La moderación fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuando se adopta un sistema que sus circunstancias no lo requieren; jamás en ningún tiempo de revolución, se vio adoptada por los gobernantes la moderación ni la tolerancia.
Mariano Moreno
El 9 de julio, fecha de la independencia nacional, muchas veces queda acotado a un momento del calendario y cristalizado en la firma de un acta en la “mítica” casa de Tucumán. Sin embargo, el proceso que lleva a la ruptura colonial con España, implicó conflictos a lo largo y ancho del entonces territorio Virreinal e incluso más allá de nuestras actuales fronteras, en los que la participación y el protagonismo popular fue fundamental. En esta nota, dando continuidad al texto publicado para el 25 de mayo, buscaremos entonces dar cuenta de esas luchas por abajo en post de la libertad y el modo en que se conjugaron con la tensiones que, por arriba, mantenían entre las fracciones de las clases dominantes.
De regreso a 1810
Ya en el poder la junta de gobierno envió a las milicias a “invitar” a sumarse al nuevo gobierno primero a Córdoba, Salta y el Alto Perú, luego al Paraguay y a la Banda Oriental.
El Alto Perú por sus minas de plata era central para el gobierno revolucionario. Para buscar tomar control de esta zona estratégica envió tres expediciones entre 1810 y 1815 (Castelli, Belgrano y Rondeau), que luego de avances y retrocesos, terminaron en fracasos y la estabilización de las fronteras en Salta y Jujuy con los “Infernales” de Güemes, que contuvieron a las fuerzas realistas mientras San Martín emprendió su proyecto continental. El Alto Perú era uno de los bastiones de la contrarrevolución, integrada por los funcionarios reales y los encomenderos que cerraron filas luego que durante la primera expedición Castelli liberara a los indígenas de los tributos y la servidumbre.
La expedición al Paraguay liderada por Belgrano fracasa definitivamente en la batalla de Tacuarí, pero posteriormente Paraguay también se independiza de la monarquía española, previendo una segura subordinación a Buenos Aires.
Más grave era el caso de la Banda Oriental, un foco de la contrarrevolución, en el su virrey Francisco Javier Elío respondia al Consejo de regencia de Cádiz. Sumado al peligro de las tropas portuguesas que aspiraban a controlar la totalidad del territorio. Por lo cual Buenos Aires llega a una alianza con el capitán de blandengues y hacendado José Gervasio Artigas que contaba con un fuerte apoyo popular en el campo. Gracias a esta alianza reducen a los realistas a Montevideo, siendo derrotados para 1814, quedando la Banda Oriental en manos de Artigas.
Luchas internas
La primera junta de gobierno se dividió entre la figura de Mariano Moreno y Cornelio Saavedra. El primero consideraba a las milicias insuficientes para la guerra y consideraba que había que crear un ejército profesional, construir un Estado más centralista y expandir la revolución. El segundo, en cambio, consideraba que la creación de un ejército profesional le quitaría poder a los jefes de milicia como él. Por otro lado consideraba que no contaban con el financiamiento para expandir más la guerra, por lo cual apostaba primero al crecimiento de Buenos Aires y a llegar a acuerdos con el resto de las provincia.
Los morenistas comenzaron a oponerse a Saavedra, el cual el 5 y 6 de abril de 1811 movilizó a los “orilleros” de la periferia, liderados por sus partidarios, a la plaza mayor. Esta movilización le sirvió para consolidar su poder, expulsar a varios morenistas y crear el Tribunal de Seguridad Pública para perseguir a los opositores. Pero todo cambió cuando Castelli fue derrotado en la batalla de Huaqui y Saavedra se vio obligado a marchar al frente. Situación aprovechada por los morenistas para hacerse con el poder y fundar el Triunvirato, integrado por dos morenistas (Paso y Sarratea) y un saavedrista sin poder (Chiclana).
El primer triunvirato duró en el poder de septiembre de 1811 a octubre de 1812. Durante ese período desbando una conspiración planeada por el realista Martín de Álzaga y reprime el “motín de las trenzas” llevado adelante por los patricios que exigían la restitución de Saavedra al frente del regimiento (reemplazado por Belgrano) y rechazan el intento de encuadrarlos en un ejército profesional que les impusiera una mayor disciplina.
SIn embargo, varios morenistas agrupados en el club denominado Sociedad Patriótica, dirigido por Bernardo de Monteagudo y la Logia Lautaro conformada por los recién llegados Alvear y San Martín, acusándolos de moderados, derrocan al triunvirato y fundan un segundo triunvirato en 8 de octubre de 1812. Este convoca a una asamblea constituyente, que si bien no dictó una constitución ni declaró la independencia, la Asamblea del año XIII avanza en importantes medidas: sancionó la libertad de prensa, la libertad de vientre, el fin del tributo indígena, la mita, el yanaconazgo, la eliminación de los títulos de nobleza, la eliminación del mayorazgo, proclamó la independencia respecto a cualquier autoridad de la iglesia ubicada fuera del territorio y se eliminó al monarca de la moneda y los documentos públicos. Finalmente crean el directorio supremo como máxima autoridad del gobierno revolucionario.
