El 14 de diciembre de 2017 se desarrolló una gran movilización al Congreso contra la modificación de la movilidad jubilatoria de Cambiemos que ajustaba a lxs jubiladxs. La resistencia popular provocó que la aprobación del proyecto se constituyera en una victoria pirrica para el macrismo y un punto de inflexión para su gobierno. Meses después vino el pedido de rescate al FMI y, finalmente, su derrota electoral. Las lecciones que deja una de las luchas más importantes del último periodo.
La reforma previsional que Macri envió al Congreso ocurrió solamente dos meses después de que Cambiemos se impusiera en las elecciones legislativas de 2017 frente a un peronismo dividido. En ese marco, y alentado por el respaldo en las urnas, el oficialismo de ese momento buscó avanzar con su paquete de “reformas estructurales” que comenzaba con el cambio de la fórmula jubilatoria.
En paralelo, sin embargo, desde el comienzo del macrismo se desarrolló una importante resistencia popular desde los movimientos sociales, trabajadores de la educación, estatales, de la salud, algunas conducciones sindicales (a contramano del colaboracionismo de la CGT), sectores de la juventud, el feminismo y la cultura. Rápidamente diversos sectores sufrieron el impacto del plan económico y salieron a las calles a enfrentarlo.
Así, el día del tratamiento de la reforma en Diputados el 14 de diciembre llegaba después de un plan de lucha unitario de los movimientos sociales -que ya habían protagonizado varias Marchas Federales-. La multitudinaria movilización en el Congreso se amplió el dia posterior con sindicatos, organizaciones políticas, estudiantiles y un vasto arco unitario.
Ante el escenario de un Congreso rodeado, el macrismo desplegó una brutal represión que fue resistida por amplios sectores que luego recuperaron la Plaza. Por la noche, siguieron los cacerolazos y las marchas en el Congreso. Otra vez las motos y las razzias. Era viernes. La sesión se había suspendido y pasado al 18.
Cuando se volvió a tratar, la masiva movilización y los choques con la policía se repetieron a lo largo del día. La ofensiva para criminalizar la protesta por la heroica resistencia esos días permanece hasta el día de hoy con la injusta detención del compañero Sebastián Romero.
El triunfo que llevó a la derrota
Cambiemos pudo aprobar la media sanción con la colaboración de un sector del peronismo. Sin embargo, la rebelión de esos días hirió gravemente su proyecto neoliberal. Las dudas de la burguesía respecto de la capacidad del macrismo para imponer políticamente su paquete de reformas se vio cuestionada y se cortó el ciclo de financiamiento y sobreendeudamiento. Algo similar ocurrió por las crecientes protestas contra los aumentos de tarifas.
Pocos meses después, el gobierno de Macri recurrió al FMI y terminó de sellar su suerte con el naufragio de su plan económico. La derrota posterior en las urnas tuvo sin duda como motivo principal la unidad del peronismo en una coalición electoral. Sin embargo, es indudable también que el macrismo había sido derrotado previamente en las calles y la articulación del Frente de Todos pudo capitalizar electoralmente ese descontento.
A tres años de esa gesta popular, en un escenario político claramente distinto, la coalición del Frente de Todos aprueba una nueva reforma jubilatoria que se parece más a las propuestas que discute con el FMI que a las necesidades de lxs jubiladxs. Mientras se avanza correcta y positivamente en la sanción del aborto legal en el Congreso, es necesario advertir que la reforma jubilatoria del oficialismo mantiene a lxs jubiladxs bajo la linea de pobreza.
A tres años de la rebelión contra la reforma del macrismo, seguimos apostando a la unidad popular para conquistar un ingreso acorde a sus necesidades para quienes dejaron la vida trabajando y para promover una agenda popular como salida a la crisis.