La falta de respuestas frente a la crisis desgasta al gobierno

El anuncio por parte de Alberto Fernández junto a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta para avanzar en una apertura de actividades en el ámbito del AMBA resulta sin duda llamativa en la medida en que los datos sanitarios aportados lejos están de sembrar tranquilidad. Por el contrario, a pesar de la resolución para implementar un aislamiento estricto desde el 1 al 17 de julio, la cantidad de casos y muertes ha crecido a diario marcando nuevos récords. La reanudación de actividades no esenciales no es el resultado del amesetamiento de contagios o de la baja en la ocupación de camas en terapia intensiva que, de acuerdo a distintas estimaciones, ya oscila entre el 50 y el 65%, sino que responde a otra serie de factores.

En primer lugar, es indiscutible que la gran industria y numerosos sectores empresarios lograron imponer una flexibilización de hecho con la falacia de la implementación de “estrictos” protocolos sanitarios, aspecto que paradójicamente fue señalado por el reaccionario gobernador de Jujuy Gerardo Morales, quién también participó de manera remota en los anuncios. El salto de contagios en las fábricas de cuenta de que esto no es así y que las patronales buscan mantener la actividad a toda costa, incluso haciendo trabajar a laburantes contagiadxs. Las empresas en general también han avanzado sobre las condiciones de trabajo con despidos, suspensiones, recortes salariales y extensión de la jornada laboral, a pesar de los decretos y resoluciones del gobierno que no fueron cumplidas e, incluso, en ciertos casos fueron avaladas por el Ministerio de Trabajo. La caída del 26% de la actividad económica en abril coloca a las cifras en los valores de diciembre de 2001 junto con cientos de miles de despidos solamente contando al sector formal.

En segundo lugar, los 120 días de cuarentena también han tenido un correlato en un desgaste social, por un lado producto de las patronales y la inciativa y presión de los  grandes medios de comunicación, pero también resultado de una situación material concreta por la falta de ingresos y el aumento de la carestía que ha tenido respuestas insuficientes por parte del gobierno. La implementación del IFE, la Ley de Alquileres o la ley para regular el Teletrabajo, o incluso los ATP para evitar despidos son algunas de las medidas que se tomaron como paliativos pero que se quedan claramente por debajo de las grandes demandas populares, al tiempo que no se avanzó en reivindicaciones justas como la expropiación de Vicentin o el impuesto a las grandes fortunas. Incluso, la implementación de las ATP sin controles y sanciones a las empresas llevó a situaciones como la de las grandes cadenas de cómida rápida que sólo pagaron la mitad de los salarios a sus trabajadores (en su mayoría jóvenes precarizadxs).

En ese contexto se ubican las recientes discusiones al interior de la coalición oficialista respecto de la agenda “pospandemia” que, por ahora, sigue siendo incierta pero que seguramente vendrá aparejada con alguna reforma de gabinete. En esa discusión, comienzan a esbozarse dos orientaciones distintas: por un lado, Alberto Fernández promueve un acuerdo con BlackRock y los fondos de inversión como parte de una normalización económica junto a una moratoria fiscal y una serie de incentivos patronales. Del otro lado, CFK y sectores del kirchnerismo que ponderan un mayor eje en la intervención estatal con una impronta redistributiva. Los vasos comunicantes entre ambas lineas son aceitados más allá de las últimas discusiones con una viga maestra que se va articulando entre Máximo Kirchner y Sergio Massa y que mantienen los márgenes de la coalición del Frente de Todos, también de cara a la próxima campaña electoral. Pero los debates en marcha no por eso dejaron de ser menos relevantes: la situación regional y el posicionamiento sobre Venezuela, la expropiación de Vicentin, el impuesto a las grandes fortunas así como quienes deben ser parte de una fuerza social con capacidad de transformación son discusiones nodales cuyo resultado determinan en definitiva quienes pagarán los costos de la crisis. En lo inmediato, la crisis sanitaria y social latente reclaman respuesta urgentes que pueden alterar todo el mapa de fuerzas que se dibuja en los escritorios.

En este marco también debe inscribirse la desaparición de Facundo Castro hace más de 77 días y los casos de gatillo fácil y represión ocurridos en las últimas semanas. Es positivo que desde amplios sectores del oficialismo se haya sumado a este reclamo. Pero no es suficiente, menos si Berni sigue en su cargo. La incapacidad para dar con el esclarecimiento del caso por parte del gobierno nacional y provincial implicaría una profunda crisis politica. Es necesario una campaña nacional paraa que Facundo aparezca ya, que se termine la represión y se vaya Berni.

La derecha, en tanto, atraviesa sus tensiones, con un ala activamente dada a la colaboración y diálogo con el gobierno (Morales, Larreta, en definitiva “los que gobiernan”) mientras Macri y Bullrich empalma con la ofensiva regional del imperialismo y buscan junto a un bloque patronal consolidado retomar la iniciativa politica y, al tiempo que imponen su agenda, construyen las condiciones para retornar el poder. A ellos dos, no es menor sumarle la figura de Cornejo que amplía el abánico de candidatos a bolssonarizar a la base para nada despreciable de Cambiemos. Su capacidad efectivamente para ganar a una mayoría del pueblo para sus planteos dependerá de la intervención que podamos desarrollar como contrapeso las organizaciones populares. 

El movimiento popular atraviesa este escenario inédito con cierta desorientación, con las respuestas que se pueden construir en cada sector ante una pandemia global y una cuarentena de cuatro meses y sin posibilidades por ahora de articular un norte común claro. Para enfrentar a la derecha y avanzar en los reclamos urgentes de nuestro pueblo, para fortalecer los movimientos sociales en la primera linea en las barriadas, de trabajadorxs en lucha, del movimiento feminista y de disidencias, debemos dar pasos para poner en pie una plataforma unitaria, antiimperialista, feminista y popular por una salida de fondo para las grandes mayorías.

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