va desde un registro de trabajadorxs de la cultura hasta la creación de una renta cultural extraordinaria mientras dure la pandemia. También las exigencias se presentan para el gobierno nacional cuyos programas (Plan Podestá, Desarrollar, Sostener I y II, Fortalecer y Reactivar) resultaron insuficientes para el nivel de crisis que maneja el sector. Hacia las autoridades nacionales las exigencias son la implementación urgente del Monotributo Cultural, tarifas diferenciadas de servicios públicos para todos los Espacios Culturales Independientes del país y la revisión de incompatibilidades y requisitos de exclusión de subsidios.
Ahora bien, pese al insistente reclamo de los diversos colectivos y a la evidente magnitud de la crisis, las respuestas del gobierno de Larreta más que en un diálogo con las organizaciones del sector fue mediante los números del presupuesto. El recorte establecido para este año en Cultura es atroz y evidencia que lejos está de los planes de Juntxs por el Cambio dar algún tipo de respuesta. En términos reales y no nominales, es decir, en relación a la inflación, se destinará un 16,7 % menos que en 2020. Al mismo tiempo, el principal programa de fomento a la actividad cultural recibirá un 47% menos que lo ejecutado el año que paso.
Mientras tanto, espacios que podrían servir para la construcción de alicientes de temporada para la actividad cultural, como por ejemplo el Anfiteatro del Parque Centenario, en lugar de ponerse a disposición de trabajadorxs de la cultura son alquilados por el gobierno a empresarios de la noche para que trasladen sus shows, con posibilidades de rentabilidad mínimas por las condiciones sanitarias en espacios cerrados. Es decir, una privatización encubierta del espacio público que pone de manifiesto la creciente creatividad para el lucro por parte del gobierno porteño.
Cómo ha destacado oportunamente la campaña No tienen Coronita, uno de los grandes empresarios inmobiliarios de la Ciudad que deberá pagar el impuesto extraordinario a las grandes fortunas es Eduardo Constantini, quién además, es propietario del Museo MALBA y uno de los más grandes coleccionistas de arte en el país. Haciendo permanente este impuesto sin lugar a dudas la situación de lxs trabajadorxs de la cultura en la ciudad podría ser otra.
Crece la organización
Como mencionamos más arriba, la campaña #EmergenciaCulturalBA ha llevado a decenas de espacios y asociaciones a coordinar los reclamos. Del mismo modo, de manera local, en comunas y barrios, han comenzado a desarrollarse redes de espacios para ampliar también el apoyo de lxs vecinos y desarrollar respuestas colectivas. Es el caso de Trama Sur en el barrio de Parque Patricios, que a finales de 2020 hizo su presentación pública con un festival en las puertas de la Casa Cultura Víctor Jara. Aparte de este espacio, donde también participan compañeres de Abriendo Caminos, la red está conformada por el Galpón FACE y por el espacio de danza Planta Inclán. Llevar a los territorios concretos estos reclamos, visibilizarlos y ponerlos en común con lxs vecinxs es parte también de ir ganando una mayor adhesión. El sábado 13 de febrero tendrá lugar una nueva fecha para continuar poniendo en agenda la situación de los espacios culturales de Parque Patricios.
En el mismo sentido aparece una nueva edición del festival organizado por ESCENA que comenzó el 23 de enero y se extiende hasta el 31 con modalidades virtuales y postas escénicas en diversos barrios de la ciudad. La pregunta que se hace desde la organización del festival es la que se hacen también lxs milxs de trabajadorxs de la cultura en la ciudad ¿cuál es la cultura de la nueva normalidad? ¿en qué mapa queda la cultura?