Las elecciones del próximo 18 de octubre marcan un evento de confrontación política que abren la posibilidad de echar por tierra los planes del golpismo, el cual cuenta con el apoyo de EE.UU, la OEA y demás países de la región. Será entonces una lucha crucial para el retorno de un piso democrático que ponga fin al gobierno de facto que a través del golpe y la masacre del pueblo boliviano, llegó al poder con biblia en mano y pisoteando la Wiphala.
Una elección con la cancha más que inclinada
El escenario de ir a una contienda electoral no puede analizarse sin tener en cuenta que tal instancia de disputa política se ha logrado por la resistencia que el pueblo boliviano ha mostrado a la dictadura de Añez, pero también por la falta de una legitimidad y unidad de la derecha boliviana para hacerse con el poder por un tiempo extenso.
Una muestra de esto es las encuestas que mencionan al candidato del MAS, Luis Arce, llevando la delantera con 42,2% por ciento de intención de voto, seguido de Carlos Mesa con 33,1%, y mucho más atrás el ultrafascista de Fernando Camacho quien llegaría a un 17,2% por ciento muy lejos de disputar un lugar en un ballotage. Esto refleja que nos encontramos frente a una elección peleada para que el MAS triunfe en primera vuelta. A esto se suma -a la anterior bajada de candidatura de Añez- la declinación de otro candidato derechista (Tuto Quiroga) por presión de la embajada norteamericana para no dispersar el voto de la derecha.
La estrechez de la diferencia que determine la existencia o no de un ballotage se presenta como un problema, pues al ser la propia dictadura quien se hace cargo de llevar adelante los comicios electorales, no existen ningún tipo de garantías para que se desarrolle un escrutinio transparente. Es decir que las elecciones libres y limpias se presentan como algo muy difícil de alcanzar.
Mientras tanto el golpismo se prepara para un escenario donde deberá poner toda su faceta autoritaria para asegurarse la derrota del MAS. Una muestra de ello es la reciente visita Arturo Murillo a Washington, el ministro de gobierno de Añez, para reunirse con la OEA, el BID y el departamento de Estado de EEUU, a lo que se suma las trabas que la dictadura pone para el voto en el exterior, imposibilitando que voten las y los bolivianos que viven en Panamá o en el norte de Chile. En nuestro país sin ir más lejos, el gobierno provincial de Cornejo en Mendoza, aún no ha dado el permiso de circular a los más de 11mil bolivianos y bolivianas que viene en la provincia.
La campaña electoral también se ha visto plagada de irregularidades, pero principalmente de ataques violentos a los y las candidatas del MAS y la amenaza de que “el ejército y la policía esta preparados para garantizar la paz”. Recordemos que hace días en un “homenaje” a los militares que asesinaron al Che Guevara, el ministro de defensa declaró que “cubanos, venezolanos y argentinos encontraron en Bolivia su tumba”. Una declaración que claro está es extensiva a la militancia del MAS en el marco de las elecciones.
Por su parte, Luis Arce y David Choquehuanca cerraron la campaña electoral en medio de las tensiones que se dejan ver en un país que clama por la vuelta a la democracia. Con un acto multitudinario los candidatos del MAS en Sacaba, Cochabamba, dejaron sentado el precedente sobre el apoyo que recibieron de parte del pueblo boliviano en una de las ciudades más castigadas por el golpe y las masacres de miles de ciudadanos.
Lo que está en juego el 18 de octubre
En Bolivia no solo hay una disputa electoral, lo que está en juego es la posibilidad de derrotar al fascismo golpista y dar paso a una recuperación democrática que es acechada por el conjunto de derecha regional que creyó retomar impulso el año pasado a través del golpe que destituyó a Evo Morales. El imperialismo bajo ninguna circunstancia pretende que el MAS vuelva a gobernar los destinos del país andino, y un posible triunfo (que de seguro abre un escenario por demás dificultoso para garantizar la gobernabilidad) significa un problema para la derecha regional que viene de un año 2019 plagado de movilizaciones populares que se oponen al plan de reformas neoliberales que los distintos gobiernos pretenden aplicar. Si bien la pandemia en curso ha generado un impasse en las masivas protestas, también se ha evidenciado como los gobiernos derechistas han abandona a su población al contagio y la muerte de miles de trabajadores y trabajadoras.
En este marco de polarización, y teniendo en frente a la derecha golpista, racista, y patriarcal, creemos necesario que en la primera vuelta la fórmula del MAS, encabezada por Luis Arce y David Choquehuanca consiga el mayor caudal de votos posibles para ganar en primera vuelta o en su defecto mostrar un escenario favorable en un posible ballotage.
Desde Abriendo Caminos consideramos alcanzar la mayor unidad popular para derrotar a los golpistas y a la derecha, y por ello votamos a Luis Arce y al MAS en Bolivia. Sabemos que en este contexto es necesario ocupar un lugar destacado en la lucha contra las expresiones fascistas, y el evento electoral se presenta como una instancia fundamental para mostrar una clara oposición que de seguro tendrá que ser respaldada en las calles, ya que no existe ninguna garantía de que la dictadura reconozca su derrota.
Tal como lo hicimos el año paso, siendo parte de la Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano, desde el domingo y hasta que se necesario derrotar a la dictadura, pondremos todos nuestros esfuerzos en abrir paso a un nuevo capítulo de resistencia del heroico pueblo boliviano.