El 2020 fue, sin duda, un año de grandes dificultades para el pueblo. Al desastre dejado por el macrismo, se sumó la pandemia y la profundización de la crisis económica. Sin embargo, hay grandes sectores populares que no se resignan y siguen buscando un horizonte distinto. Es lo que vemos en las peleas por el impuesto a las grandes fortunas, por el aborto legal, contra la represión, por el derecho a la vivienda.
Este verano, a diferencia de recesos anteriores, tenemos por delante importantes batallas por una agenda que defienda las necesidades populares.
La legalización del aborto, como la pelea más inmediata con su tratamiento en el Congreso, plantea la movilización del movimiento de mujeres y disidencias contra el lobby clerical y antiderechos que ya se está desplegando (ver nota aparte) .Al mismo tiempo, debemos seguir impulsando la unidad para que la estafa de Macri y el FMI la paguen los ricos y no el pueblo, eso implica que luego de la casi segura aprobación del impuesto a las grandes fortunas en el Senado, pelear para que este sea permanante y se destine a las necesidades más urgentes, exigiendo también una modificación progresiva de la estructura tributaria de nuestro país, donde aporten más quienes más tienen.
Del mismo modo, es necesario cuestionar la nueva ley previsional que busca promover el gobierno en sintonía con los planteos del FMI de mayor “austeridad y sostenibilidad de las cuentas públicas”. Las patronales son las responsables de garantizar el 82% para lxs jubiladxs, y no lxs trabajadorxs que dejaron su vida en financiar la fuga de los empresarios.
Estas son solo algunas de las tantas peleas que hay por delante en todos los terrenos y que debemos encararlas buscando articular la mayor organización y unidad popular.
Del desenlace de estas peleas en los próximos meses estará la posibilidad de comenzar el 2021 poniendo un freno a la derecha y construyendo un horizonte de cambio social. A eso apostamos nuestras fuerzas militantes.