En 1815 Fernando VII vuelve al poder luego de la caída de Napoleón y la posición de seguir jurando fidelidad al monarca mientras se subvertia el orden colonial era insostenible, por lo cual se convoca a congreso constituyente en Tucuman para declarar la independencia. El 9 de julio de 1816 nacen las Provincias Unidas del Río de la Plata, independientes de la Metropol, pero las provincias de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Córdoba y la Banda Oriental conforman desde mayo de 1815 el sistema de los Pueblos Libres, hegemonizada por la última, con Artigas a la cabeza, que contrapone un sistema confederal frente al sistema más centralista que sostiene Buenos Aires.
Artigas y el programa radical
La ruptura revolucionaria conmovió la totalidad del orden social y puso en discusión “el arriba” y “el abajo”, aparece el conflicto en torno a la propiedad de la tierra y el ganado, la burguesía que lideraba la revolución contra el orden colonial comenzaba a apropiarse de la tierras en manos de la corona y la iglesia, temía que el proceso se desbordara por la acción de los sectores populares. En este marco, el artiguismo logró articular en un proyecto revolucionario las acciones espontáneas y dispersas de “los más infelices” (ocupantes de tierras sin títulos, peones, esclavos, fugados, entre otro). Movilizándolos tras objetivos muy generales tales como el reconocimiento de los “derechos ancestrales y consuetudinarios”, la aspiración a un “mundo más justo” o el retorno a una igualdad primigenia, pero que lograron aglutinarlos en un proyecto común.
E 10 de diciembre de 1815 se aprobó el “Reglamento provisorio de la provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados” que expresaba el equilibrio de fuerzas inestable en esta alianza: por un lado, disponía la expropiación de la tierra de los “malos europeos y peores americanos” para dárselas a los “más infelices” con el siguiente orden de preferencias: primero los negros libres, luego los zambos libres, los indios y los criollos pobres. Pero por otro, retoma disposiciones coloniales como la “papeleta de conchabo” para circular por el territorio y disponía la remisión de los “vagos” para el “servicio de las armas”. Por un lado, la autoridad de Artigas se sustentaba en el cumplimiento de sus compromisos con su base social y por el otro, los representantes del cabildo de Montevideo reconocían a Artigas en la medida que pudiera controlar “los excesos y pillaje” de sus tropas, manteniendo un orden que respeta las jerarquías sociales. No resulta sorprendente que este equilibrio que representaba Artigas se rompiera con la invasión portuguesa a mediados de 1816. El bando artiguista logró imponerse frente a los que planteaban una alianza con el Directorio y rompiendo relaciones con este, paralelo a que los portuguese ocupaban Montevideo, explotando el temor a la revolución social que tenían los propietarios de tierras de la Banda Oriental. Artigas desarrolló una guerra en dos frentes y terminó apoyándose en su base social popular, su derrota en la batalla de Tacuarembó el 22 de enero de 1820 significaría el fin de la Liga de los pueblos libres. Esto marcó un retroceso en las posiciones alcanzadas por “los más infelices” que en adelante seguirán siendo la carne de caños de enfrentamientos facciosos de las nuevas burguesías americanas.
Güemes y la guerra gaucha
Las provincias de Salta y Jujuy se encontraban estrechamente vinculadas económica y socialmente al Alto Peru. Las reformas borbónicas, el aumento de los impuestos, la recuperación de la producción minera, la creciente escasez de tierras por su importante concentración por parte de los hacendados, produciendo el despojo de las tierras comunales, son factores que provocaron una importante ruptura de las comunidades indígenas con el Estado colonial, provocando numerosas revueltas indígenas a lo largo del siglo XVIII hasta llegar a la gran rebelión de 1780 liderada por Tupac Amaru.
En Salta y Jujuy la creciente demanda de alimentos para los centros mineros produjo un aumento de los “forasteros” mestizos y negros que alternaban trabajo asalariado con el que desarrollaban en sus pequeñas parcelas ocupadas sin autorización de sus propietarios. Esta creciente masa de forasteros mestizos formarán las huestes de Martín Miguel de Güemes, hijo de un funcionarios español, destinado por decisión paterna a la carrera militar. A partir de su primera victoria en Salta capital frente a los realistas, fue designada jefe de la Vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú, alentó y lideró la insurrección, que en su transcurso expresó reivindicaciones sociales de sus seguidores, entre ellas los derechos de acceso a la tierra, no pagar arriendos a los propietarios de las tierras, estaban exentos de trabajos personales a los hacendados y los impuestos eclesiásticos. Además los gauchos de Güemes contaban con fueros militares que los sustraen de la jurisdicción civil (es decir: la de sus patrones).
En 1814 el Directorio supremo encabezado por Gervasio Antonio de Posadas receloso del poder de Güemes (viendo en él un potencial Artigas) lo destituyó de su cargo. Pero la reacción de Güemes fue inmediata, con el apoyo de las milicias rurales de Salta se autodesigna coronel Comandante del cuerpo militar de los Paisanos de la Campaña de la Provincia de Salta, acusando de traidor al jefe del Ejército Auxiliar del Norte enviado por Buenos Aires. Poco después enfrenta a los realistas, los derrota, pasa a Jujuy y se hace con 600 fusiles. Se presenta frente al cabildo de Salta, se hace nombrar gobernador y derrotó militarmente a las fuerzas del ejército del norte. Luego de esto negocia con Buenos Aires desde una posición de fuerza y crea al Cuerpo de los infernales.
