A 84 años del nacimiento de Mario Roberto Santucho, realzamos los aportes políticos, teóricos y prácticos, de uno de los máximos revolucionarios de que desplegó praxis revolucionaria y trasformadora en nuestro país.

Una vida en revolución.

El 12 de agosto de 1936, la familia Santucho recibía su séptimo hijo varón, y por ende nacía un nuevo ahijado del presidente argentino, en ese momento el General Agustín Justo, militar que estuvo al frente de la llamada década infame. ¿Quién hubiese pensado, que dicho niño, el “ahijado del presidente” nacido en la ciudad de Santiago del Estero, pondría en jaque al conjunto de la clase dominante?

A fines de los años ´50, llegaba a las tierras tucumanas un joven santiagueño con el objetivo de iniciar sus estudios universitarios. Traía consigo, un conjunto de ideas políticas que giraban entre el indoamericanismo y antiimperialismo, coordenadas políticas que le valieron para conformar tempranamente en la Universidad Nacional de Tucumán el Movimiento Independiente de Estudiantes de Ciencias Económicas (MIECE) el cual ganó las elecciones gremiales del año 1959, consagrando al Robi como delegado estudiantil al Consejo Tripartito. Tiempo después edificaría junto a sus hermanos (principalmente Francisco Rene) el Frente Revolucionario Indoamericano y Popular (FRIP) a principio de los ´60. La Revolución Cubana lo impactaría fuertemente, y no justamente por los diarios, sino por estar presente en la Plaza de Revolución cuando la monumental voz de Fidel anunciaba la segunda declaración de La Habana, y con ella la marcha hacia ininterrumpida hacia el socialismo. Lleno de entusiasmo y vitalidad revolucionaria, abandonaría lentamente sus lecturas nacionalistas de Jaureche, Arregui y Haya de la Torre, para nutrirse del socialismo científico. El estudio de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Guevara, se combinaban con la lucha política codo a codo junto a los trabajadores azucareros de la FOTIA. Su profesión de contador en el sindicato del ingenio azucarero, no le impidió ser parte de esas luchas y conocer en profundidad a varios referentes sindicales que más tarde serían los cuadros del PRT. A sabiendas de la necesidad de construir un partido revolucionario, impulsó la fusión del FRIP con Palabra Obrera (PO), un grupo trotskista dirigido por Nahuel Moreno. De allí, un 25 de mayo de 1965, nacería el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Santucho era consciente del fantasma recorría toda Nuestramerica: la presencia del Che Guevara en Bolivia, acompañada de su llamado a construir 1,2,3 Vietnam, y su clara advertencia: “ya no había más cambio que hacer, revolución socialista o caricatura de revolución”. Cansado del debate escolástico sin un entronque con la realidad, Santucho se apoyó en la vanguardia proletaria tucumana al plantear la necesidad de iniciar la lucha armada para enfrentar a la dictadura de Onganía. Sostuvo fuertemente el debate con las posiciones sindicalistas y reformistas de Moreno (en aquel momento secretario general del PRT). A contrapelo de éste, se prepararía en febrero del ´68 el IV congreso del partido que explicitaría una primera ruptura con el “morenísimo”. Como el decir y el hacer no se escindían en el Robi, fue él mismo quien dirigió y llevo adelante las primeras acciones armadas que prepararían moralmente y militarmente al partido para los primeros “azos” (Rosariazo, Cordobazo, Tucumanazo). Su compromiso le valió la prisión en noviembre del ´69, y con ello su potencial ausencia en el V congreso del partido. Pero el Robi se fugó por su cuenta de la cárcel, presenció el V congreso partidario e impulsó la creación de un Ejército Revolucionario del Pueblo. El “Vivorazo” le daría la razón, ya que las banderas del ERP (celeste y blanca con una estrella roja en el medio) flameaban por las calles cordobesas, concretando así el llamado “segundo Cordobazo”.

El partido y el ejército crecían al calor de la lucha antidictatorial. Levingston, reemplazo de Onganía, no lograba frenar al movimiento político y social revolucionario que se extendía más allá de las grandes capitales. Lanusse, consciente de que la recomposición de la hegemonía implica un plan más complejo que la represión y la muerte, llamó a un Gran Acuerdo Nacional, para reestablecer los partidos políticos y con ello los comicios electorales. Santucho nuevamente en prisión evidenciaba que la inicial respuesta al GAN condensada en “ni golpe ni elección, revolución” tenía cada vez más falencias. Por ende, debía librar una nueva batalla política al interior del partido contra las posiciones izquierdistas que no veían la posibilidad de dar respuestas concretas a la apertura legal, y corrían el riesgo de profundizar una desviación militarista. Fue así que promovió los comités de base en aras de participar de las elecciones con candidatos obreros y populares, e impulsó la conformación de un amplio movimiento legal antimperialista junto a otras organizaciones, tanto de la izquierda marxista, como del peronismo revolucionario. Allí estaba el embrión del FAS, antesala de un próximo Frente de Liberación Nacional y Social.

La inhóspita, y su puestamente infranqueable cárcel de Rawson, no fue un impedimento para Santucho pensara la fuga desde el día de su llegada. Contaba esta vez con los compañeros de FAR y Montoneros para fugar a más de 100 presos. Las falacias del operativo frustraron semejante fuga cinematográfica. Sólo él y cinco compañeros llegarían a Chile. Del otro lado de la cordillera, recibiría una de las noticias más duras de su vida. 16 compañeros habían sido fusilados por la cobarde dictadura de Lanusse. Entre ellos se encontraba “Sayo”, Ana María Villareal, fundadora del PRT, su compañera y madre de sus 3 hijas. Era, con tan sólo 36 años, la más grande de los 16 compañeros fusilados.

