A propósito del 55 aniversario de la fundación del PRT
En toda América Latina y también en nuestro país, la revolución se erigió como un proyecto de masas en los años 60 y 70 (y en algunos casos 80), planteando una perspectiva de cambio radical para terminar con la explotación y la dependencia. Una generación entera, bajo la renovada influencia de la triunfante revolución socialista cubana volcó todas sus energías a terminar con la desigualdad y la opresión de nuestro capitalismo periférico.
En nuestro país, ese compromiso solidario y revolucionario empapó a prácticamente todo el movimiento social, desde el movimiento obrero hasta el estudiantado, desde los sacerdotes tercermundistas hasta las ligas campesinas y las barriadas humildes. Y dio lugar también al nacimiento de nuevas tendencias políticas: en el peronismo se desarrollaron los sectores más radicalizados y la tendencia revolucionaria, y los partidos más tradicionales de la izquierda fueron sobrepasados por una nueva izquierda que ponía en el centro la actualidad de la revolución.
Entre las ricas experiencias de esta izquierda revolucionaria, sin lugar a dudas el Partido Revolucionario de los Trabajadores ocupó un rol destacado, cuya trayectoria y conclusiones políticas son un aporte insoslayable para la reflexión y organización de quienes hoy nos proponemos la lucha por una sociedad igualitaria, con derechos económicos, sociales y culturales para las grandes mayorías, en definitiva, por una patria y un mundo socialistas.
Un poco de historia sobre los orígenes
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) emerge el 25 de mayo 1965 como resultado de la fusión que llevaron adelante la organización Palabra Obrera (PO) y el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP).
El vínculo entre FRIP-PO, nace a partir del contacto entre Robi Santucho y militantes de PO insertos en la Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera (FOTIA), como Leandro Fote y Antonio del Carmen “el negrito” Fernández (ambos del Ingenio San José) y Hugo Santilli (médico del sindicato). En 1962, Santucho ya trabajaba como contador del sindicato de San José y conocía de cerca la lucha de los trabajadores azucareros, que se enfrentaban a cada intento de intervención del sindicato con huelgas, tomas de fábricas y piquetes. Esta relación política fue nutriéndose durante el ´63 a partir de distintos viajes de Nahuel Moreno a Tucumán y visitas de Santucho a Bs. As. Fue así, que en julio del ´64 se firmaría el acuerdo -a propuesta de Moreno- entre el FRIP-PO que consistía en crear un Frente Único, incorporar compañero/as a las distintas direcciones y pautar una fecha de congreso para la unificación.
El camino de confluencia conllevaba puntos positivos y obstáculos a superar. Para el FRIP, la fusión con PO implicaba dar un salto nacional, potenciar el trabajo en Tucumán a partir de la FOTIA y vincularse con militantes experimentados, formados teórica y prácticamente como Moreno. Para el PO, la relación con el FRIP no traería grandes problemas, ya que este partido quintuplicaba al grupo de Santucho y contaba con cuadros probados para ganar la orientación de la fusión. Si bien no existían coincidencias estratégicas absolutas, Moreno entendía que el vínculo se enmarcaba en ir construyendo el partido de la revolución a partir de la unidad de lxs revolucionarixs. Los puntos en tensión eran la participación electoral, la definición del trotskismo y, con ello, la adhesión a la IV Internacional y la estrategia de “entrismo al peronismo” implementada por PO.
El Partido Unificado de la Revolución (ex FRIP-PO) fue nutriéndose a partir del trabajo cotidiano pero, fundamentalmente, con la presentación electoral provincial de marzo del ´65, donde Leandro Fote logró asumir como diputado provincial en tanto candidato obrero elegido desde la FOTIA. El camino de frente único se consumó el 25 de mayo del ´65, cuando se realizó el congreso de unificación FRIP-PO, que dio nacimiento al PRT, en el Sindicato de Peluqueros ubicado en el barrio de Once de la Capital Federal.
En 1966 el golpe militar de Onganía, inaugurado con la intervención sobre los sindicatos y las universidades, profundizó las tensiones sociales que darían lugar a un proceso de radicalización muy extendido.
Santucho comenzó un lento pero sólido proceso militante orientado a construir una estrategia política planteando como eje central la necesidad de iniciar la lucha armada. Será esta línea la que ganará la adhesión de muchos militantes provenientes de PO (Pujals, Fernández, Fote, Carrizo, Prieto, Prada, etc.), al tiempo que promovía un perfil político partidario basado en el “hacer” más que en el “decir”.
En 1968 el desacuerdo sobre la lucha armada decantará en una diferencia estratégica que llevará a delimitar la perspectiva guevarista, encabezada por Santucho, de la concepción de Moreno, quedando muchos de los cuadros experimentados de PO junto a Santucho en el PRT- El Combatiente. Pronto el Cordobazo y el Vivorazo, mostrarán la importancia de construir un partido al calor de la lucha de masas dispuesto a ser el plafón de los enfrentamientos armados y a proyectar una perspectiva estratégica.