La guerra desató tensiones sociales y étnicas contenidas desde la colonia. Las clases propietarias toleraban dificultosamente el sistema de Güemes por las urgencias de la guerra y por el apoyo del Directorio a este. Pero desde 1821 las expediciones realistas eran menos frecuentes y la legitimidad de Güemes entre las clases propietarias iba deteriorando rápidamente, sumado a la caída del Directorio el 1820 que lo respaldaba. La muerte de Güemes por los realistas a mediados de 1821 fue recibido por las clase dominantes locales con alivio. La sala de representantes salteña se movilizó rápidamente para deponer al gobernador, afín al caudillo muerto, al igual que el cabildo de Jujuy que nombra a un conocido opositor de Güemes. Pero todavía debían enfrentarse a los temidos gauchos organizados en escuadrones y liderados por miembros de la elite que apoyaban a Güemes, en especial el coronel José Ignacio Gorriti, el lugarteniente del mismo.
En 1822 luego de que la plebe y las milicias populares saquearon Salta capital y sitiaron la legislatura, la misma no vio otra opción que nombrar a Gorriti gobernado para contener la presión popular. En adelante Gorritti tendrá que mediar entre entre las demandas de los terratenientes de que los gauchos volvieran a pagar los arriendos y las demandas de los gauchos de no pagarlos en recompensa de su sacrificios en la guerra.
Durante la gobernación de Gorriti la legislatura apostó a reducir el número de milicianos, aumentar el número de gauchos que pagarán los arrendamientos y reintroducir la libreta de conchabo para poner frente a la justicia civil a los “vagos y mal entretenidos”.
En 1824 asumió como gobernador el general José Antonio Álvarez de Arenales, veterano de las campaña del Perú, con fuertes conexiones familiares con la elite salteña. Por medio del reglamento de milicias impulsó la reducción de milicianos, la reducción de “privilegios” concedidos por Güemes a los gauchos (la exención del pago de arrendamientos y los fueros militares), el cumplimiento efectivo del conchabo para controlar a la población rural, prohibía la conservación de armas del Estado por parte de los milicianos y penaba severamente cualquier atentado a la propiedad privada. El tema más delicado eran los fueros militares, Arenales sabía que su eliminación generaría la rebelión inmediata de los gauchos, por lo cual se limitó a reducir gradualmente su alcance.
Ya finalizada la guerra de independencia comienza a producirse una rápida disolución de los vínculos formados entre oficiales y soldados durante la guerra. La burguesía de Salta y Jujuy se enorgullecen de haber domado a los gauchos y restaurar el orden basado en el pago del arrendamiento y el peonaje.
San Martín y la militarización de Cuyo
¡Viva la patria, viva la unión y nuestra excelentísima junta del Río de la Plata y nuestra amable librertad. Viva, viva!
Esta es una pequeña proclama de un grupo de esclavos que preparaban una rebelión de esclavos, dirigida a los mulatos y negros que se encontraban en los cuarteles urbano en Mendoza en mayo de 1812. Los cabecillas habían tomado conocimiento de las inminentes medidas en favor de la población esclava que se iban a tomar en el gobierno central en Buenos Aires y se preparaban para asaltar un cuartel y emprender acciones contra sus amos para exigirles la carta de libertad, con el argumento de sumarse a los regimientos porteños que dirigian la guerra en defensa de la Patria.
El complot fue descubierto y desbaratado pero es indicativo de la creciente politización de los esclavos en la región de Cuyo.
El coronel José de San Martín arriba a Mendoza en septiembre de 1814 y asume como gobernador intendente de Cuyo, para la reconquista de Chile inicia un proceso de militarización en la que integra al grueso de la población masculina, incluidos los negros, mulatos y pardos que conformaron la mitad del Ejercito de los Andes y segun San Martín: “el mejor soldado de infantería que tenemos es el negro y el mulato;los de estas provincias (blancos, mestizos e indios), no son aptos sino para la caballería”.
El proceso de militarización pondrá al conjunto de la sociedad cuyana al servicio de la guerra anticolonial y conformarán un ejército que liberara a Chile y Perú, para luego, de conjunto con el ejército de Bolívar, liderado por Antonio José de Sucre en la batalla de Ayacucho en 1824 pondrán fin a 300 años de colonialismo español.
Pero estxs mulatxs, pardxs, indixs, negrxs, blancxs pobres que ganaron la guerra para las nacientes burguesías latinoamericanas se vieron sometidos a una nueva dominación, la que sufrimos hasta hoy en día, dominación cuestionada infinidad de veces por los de abajo, que 200 después sigue dando pelea por un continente más justo.
- Para leer “Revolución, guerra e independencia: De la invasión de los ingleses a la revolución de mayo” (Primera parte) ingresá a este link https://www.facebook.com/1911804759147594/posts/2609411236053606/