Tras su paso por Cuba, el Robi vuelve a Argentina y revitaliza el partido duramente golpeado por la represión y las primeras desapariciones. Se apuntala el trabajo en Córdoba, Rosario, Tucumán y el Gran Bs.As. Durante los próximos años, su reflexión y su práctica, lo convertirían no sólo en el principal dirigente del PRT-ERP, sino también en uno de los mayores guerrilleros nuestroamericano.

Exponente del marxismo latinoamericano.

Junto a Miguel Enríquez, Carlos Fonseca, Raúl Sendic (y tantos otros y otras), el Robi se inscribió dentro del campo político y teórico del Marxismo Latinoamericano. Siguieron la senda que inauguró y trazó José Carlos Mariátegui, que, al calor del combate con el marxismo dogmático y oficial de los PC estalinistas, planteó que en Nuestramerica, el desarrollo del socialismo no podría ser “ni calco, ni copia, sino creación heroica”. Así sintetizaba una idea fundamental: los negros, las campesinas, los mulatos y las indias, ya no debíamos leer a Marx “en” América Latina, sino que podíamos leerlo “desde y para” Nuestramerica, retomando la teórica marxista, pero partiendo de nuestra realidad, nuestras particularidades, nuestra cultura y nuestras tradiciones de lucha. Allí estaba la creación heroica.

Fue así que Santucho aprendió de Mariátegui, pero también de Guevara. Puso, al igual que éste, la cuestión del poder en el centro de la escena. Su trabajo “Poder Burgués y Poder Revolucionario” brindó una lectura propia del proceso revolucionario argentino, para el cual se debe necesariamente articular una estrategia integral de poder revolucionario. Al comprender que ninguna clase social se suicida, y por ende que no existe tal vía pacífica al socialismo, impulsó la formación del ERP y encabezó la Compañía del Monte Ramón Rosa Giménez para dar una verdadero enfrentamiento político-militar a la burguesía y el imperialismo. Con el internacionalismo como estrategia y acción revolucionaria, puso al PRT al servicio de la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR), una verdadera internacional guevarista conformada junto al MIR Chileno, ELN Boliviano, y los Tupamaros uruguayos. Descartando el supuesto carácter revolucionario de las burguesías autóctonas y la teoría de la revolución por etapas, enfocó la construcción partidaria en la vanguardia obrera, levantando la bandera de la independencia de clase, el antiimperialismo y la lucha por el socialismo. Pero vale resaltar que nada de todo esto lo hizo él en soledad. Leninistas hasta la médula, construyó un partido revolucionario que potenció su acción, y la de miles de argentinos. Sin este factor subjetivo permanentemente organizado, nada de lo antes mencionado, hubiese sido posible. El Robi bien sabia esto, y fue allí que depositó su vida entera.

¿Dónde está Santucho? De trofeo de guerra a bandera de lucha para las nuevas generaciones.

La tarde del 19 de julio de 1976, una patrulla del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y personal del SIDE llega al barrio de Villa Martelli tras los pasos de la dirección peeretista. En el departamento asaltado se encontraban Santucho, Benito Urteaga junto a su hijo José de 3 años, Liliana Delfino, y Ana María Lanzilotto (embarazada de 6 meses). Nadie se entregó. El Robi y Urtega dieron combate en el que fue muerto el capitán Leonetti, pero igual cayeron en la balacera. El destino de estos, como el de miles de militantes del campo popular, fue el secuestro, seguido de tortura y desaparición.

Meses antes de morir, en abril del 2012, el genocida Jorge Rafael Videla reconoció que fue él quien ordenó “no dar a conocer el lugar donde iban los restos de Santucho para evitar homenajes en ese momento”, ya que “la muerte de Santucho no era una muerte común, no era Juan Pérez, era una figura que había que opacar” y porque “además de un hecho bélico, tenía una tremenda connotación política que afectaba la conducción de la guerra por ser Santucho el muerto”.1No hay mucho más que agregar. El enemigo era consciente de las ideas del Robi. Sabían que no era trazable. Que sus aspiraciones no se agotaban en algunas reformas para los trabajadores, sino que luchaba por el poder, y eso implicaba el fin de los privilegios para los de arriba. Era indigerible para los capitalistas, por ello era necesario desaparecerlo, callarlo, y enterrarlo en una coordenada indescifrable dentro de Campo de Mayo, conocido centro de clandestino de detención.

Entendemos, que a 84 años del nacimiento de Mario Roberto Santucho, es necesario volver a poner en centro de la escena su figura, su pensamiento y praxis trasformadora. Reactualizando el proyecto político al tiempo que nos toca atravesar hoy, diferente en muchos aspectos al que le tocó vivir a Santucho, pero muy similar en otros, ya que el imperialismo no hay suspendido sus planes de opresión hacia Nuestramerica, y las clases dominantes locales, se aprestan cada día más a que les trabajadores seamos quienes paguemos los costos de esta crisis en curso. En la pela que se abre, confiamos en nuestras reservas de lucha, memoria histórica y la fortaleza de un pueblo digno que se prepara para construir una alternativa política de y para les trabajadores.

1 Véase Página 12. Lunes, 30 de abril de 2012. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/192989-58847-2012-04-30.html

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