Las elecciones de medio término serán el principal hecho político de un 2021 lleno de dificultades y desafíos en nuestro país. Esto es mucho más tangible en la Provincia de Buenos Aires donde la crisis económica y social, agudizada por los efectos de la pandemia, golpea con fuerza a millones de personas. En ese contexto, el calendario electoral se transforma en ordenador de los distintos espacios políticos, siendo la Provincia de Buenos Aires, por su enorme número de electores, la parada central.

Por un lado, la alianza gobernante del Frente de Todos tiene el desafío de refrendar el resultado obtenido en 2019 en medio de una gestión deficitaria, negociando  una deuda impagable y con varias tensiones internas generadas, principalmente, por el debate sobre el rumbo que debe seguir el gobierno. Por otro lado, la oposición de Juntos por el Cambio atraviesa todavía el proceso de reoeganización luego de la derrota de 2019 y el 2021 será un año de re acomodamientos y mayores definiciones de cara al futuro. Más allá de la “rosca”, en el territorio “madre de todas las batallas” la pobreza llega al 47% y la segunda ola de la COVID, aunque campaña de vacunación de por medio, seguirá golpeando con fuerza a los sectores populares del Conurbano, sobre todo. En este contexto se vuelve fundamental que la agenda electoral gire en torno a una agenda popular para revertir la situación actual de millones y proponga la conquista de mayores derechos.  

Las elecciones parlamentarias, además de configurar la composición de las distintas Cámaras legislativas, son políticamente un termómetro para todas las fuerzas. Y a diferencia de lo que ocurre en otras regiones de la Argentina, donde tiende a prevalecer un determinado signo político, como por ejemplo la “amarilla” Mendoza o la ultra peronista Chaco, la Provincia de Buenos Aires es un territorio, electoralmente en disputa. Si bien históricamente en el Conurbano hay una marcada tradición peronista, potenciada los últimos años por la figura de CFK, también ha crecido la inserción de otras fuerzas el último tiempo. Este fenómeno se asienta en las localidades que no forman parte del AMBA, muchas con arraigo rural, que ven hoy en la alianza derechista de Juntos por el Cambio la representación de sus intereses. El hecho es que la Provincia de Buenos Aires representa un escenario fundamental para las fuerzas a ambos lados de la grieta por ser un distrito que contiene 13 millones de electores.

Para el Frente de Todos las elecciones 2021 en Buenos Aires pueden significar una forma de ordenar ciertas tensiones internas y, al mismo tiempo, un triunfo implicaría una revalidación tanto para la gestión Kicillof como para el propio gobierno Nacional. El estado de crisis social y económica, y el endeudamiento que dejó el gobierno de Vidal, potenciado por la pandemia, es uno de los ejes de las tensiones a la interna de la alianza gobernante. La discusión sobre cómo resolver los problemas de los territorios han generado distintos cruces a lo largo del año pasado. Si bien el gobierno de Kicillof ha tenido aciertos en el manejo de la pandemia, sobre todo, en general ha sido concesivo con la agenda planteada por los sectores patronales y sus medios de comunicación. Por ejemplo, ante la problemática de la falta de acceso a la vivienda, la respuesta planteada por el gobierno fue una ola de desalojos con su máxima expresión en el operativo represivo  en Guernica ejecutado por Berni y un plan de viviendas a tres años muy lejos del déficit habitacional que afecta a la Provincia. Este hecho, entre otros, ha sido objeto de críticas a la interna del FdT por parte de las organizaciones sociales que plantean otra forma de salida de la crisis.

Si bien estas tensiones operan y conviven, de cara a estas próximas elecciones, es improbable que la alianza corra riesgos de desgranamientos. Los sectores que la conforman tienen un objetivo central en el que convergen: evitar el triunfo de JxC. La “liga” de intendentes que durante el 2020 han presionado a la interna de su espacio por respuestas a problemas que significasen un costo político en sus municipios, como la toma de tierras, tienen ahora un interlocutor propio en el gabinete nacional. El pase de Jorge Ferraresi de la intendencia de un partido fuerte como es Avellaneda al Ministerio de Desarrollo Territorial significó un movimiento interno para calmar aguas con lxs “mini gobernadores”.

Por otro lado, La Cámpora busca perfilarse como una organización determinante en la vida del peronismo bonaerense: con intendencias importantes, como ser Mayra Mendoza en Quilmes, con Larroque en el gabinete de Kicillof pero, sobre todo,  con la designación de Máximo Kirchner, como próximo presidente del PJ provincial. Este “avance” de la organización K puede representar un giro en la correlación de fuerzas internas del armado y en este marco debe leerse el rechazo del kirchnerismo a suspender las PASO.