Durante este período, el PRT fue haciéndose de a poco un lugar en la izquierda argentina. Su impronta fue ser una organización que puso en el centro de la escena la cuestión del poder enmarcada en una estrategia socialista, ponderando el rol que debía jugar la lucha armada para lograr dicho objetivo estratégico. La fundación del ERP en 1970 será un salto cualitativo para este partido que empezó a desarrollar acciones armadas y se preparaba para futuras insurrecciones como sucedió con el Viborazo, o segundo Cordobazo, de marzo de 1971.
La construcción de estrategia y táctica para la revolución
Durante mucho tiempo se ha reducido el accionar político del PRT al mote peyorativo de “guerrillerismo o foquismo”. Ha sido una caricaturización que no sólo se difundió desde el campo opositor a las luchas, sino también al interior de las izquierdas. Desde nuestro punto de vista, en esas lecturas se pierde de vista la riqueza con la cual el PRT fue construyendo -como denominaba- los “cuatro pilares” para el triunfo de la revolución socialista. Los mismos eran el partido, el ejército, el frente de liberación nacional y social, y la solidaridad internacional. Por ello se dio tareas en todos los terrenos, construyendo el PRT como un destacamento (pues no se pensaba a sí mismo como el único existente) del Partido de la Revolución. Desde el ´70 apostó a la conformación del ERP para oponer una fuerza militar organizada desde abajo contra los de arriba, nutriendo así el escenario de las organizaciones político militares que para entonces asumían un carácter nacional (ERP, Montoneros, FAR, FAP y FAL principalmente).
En el ´73 puso en pie el FAS al que promovía como embrión del Frente de Liberación Nacional y Social, el cual debía nutrirse de múltiples espacios organizativos de base en el ámbito sindical, campesino, educativos, y demás que el partido impulsaba; y le permitió establecer una construcción frentista junto a otras corrientes políticas que iban desde el peronismo de izquierda (el FRP de Armando Jaime, Alica Euguren, Ortega Peña) hasta otras fuerzas y figuras de la izquierda (Agustín Tosco, Silvio Frondizi, Poder Obrero) entre otros. Y a partir del ´74 retomó la propuesta del MIR chileno de construir una coordinación internacional expresada en la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR) ya que asumía la necesidad de pensar la revolución como un hecho internacionalista, ubicándose de esta manera en la senda que marcara el Che en toda Nuestramérica.
Bajo ese norte estratégico, desplegó en una muestra de la teoría y práctica leninista, “todas la formas de lucha” e impulsó alianzas en diferentes niveles organizativos y con objetivos distintos. Fue así que extendió ampliamente su presencia en el movimiento obrero alcanzando inserción en muchas de las principales fábricas del país, profundizó su trabajo territorial en barriadas populares y distintas regiones del país. En el plano electoral tuvo una orientación contradictoria iniciada con una exitosa participación en Tucumán en 1965, y continuada luego en 1973, cuando el impulso tardío de esta táctica tuvo su mejor expresión en el intento por alcanzar la formula Tosco-Jaime, pero que terminó plasmándose en la abstención ante las dificultades para estructurar una propuesta propia. Todo esto al tiempo que también construía su estructura clandestina, el ERP, que llevaba adelante acciones militares y cuando lo vio necesario planteó un armisticio que ningún sector de la burguesía respondió. A su vez el PRT distribuía miles de El Combatiente en forma ilegal, e impulsaba un periódico de masas legal como Diario El Mundo y otras publicaciones de importante influencia como Nuevo Hombre. En el terreno de las alianzas, acercaba a grupos revolucionarios a la órbita del partido, pero también buscaba hacerlos conjugar con organizaciones del peronismo revolucionario, el maoísmo, anarquismo y otras tradiciones, con un programa político claro que enfrente el pacto social y la represión que desplegaba por aquel entonces el tercer gobierno de Perón. Asimismo, fue persistente en su llamado a amplios sectores democráticos y progresistas, y en particular a Montoneros y el Partido Comunista a construir un único frente de lucha contra el golpe que para fines del año 1975 ya estaba en marcha.
Por supuesto, como toda organización de acción, el PRT conoció también errores y dificultades en el marco de su compromiso revolucionario. Pero es evidente que aportó de forma destacada a la lucha de toda una generación para conquistar la igualdad social y política, el fin de la explotación y la opresión, la patria socialista. Fue una de las organizaciones que, en la historia de nuestro pueblo, más lejos ha llegado en la disputa por el poder, logrando por su disposición a vencer una capacidad de acción que ganó la adhesión de miles de trabajadores y el temor de los de arriba.
La lucha de esta generación revolucionaria, entre la que se destaca el aporte del PRT, es el principal punto de llegada sobre el cual muchos militantes que hoy vamos abriendo caminos en una nueva etapa histórica, retomamos con fuerza y la nutrimos con nuestra propia experiencia asumiendo los desafíos que hoy se nos presentan para construir esa alternativa de y para les trabajadores que necesitamos con urgencia.