Los gobiernos nacional y provinciales avanzaron en una línea de acuerdos con los sindicatos nucleados en CTERA para terminar de sellar un “regreso a la normalidad” en las escuelas. Pero la situación de la docencia dista mucho todavía de la realidad que se quiere presentar. Los porcentajes, definido por la pauta que el gobierno, consolidan la pérdida adquisitiva durante el macrismo mientras no se garantizan condiciones adecuadas para la presencialidad. Hace falta fortalecer la organización docente para impulsar nuestros reclamos.
En paralelo a la vuelta a las clases presenciales, el Ministerio de Educación nacional dio inicio a la Paritaria Nacional Docente con los sindicatos docente nacionales, que actuó como negociación testigo y concluyó con un acuerdo de aumento al salario mínimo inicial del 34,55% en tres cuotas (marzo, julio y septiembre). Esto llevará el mínimo docente nacional a $31.000 en marzo, $34.000 a mitad de año y $37.000 en septiembre. Lejos de conformar esto una propuesta suficiente, nos plantea una actualización salarial que parece, al menos, correrle detrás a la inflación. Es verdad que la inflación proyectada por el gobierno es del 29% pero estos primeros meses del año (IPC marco 4,1% de inflación en enero) y todos los pronósticos privados, indican una inflación mucho mayor entre un 45% y un 50% anual. Ante este punto, la Paritaria Nacional también plantea una revisión sobre el último trimestre acorde a la diferencia que exista entre salario e inflación, pero aún así resulta difícil imaginar que la docencia adquiera (o al menos deje de perder) poder adquisitivo. Ni que decir que se consolida la pérdida durante los cuatro años de macrismo.
Desde la conducción de CTERA se acompañó en forma pasiva la negociación, sin involucrar a la mayoría de la docencia. Una cantidad de sindicatos opositores como SUTE realizaron medidas de fuerzas pero quedaron aisladas y no pudieron arrastrar a una tendencia más general de la lucha.
En provincia de Buenos Aires también hubo un acuerdo salarial muy similar. Se aumentará en un 35,1% en tres tramos, en marzo, julio y septiembre. En septiembre habría una actualización “en caso de ser necesaria”. Terminaria en $48.500 en septiembre para un maestre de grado sin antigüedad.
Por su parte, en la Ciudad el gobierno de Larreta sigue ejerciendo su lugar de gestión y marketing. Su jugada de ser uno de los pocos distritos que inauguraron el ciclo lectivo 2021 el 17 de febrero encuentra la foto que buscaban: escuelas abiertas y barbijos. No mucho más. Es decir, el inició de la presencialidad es a costa de la seguridad y salud de familias y trabajadorxs de la educación. Son muchísimas las “burbujas” aisladas y cada vez más los casos de Covid positivo en las escuelas porteñas. La vacunación fue anunciada por el enorme contraste que se generó respecto a otros distritos pero es necesario sostener un estado de alerta para que se efectivice en los 5 grupos que se establecieron.
En relación a la Paritaria local, sucedió lo mismo que hace varios años: el gobierno informa una actualización salarial que no es negociación ni recibe la aceptación de ninguno de los sindicatos con representación real. En este caso, se dió un aumento del 34% en cuatro cuotas, con supuesta revisión en octubre. Llegaría a octubre a cobrar un maestre de grado sin antigüedad jornada simple $48.500. En el distrito más rico del país se vuelve a imponer un salario por debajo de la línea de pobreza (ubicada hoy en $56.000 por el INDEC). Si este comienzo de clases presentaba rasgos singulares, la apertura de paritarias era sin lugar a dudas el elemento determinante para que la UTE convocara a un plenario de delegados tendiente a organizar a la docencia en pos de recuperar algo de todo lo perdido en los últimos 6 años. Nuevamente la conducción de la Celeste optó por replegarse en decisiones a puertas cerradas. Por su parte Ademys sigue su curso en sus planteos de paro y movilización pero con un alcance que pareciera escucharse cada vez menos, restringiéndose a un activismo que no logra tender puentes hacia sectores mayoritarios de la docencia. El estado de fragmentación y parálisis termina así jugando a favor de Acuña y Larreta.
Por otro lado, las promesas de vacunación a les docentes de todo el país comienza a materializarse en los primeros turnos y aplicaciones en distintos distritos, como provincia de Buenos Aires y más tardíamente y a regañadientes se ha anunciado el comienzo también en la CABA.
Todo esto plantea una nueva situación que encuentra a la docencia de todo el país garantizando la educación con el esfuerzo diario de levantar una escuela pública de la “nueva normalidad”. Esta situación, sin embargo, tiene un escaso reconocimiento en términos sociales. Al mismo tiempo las condiciones laborales actuales son totalmente novedosas y requieren de una mayor presencia de los sindicatos y un fortalecimiento de la organización gremial. El cumplimiento de los protocolos en cada institución, el otorgamiento por parte del estado de los insumos de limpieza necesarios e incluso la exigencia de reformas edilicias en aquellos casos donde no se cumplan las condiciones para la presencialidad son parte de una agenda urgente que debe ser tomada por la CTERA y los sindicatos regionales mayoritarios.