Por otro lado, los diversos movimientos sociales y organizaciones populares que integran el Frente de Todos se han mostrado críticas de ciertas orientaciones del Gobierno y desarrollaron un programa propio pero siempre dentro del marco de unidad del FdT y sin perspectivas que vayan a correrse del armado principal.

Asimismo, también debemos anotar la candidatura potencial por derecha de Sergio Berni, que despliega una actividad campaña electoral. Hoy sin embargo su plataforma de lanzamiento carece de apoyo entre los principales sectores del oficialismo aunque no debe ser subestimado.

Del otro lado del la grieta, en Juntos por el Cambio, la situación es más delicada. El espacio se encuentra inmerso en un reordenamiento luego de la derrota electoral, marcado por la puja entre sus distintos sectores internos. La disputa central parece estar entre halcones y palomas, duros y dialoguistas, aglutinados en la figura nacional de Macri o Patricia Bullrich y de Larreta respectivamente. Pero a nivel provincial la cosa se complica aún más: por un lado, el radicalismo que aporta aparato a la coalición no tiene construida una figura de peso para postular, aunque especula con una pasaje de Lousteau a territorio bonaerense. Por otro lado, la re aparición de Carrió en la escena auto postulándose como diputada deja abierta la pregunta sobre el peso que esos espacios por fuera del macrismo orgánico aportan a la alianza. En ese universo también se mueve el espacio auspiciado por Emilio Monzó, buscando aglutinar las expresiones peronistas dentro de JxC.  En cuanto al PRO, la jefatura en territorio bonaerense es de María Eugenia Vidal que, se alinea con Larreta aunque por el momento evitaría una candidatura propia. Vidal misma bendijo la creación del llamado Grupo Dorrego, un aglutinamiento de intendentes centralmente del conurbano, entre los que se encuentran Grindetti, Jorge Macri y Garro y ex intendentes como Martiniano Molina. La presencia de estos en los diversos municipios podrían catapultar una posible candidatura de la ex gobernadora, pero no hay certezas de que ella sea la que encabece. El Grupo Dorrego pareciera ser la traducción en el Conurbano del ala dialoguista del PRO y habrá que esperar a ver si se refuerza con los también vidalistas Ritondo o un posible traspaso de ciudad del larretista Santilli. Kravetz, que empuja en el sur del conurbano, también salió a alinearse con Larreta.

Así las cosas, de todas maneras, como en el caso del Frente de Todos, más allá de debates internos, es dudoso sino imposible que JxC se rompa antes de las elecciones. Pero el dato novedoso sería un crecimiento electoral de Espert que restaría entre 5 y 10% de votos a Cambiemos y allanaría el camino para una victoria del Frente de Todos.

En tanto, las fuerzas que integran el Frente de Izquierda se encuentra cada una en su propia campaña de cara a medir y definir los lugares en las listas generales, sumando otro elemento más que desdibuja su intervención política como bloque en esta coyuntura, además del eje colocado en el delimitacionismo del Gobierno como principal política.

A pesar que pueden vislubrarse ciertas tendencias o figuras, es claro que sería prematuro o demasiado anticipado prever las posibles candidaturas. El panorama es por demás inestable y, en líneas generales, las esferas políticas locales y provinciales se ordenan en torno a la nacional, en mayor medida, pero con un peso relevante en la disputa local-territorial. En ese sentido, cabe decir que tanto el sorteo de la crisis económica, negociación con el FMI de por medio, como el progreso de la campaña de vacunación y la forma en que se maneje la segunda ola de la COVID serán los elementos que determinen tanto las posibles candidaturas y ni hablar los resultados electorales.

En síntesis, desde Abriendo Caminos creemos que, ante el escenario de inestabilidad y volatilidad tanto en lo económico y social como en lo político, y faltando varios meses para el comienzo de la campaña electoral, la tarea fundamental es poner en agenda un programa que atienda las necesidades populares. Sobre todo en un territorio tan golpeado como la Provincia de Buenos Aires. En un año ordenado donde lo electoral tendrá un peso determinante, la tarea central de las organizaciones del campo popular es construir una agenda que incluya medidas que confronte necesariamente con la derecha y contribuyan a la recuperación de los sectores más golpeados. En ese sentido, una primer cuestión a poner de relieve es la implementación del impuesto a las grandes fortunas votado y a la vez su transformación en permanente para atender las necesidades producidas por la crisis. Por otro lado, es fundamental la unidad con todos los sectores, integren o no el FdT, en torno a las luchas que vendrán, por ejemplo por paritarias dignas para todxs lxs trabajadores, por el derecho a la vivienda y por el acceso a servicios de calidad.  

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